Carlos Raúl Hernández 27 de julio de 2015
@Carlosraulher
Un misterio indescifrable es que algunos
siguen con el cuento de la abstención, la sonsa prédica antiUnidad, la
tercera-vía, las inhabilitaciones, salva-tu-voto o cualquiera de esas cotufas
mojadas mayameras que pretenden recalentar en microondas. “Misterio” si es que
se supone que se trata de opositores, aunque dicen los entendidos que es una
astucia del poder y de su capacidad para financiar. Por años una supuesta
“Diva” hacía lo mismo, aunque luego se descubrió que es un señor con cero en
divinidad y buenos estipendios oficiales. Las cotufas mojadas son política
electoral destinada a desmoralizar a los opositores. Pero como alguien dijo, si
eliminan todos los candidatos, la alternativa democrática los sustituirá
incluso con el personal de limpieza que trabaja en las sedes de los partidos.
Candidato inhabilitado, candidato sustituido.
Esa misma táctica de “inhabilitaciones”
indujo al fracaso a opositores de la revolución iraní, y los no-aceptamos propiciaron
el desastre del reformismo que parecía destinado a ganar. Aquí la “narrativa”.
En 1997 el clérigo Jatami gana las elecciones presidenciales iranias, un
aperturista que despedazó la alianza entre conservadores, ejército y grandes
comerciantes. Emprende una estrategia gradual contra los revolucionarios, y
rueda la cabeza de Ahmadinejad, entonces gobernador provincial, quien regresa a
su cátedra en la Universidad, culmina el doctorado en Ingeniería del Transporte
y se enrola en los Seguidores del Partido de Dios, un grupo de choque. Su
trabajo era agavillar a quienes “violaran los preceptos del Islam”, mujeres
vestidas con prendas occidentales, estudiantes y profesores reformistas.
Dualidad
de poderes
Ahmadinejad se convirtió por seis años
en un golpeador de demócratas, lo que le valdría mucho en su carrera. El
triunfo de Jatami instala una dualidad de poder entre aperturistas y
conservadores y es un ejemplo de cómo los errores de los radicales cabeza hueca
hacen fracasar los procesos de apertura. Los aperturistas contaban con el
Gobierno y el Parlamento (Majlis). Los conservadores tenían el Consejo de
Guardianes de la Revolución, un Senado que declaraba las leyes compatibles o no
con el Islam. También el Consejo para el Discernimiento de los Intereses del
Sistema que arbitra en conflictos entre los demás poderes; la Asamblea de
Expertos en la Ley Islámica, y el Poder Judicial. Comenzaba el forcejeo entre
poderes que decidiría la vida de Irán. En 1999 Ahmadinejad se lanza concejal de
Teherán y lo vapulean. Era el momento de ascenso del movimiento reformista que
triunfa abrumadoramente en las parlamentarias de 2000.
Líder de un gran movimiento de masas
ascendente, es reelecto Jatami en junio de 2001 y parecía despejarse el futuro
hacia la consolidación democrática. Ahmadinejad no se arredró ni abandonó las
filas conservadoras. Contaba con las babosadas de los radicales y las aprovechó
con extraordinaria habilidad. Jatami va con cuidado en los cambios y eso
desencadena la ira de los “duros”. No enfrenta las milicias en las calles, como
estos querían. Las contradicciones entre los demócratas estimulan a los
conservadores, Ahmadinejad gana la alcaldía de Teherán y pasa a la ofensiva:
elimina restaurantes, teatros y conciertos “occidentalizados”, convierte las
galerías de arte en centros de oración, establece ascensores diferentes para
hombres y mujeres. Tuvo una honrada y eficiente gestión administrativa.
Continuó en el barrio pobre de siempre, no cambió su vehículo, ni cobraba el
sueldo de la alcaldía y vivía de su cátedra.
No
podían faltar…
Repartió comida gratis entre los pobres
y créditos baratos para jóvenes parejas. Se granjeó enorme popularidad. El 7 de
mayo de 2004, ante la perspectiva de un nuevo triunfo de los aperturistas en
las parlamentarias, el Consejo de Guardianes inhabilitó más de cuatro mil
candidaturas. Estúpidamente la oposición decide abstenerse y condena así a
muerte la apertura (remember Venezuela en 2005 y ahora salva-tu-voto) El
abstencionismo entregó el poder a la reacción, que con exiguos votos obtuvo 196
sobre 290 curules. Ahmadinejad inscribe su candidatura presidencial para 2005.
El Consejo de Guardianes inhabilita precandidaturas renovadoras y sólo deja
inscribirse a Rafsanjani, uno de los hombres más ricos y desacreditados del
país. Ahmadinejad, austero, sencillo, cercano, revanchista, prometió luchar
contra la miseria, la corrupción, los privilegios de los nuevo ricos (“la mafia
del petróleo”).
Desestimaron sus mensajes
fundamentalistas (“hicimos una revolución para tener un gobierno islámico y no
una democracia”) o sus anuncios sobre estimular el plan nuclear (“vean sus
manos, no su boca”). Declaró que no impondría chador a las mujeres, ni
reglamentaría los cortes de pelo de los jóvenes. En la segunda vuelta el 24 de
junio de 2005, obtiene 62% de los votos sobre Rafsanjani con 32,2% y una
abstención de 40% que afectó a los aperturistas. Según los datos oficiales en
las elecciones de 2009, obtuvo 62,6% contra 33,7% de su rival Mir-Hossein
Mousavi. En 2013 retornan al poder los moderados con Hasan Rohani, uno de cuyos
pasos esenciales es comenzar el deshielo con Occidente, especialmente EEUU con
el acuerdo nuclear, pese a las amenazas de los revolucionarios. Habría que
enviar para allá los abstencioneros para que acaben con Rohani y los
colaboracionistas.
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