ANTONIO MARÍA DELGADO 24 de julio de 2015
El nombre de Simón Bolívar se ha
incorporado a la designación oficial del país, y el término “bolivariano” está
por todas partes en Venezuela, pero hay un lugar en la nación sudamericana
donde la imagen de El Libertador tiene cada vez menos espacio: en las
billeteras de los venezolanos.
Y es que “El Bolívar Fuerte” es una de
las monedas que se debilita con mayor rapidez en el planeta, situación que ha
llevado a que el billete de 100 bolívares -que lleva estampado el rostro del
prócer venezolano- equivalga hoy a sólo 15 centavos de dólar al tipo de cambio
en el mercado negro.
“El billete de 100 bolívares, el de
mayor denominación en Venezuela, es el que tiene el menor poder adquisitivo en
el mundo”, afirmó desde Caracas el analista y columnista David Morán.
Le sigue el billete de máxima
denominación de Liberia, que equivale actualmente a unos $1.08, y el de Guinea
que puede ser cambiado por otros $1.40, explicó Morán.
Y los 15 centavos por el billete de 100
bolívares -calculados a la tasa de cambio en el mercado paralelo del viernes de
670 por dólar- son insuficientes para comprar un cachito [pequeño croissant
relleno de jamón] en Venezuela.
“Son suficientes para comprar un lápiz o
dos periódicos en el quiosco o quizás un litro de aceite si lo consigues a
precio regulado, pero no para mucho más”, añadió Morán.
Esa es una de las razones por las que la
mayor parte de las personas busca deshacerse de ellos.
NADIE
QUIERE LOS BOLÍVARES
La acelerada tasa de inflación aunada a
la precipitada pérdida de valor del bolívar frente al dólar, divisa que duplica
su valor frente a la moneda venezolana cada tres meses, está generando un
curioso efecto dentro de la nación sudamericana: la pérdida de interés en
acumular dinero, al menos el dinero venezolano.
“Hoy la gente no ahorra en Venezuela,
nadie se queda con un bolívar en la mano, porque sabe que si lo guarda va a
perder valor”, comentó Morán. “Eso se debe a que la moneda en Venezuela ha
perdido sus dos funciones básicas, la primera, de servir como medio de pago y,
segundo, la de servir como instrumento para preservar el valor”.
La pérdida de esas características es
clásica del terrible fenómeno de la hiperinflación.
“La economía venezolana está montada
sobre una montaña rusa, está sufriendo los efectos de lo que yo llamo vértigo
hiperinflacionario, que es una condición donde los consumidores y el
comerciante pierden el sentido de posición, el sentido de equilibrio, no sabe
dónde está, con el resultado final de que se pierde la confianza en el signo
monetario y la gente no sabe qué hacer con el dinero, no quiere quedarse con
él, y sale a comprar cualquier cosa”, explicó el economista Alexander Guerrero,
presidente de la firma TecnoEconomica en Atlanta..
“Es por eso que la gente sale y compra
lo que hay. Sale y compra mermelada de naranja incluso cuando no le gusta y aunque
no la necesite. Lo hace porque prefiere tener ese frasco en la mano que un fajo
de billetes”, añadió Guerrero.
Y algunas familias están acumulando
productos como instrumento para preservar riqueza en el marco de la creciente
escasez de productos por la que atraviesa el país, aseveró Morán.
“La gente prefiere tener en la mano un
kilo de harina pan [harina de maíz precocida], para cambiarlo por medio kilo de
café, para a su vez poder cambiarlo por un pote de leche”, explicó Morán.
“El atesoramiento lo están haciendo las
familias acumulando productos en vez de guardar monedas, porque llegó a la
conclusión de que la moneda no sirve para preservar el valor”, añadió.
Según la mayoría de los economistas que
siguen a Venezuela, la tasa de inflación del país, que ya es la más alta del
mundo, está por dar un salto aún mayor este año y podría ubicarse entre 200 y
300 por ciento.
Pero ese dato se refiere al
comportamiento del Indice de Precios al Consumidor, que no toma en cuenta el
efecto de la escasez. Según los cálculos elaborados por Steve Hanke, profesor
de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, que considera
las distorsiones internas provocadas por el control estatal y la devaluación,
la inflación anualizada de Venezuela supera el 600 por ciento.
DIFICULTAD
DE OPERACIONES
La pérdida de valor de la moneda
venezolana también está dificultando el uso de los billetes en la calle.
La mayoría de los venezolanos realizan
sus transacciones con tarjetas de crédito o de débito para no tener que portar
grandes fajos de billetes en un país que ya es considerado como uno de los más
peligrosos del mundo.
Pero muchas de las transacciones
simplemente tienen que ser realizadas en efectivo, como la compra de alimentos
en los mercados informales de la calle, donde un kilo de leche en polvo cuesta
entre 700 y 1,200 bolívares.
Para los comerciantes, la acumulación de
billetes también es un problema.
“El costo del manejo del efectivo es
enorme, los locales que antes necesitaban los servicios de un camión blindado
para transportar el efectivo al banco ahora necesitan cuatro o cinco para mover
ese dinero”, explicó Morán.
Aun así, hasta el momento el régimen de
Nicolás Maduro ha dado pocas señales de que esté dispuesto a emitir un billete
de mayor denominación.
Esa renuencia, que algunos atribuyen a
la insistencia del gobierno de seguir ocultando los graves problemas de la
economía, es en realidad una decisión muy costosa dada a la acelerada velocidad
con que los billetes cambian de manos entre personas que no los quieren,
comentó Guerrero.
“Bajo fenómenos de hiperinflación, la
moneda circula a gran velocidad, es una de las características, y por eso los
billetes se rompen muy rápido y deben ser repuestos constantemente a un gran
costo”.
Y el costo del remplazo sumado al bajo
valor de los billetes está produciendo otro fenómeno muy curioso.
“El costo de reposición de esos billetes
-que incluye el del papel especial, el del cintillo de seguridad que debe ser
importado y la tinta- hace que termine siendo más alto reproducirlos que el
valor estampados en ellos”, explicó Guerrero.
Es decir que en Venezuela el valor de
los billetes es menor que el costo del papel en que están impresos, incluso el
de 100 bolívares, cuando se toma en cuenta que debes remplazarlo dos o tres
veces para que siga circulando, añadió.
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