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jueves, 23 de julio de 2015

Repensar Venezuela, @JuanLeopoldo


Por Juan Leopoldo Martínez, 11/07/2015

Recientemente tuve la oportunidad de estar en 2 eventos donde se reflexionó sobre el país, uno político y uno de la sociedad civil. En ambos se notó la misma preocupación, no precisamente sobre la crisis que estamos viviendo sino de lo que seremos después de superada esta etapa oscura de nuestra historia republicana.

Por un lado, la gran pregunta se basó en el modelo. En Venezuela se ha experimentado con la siguiente cronología, ensayos democráticos, dictadura de derecha, socialdemocracia, la democracia cristiana y el socialismo. Básicamente nuestro país ha sido sede de las más conocidas formas de gobierno de la sociedad moderna pero todos, absolutamente todos, se han basado en lo mismo… la economía de puertos basada en el petróleo.

Todos los gobiernos del siglo XX en el país se apoyaron de la riqueza petrolera para crear una sensación de crecimiento que progresivamente fue desmejorando ante el monstruo de la corrupción y ante la falta de proyección, de planificación, de “sembrar el petróleo”.

Entonces la otra gran pregunta que surgió de los mencionados eventos que inmediatamente mezcle con lo anterior. ¿Cómo será el venezolano del futuro? Esta es una de las cuestiones claves de la crisis que se vive en la actualidad, porque demostrará en el mediano y largo plazo qué fue lo que aprendimos como sociedad de los malos tiempos.

Situaciones similares a la que se está dando en Venezuela ya han pasado en varios lugares del mundo con sus características propias obviamente. Vale mencionar ejemplos como Chile y Alemania Oriental, que después de complejas situaciones son modelos a seguir por los progresos económicos y sociales que han alcanzado después del caos que vivieron. Pero también pasó en Zimbabue y no han sido precisamente buenas noticias las que se conocen del país africano.

¿Dónde se ubicará Venezuela en el futuro? El lugar que ocuparemos primeramente dependerá del aprendizaje que como ciudadanos obtengamos de la crisis. Por otra parte, la necesidad de repensar al país es evidente y nuestra historia nos ha demostrado que el problema no ha sido el modelo sino la forma en la que es aplicado (sectarismo) y el modo en que son gestionados los recursos (corrupción), paradigmas con los que hay que romper y aprovechar el caos para edificar una nación de la cual todos los ciudadanos estemos orgullosos.


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