Aleteia 16 de julio de 2015
- ¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio?
Preguntó el visitante a un monje de clausura.
El monje, que estaba sacando agua del pozo, le respondió:
- Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?
- No veo nada, dijo el hombre que se asomó al brocal del pozo.
El monje se quedó inmóvil y en silencio
y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante.
- ¡Mira ahora! ¿Qué ves?
-Ahora me veo a mí mismo en el espejo del agua.
- Ya ves, explicó el monje. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua se
agitada y nos impide ver. Sin embargo ahora el agua está tranquila; cuando hay
paz, silencio y orden, el hombre se descubre a sí mismo.
Me decía un grupo de personas que, periódicamente, buscaban el silencio
fuera de la capital, huyendo del ruido y el estrés para reflexionar sobre
nuestro entorno, sobre sus propias personas en un clima de silencio,
contemplando la naturaleza que expande las miradas y recoge el espíritu para
profundizar en el misterio de la vida.
Las personas, en ocasiones, huyen del silencio, les da pavor, tienen
miedo de la serenidad y la reflexión y por eso ahogan la conciencia con ruidos:
encender la televisión aunque no la estemos viendo, caminar al trabajo o
centros de estudios con los cascos a todo volumen, asistir a conciertos
estruendosos, discotecas estrepitosas...
Tenemos miedo al silencio, pero es en el ambiente de serenidad donde
mejor podemos comprender, coger, disfrutar lo mejor de la realidad de la vida.
Hay que buscar días para renovarnos interiormente y encontrar el verdadero
secreto de la felicidad.
Así es la experiencia del silencio religioso: una fuente de energía que
nos da fuerza y argumentos para no callar cuando debemos hablar, para no
ocultar la cara cuando debemos darla, para hacernos oír cuando nos quieren
amordazar.
El verdadero silencio es esa fuente de locuacidad que nos hará levantar
la voz siempre que lo exijan los derechos de Dios para hacer un mundo más
humano, un mundo como Dios manda.
Y al vernos en silencio, serenos, reflexivos y cariñosos, más de uno se
preguntará: ¿Qué ves?
Es el momento de hablar.
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