Por José Domingo
Blanco, 17/07/2015
Que la OPSU
asignara la mayoría de los cupos universitarios a los estudiantes con promedio
de 20 puntos, suena muy bien, si lo dejamos hasta allí. Creo que elogiaríamos
la medida. Incluso, celebraríamos el hecho de que el organismo esté aupando y
premiando la excelencia académica, con la intención de promover y estimular la
sana competencia entre los estudiantes. Sin embargo, resulta que, esos
bachilleres summa cum laude que acapararon los cupos universitarios, son
las lumbreras egresadas de la Misión Ribas, programa gobiernero que gradúa
bachilleresexpress, en apenas dos años. Unos bachilleres en tiempo récord, con
formación dudosa e ideologizada; pero, eso sí: muy leales al gobierno.
Esos jóvenes, los
de la Misión Ribas, serán los futuros médicos, ingenieros, abogados y agrónomos
del país, porque así lo quiere imponer el régimen. Muy preocupante, sobre todo,
porque los miles de bachilleres egresados a través de este sistema, probablemente,
no recibieron ni física, ni química, ni biología y tan sólo dieron un vuelo
rasante por la matemática, la historia y las ciencias de la Tierra. Pues ellos,
los bachilleres de la Misión Ribas, serán los que ocuparán los pupitres en las
universidades. Y si todo sale como el gobierno tiene en planes, en cinco años,
estos muchachos –que, insistimos, no saben de química, ni de biología, ni de
matemática, ni de física, ni de ciencias de la Tierra, ni de historia; pero,
que les aseguro, vieron en profundidad Comunismo I y Comunismo II- serán los
encargados de construir los puentes, las carreteras y los edificios de nuestra
nación. Tendrán bajo su responsabilidad la conducción de las industrias del
país. Serán los futuros médicos que, en los hospitales y clínicas, curarán y
operarán a los enfermos. Participarán en juicios en los tribunales y otros
serán los responsables de dictar las sentencias. ¿Su formación estará a la
talla del reto universitario que se les avecina? Yo, sinceramente, lo dudo.
Esto es otra Oda a la Mediocridad de este desgobierno, que premia a quien no se
esfuerza –pero, le es fiel- y castiga al que se destaca a punta de inteligencia
y méritos.
Es verdad que
todos, sin distingo, ni exclusiones, deberían tener derecho a la educación. Una
nación es más próspera, en la medida que sus ciudadanos están mejor formados.
Ese es el deber ser de una sociedad con aspiraciones y planes de desarrollo,
como muy bien lo resumió en una oportunidad, Don Cecilio Acosta: “Educar a
todos, eso es todo”. Pero, no de esta manera. No es imponiendo al mediocre
sobre el alumno de comprobada capacidad y preparación. Por eso, el terror a las
pruebas internas de las universidades y por eso su prohibición. Porque este
desgobierno sabe qué clase de bachiller graduó. Desechar al mejor capacitado
para darle oportunidad al anodino, no suena esperanzador. Y la verdad, por más
que quiero concederles el beneficio de la duda a estos bachilleres express, la
experiencia ha demostrado y comprobado que, al final de una carrera, sólo terminan
graduándose los más aptos. Es más, me atrevo a vaticinar que la deserción del
próximo período académico será muy alta. Con el riesgo de que el régimen vuelva
a intervenir y, vía decreto o sentencia de un tribunal, obligue a las
universidades a aprobar a los aplazados. Y copie lo que impuso en la Educación
Media donde un estudiante jamás puede ser raspado. Peor aún, podría suceder
como ocurre en algunos liceos públicos donde, para obtener la calificación de
materias que los alumnos jamás han cursado –pero que son obligatorias en el
pensum- se les promedia con las que sí han visto y, así, a la ligera, el asunto
queda resuelto.
Conversando en días
pasados con el profesor Víctor Márquez, presidente de la Asociación de
Profesores de la UCV, recordaba que, recientemente, el TSJ a través de su Sala
Constitucional, les ordenó a las universidades autónomas a cumplir con la
asignación de cupos de la OPSU. Decisión aplaudida y celebrada por Maduro. Y el
trasfondo de todo es que, con esto, se pretende cumplir con los lineamientos
del Plan de la Patria, que no es más que el Plan de Destrucción de la Patria.
Una vez más este antigobierno, imponiendo su garrote, viola la autonomía
universitaria y deja sin oportunidades de estudios superiores a muchachos de
excelentes promedios, pero que, para su “desgracia” no estudiaron en la Misión
Ribas, sino que cursaron su educación media convencional de cinco años, en un
liceo o un colegio privado. Irónico, ¿no?
¿A dónde nos está
empujando esta gente que, además, sabemos, ninguno de ellos califica para los
cargos que ocupan? El mismo Maduro es un ejemplo: un presidente circunstancial
que llegó a la presidencia del país, con tan sólo su “licencia” de 5° grado,
que lo capacita para conducir autobuses ¿Acaso no fue el Ministro de Educación
quien dijo que no iban a sacar a la gente de la pobreza para que se
convirtieran en escuálidos? Mientras haya pobres y brutos ellos podrán seguir
gobernando. ¿No están nuestras instituciones comandadas por personas sin
preparación? Premiar la mediocridad ha sido uno de los mayores logros de este
antigobierno. Con esta decisión, la sociedad entera está asistiendo al más
perverso engaño ideológico, producto de una vil y ruin estrategia totalitaria.
Por tanto, graduar mediocres afectos a su ideología, será otra de las vías que
utilizarán para garantizarse su sobrevivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico