Luis Manuel Esculpí 27 de julio de 2015
No es tan fácil como parece. Resulta
sencillo exigir y proclamar su necesidad. La tardanza en adoptarla no se
justifica, mas tiene explicación. Esos procesos tienden a ralentizarse. Cuesta
a veces descubrir las coincidencias y los espacios comunes, sin negar las
diferencias. Alzar la mirada más allá de la contingencia. Trascender lo
electoral incluyéndolo. Imaginar los posibles desarrollos. Disponerse a superar
las desconfianzas mutuas. Materializar los acuerdos es prácticamente una labor
de orfebrería. Consolidar una alianza con sentido estratégico exige voluntad y
convicción. Comprender que no se impone un punto de vista en particular, que se
requiere la integración de criterios donde todos participan y aportan.
Este introito de oraciones breves esta
referido, como es lógico, a los acuerdos alcanzados en la Mesa de la Unidad
recientemente. A sus logros como alianza opositora. La selección de
candidaturas unitarias para listas y circuitos está acompañada de una
importante decisión como lo es el de la tarjeta única para las próximas
elecciones parlamentarias, también tiene especial significación la integración
del Comando único de campaña, y definición de una estrategia unitaria.
Cierta critica al comportamiento de las
organizaciones políticas tiene fundamento y los partidos con algunas conductas
se hacen merecedoras de ella, en esta oportunidad es justo reconocer, más allá
de cualquier señalamiento pertinente, el esfuerzo realizado para lograr
acordarse en torno a temas cruciales como los que han sido planteados.
Desde el oficialismo se apostaba al
fracaso de esas gestiones que desde hace algún tiempo se venían adelantando en
el campo de las fuerzas democráticas, incluso algunos de sus voceros
públicamente anunciaron que las divergencias, por demás naturales en una
alianza plural, impedirían su presentación unitaria.
Igualmente algunos -no todos- de los
promotores de la supuesta tercera vía, confiaban su éxito en la imposibilidad
de llevar a feliz término la unidad de las fuerzas opositoras.
Las previsiones en ambos casos les
fallaron. Por el contrario, lo convenido supero los cálculos previstos
inicialmente, aun por fervorosos partidarios de la política unitaria.
Se demostró que pese a sus carencias y
limitaciones los partidos dieron una importante muestra de desprendimiento,
madurez y comprensión del momento político. Cuando las principales
organizaciones que eventualmente se pudieran beneficiar del respaldo electoral
participando con sus símbolos y su tarjeta, se acogen a la formula unitaria
están evidenciando que no lo hacen con el propósito de "evadir
contarse" como en alguna oportunidad se argumentó; sino por la comprensión
de una exigencia planteada por densos sectores de la sociedad que no hacen vida
política en los partidos.
Es la primera vez en estos largos 16
años que las fuerzas alternativas perfilan una política que trasciende la fecha
electoral, anunciado una ruta y orientaciones con un nítido sentido
estratégico. Definiendo previamente el comportamiento de una sola fracción parlamentaria,
que siendo mayoría, desde ese escenario daría aportes decisivos en la re
institucionalización de la vida democrática del país, contrastando con la
conducta de la actual mayoría de la Asamblea Nacional. En esa misma dirección
apunta el criterio de renovación del CNE y el TSJ llenando las vacantes que se
produzcan con estricto cumplimiento de lo establecido en la Constitución
Nacional.
Los acuerdos que se irán anunciado,
superan las expectativas previstas, lo de la tarjeta si bien constituye una figura
emblemática de la unidad, las otras formulaciones poseen también especial
relevancia. La Mesa de la Unidad democrática pareciera estar en tránsito de
transformarse de alianza electoral - lo que hasta hoy ha sido fundamentalmente-
en una verdadera Dirección política. No pretendemos hacer una exégesis
detallada, aquí apenas hemos mencionado a título de ejemplo y de manera muy
general unas pocas.
Por supuesto, que no todo ha sido un
camino libreado o cubierto de rosas, hay imperfecciones, algunos descontentos y
desacuerdos que siempre se suceden después de estos procesos, tendrán que
superarse necesariamente. En todo caso son de tono menor frente al alcance de
los logros.
La conformación de alianzas entre
diversos que han protagonizado desencuentros, siempre es una labor difícil,
pero cuando se conciertan sobre bases sólidas despejan el camino a la victoria.
En la lucha contra la dictadura de Pérez
Jiménez dos de las organizaciones más activas enfrentadas al régimen (Acción
Democrática y el Partido Comunistas) mantuvieron tácticas distintas durante
cierto tiempo, fue en el año 57 cuando se conformó la Junta Patriótica y se
unificaron participando junto a otros sectores para conducir las acciones que
culminaron el 23 de enero de 1958.
En nuestros debates muy a menudo se
apela a la experiencia chilena, las fuerzas que enfrentaron a Pinochet
adelantaron políticas distintas durante un periodo importante, la Concertación
se estructura después de superar las graves diferencias de dos sectores
fundamentales: los demócratas cristianos y los socialistas; cuando se unifican
para participar en el referéndum obtienen un triunfo contundente, En esa
oportunidad hubo opositores que no participaron, aislándose de esa
confrontación decisiva, con una compostura reluctante por no creer en la salida
electoral y proponer otras formas de lucha.
En nuestro caso los anuncios hasta ahora
han resultado muy aleccionadores, la recepción en la mayoría democrática ha
sido altamente positiva. Ello debe servir de plataforma para proseguir y
consolidar los avances, para despejar así la ruta que nos conducirá a la
victoria y a la conquista del cambio político. A esa empresa vale la pena
dedicarle toda nuestra capacidad y todo nuestro esfuerzo.
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