Por René Núñez,
21/07/2015
Sigue produciendo espasmo
social y tristeza ajena ver como nuestra nación, rica de “cuna” en recursos
naturales, no ha podido encontrar el camino del progreso y desarrollo humano.
Llegar al 2015 con un índice de pobreza cercano al 50%, nos debe llamar a
reflexión a todos como sociedad.
Muchos pueblos del
mundo no entienden cómo nosotros con una inmensa y variada riqueza
mineral y humana no hemos podido superar el rezago social. No hay respuestas.
Simplemente porque no hemos querido reconocer ni corregir nuestras debilidades,
nuestras desviaciones, nuestros errores, nuestra falta de voluntad y conciencia
política nacional para dejar de lado una cultura rentista petrolera y populista
que tantos daños estructurales nos ha causado como nación.
No me cabe duda,
los últimos 16 años han sido los peores de toda la historia republicana. Ahora
como nunca la economía depende casi todo del petróleo y del préstamo
internacional. El reparto de la riqueza petrolera sigue siendo injusto y
excluyente, haciéndonos más pobres que antes, concentrándose su manejo y
disfrute en unos pocos, privilegiados del poder. No es casualidad que hoy en
día Venezuela ocupa las primeras posiciones en el ranking mundial en
inseguridad, poca transparencia, improductividad, inflación y violaciones de
derechos humanos.
Cuando analistas y
dirigentes políticos nacionales intentan explicar las causales, por lo general,
la discusión se reduce en atribuirle fundamentalmente la culpabilidad total al
gobierno de turno; planteando como solución recurrente el simple cambio de
gobierno. Ignorando las verdaderas causales estructurales del problema de
gobernabilidad y de país en general.
Soy de los que
piensa que estamos cerrando un ciclo histórico en la vida política venezolana.
Una oportunidad como colectivo nacional para voltear la mirada en las
verdaderas causas de nuestro subdesarrollo, íntimamente relacionadas con falta
de valores, educación, confianza y determinación para lograr la transformación
integral de una sociedad conformista, cortoplacista, acostumbrada al peculio
fácil por una más exigente, de superación, de retos mayores donde la moralidad,
la espiritualidad y la seguridad moldeen el quehacer diario de gobernantes y
gobernados.
El desarrollo de
los pueblos nada tiene que ver con un problema de historia, de edad, de
recursos naturales disponibles, de tamaño de territorio, de raza, sexo o color,
de ideología o religión sino de libertades, respeto y conciencia nacional para
asegurar orden, seguridad y trabajo.
La evolución de esa
conciencia ha de ser el objetivo supremo del Estado en todos sus niveles de
poder. La educación y los principios morales son la base social para
asegurarla. Mientras no lo entendamos como ciudadanos, la brecha que nos separa
del primer mundo seguirá ensanchándose.
Esos principios de
vida que no valoramos son los que nos impiden avanzar; si los aplicamos los
cambios tendrán éxitos; ellos son:
1) La ética:
Valorando el comportamiento humano, diferenciando el bien del mal y sus
implicaciones con la moral. 2) La integridad: Actuando con honradez y rectitud
tanto en lo privado como en lo público en el cumplimiento de deberes y
obligaciones. 3) La responsabilidad: Los compromisos son para cumplirlos. En
una sociedad, se espera que las personas actúen de forma responsable,
ejerciendo sus derechos y desempeñando sus obligaciones como ciudadanos. 4) El
respeto a leyes y reglamentos: Respetarlas y hacerlas respetar son obligaciones
de gobernantes, dirigentes y ciudadanos. 5) El respeto por el derecho de los
demás. 6) Valoración y amor por el trabajo: La responsabilidad del gobierno es
crear capacidades y oportunidades para el trabajo; y cada individuo ser el
único responsable de la planificación de su vida y la de su familia. 7) El
Estado y el gobierno debe ser motivadores y facilitadores de la inversión privada con
reglas claras y justas. 8) El deseo de superación debe caracterizar la
conducta privada y pública. 9) La puntualidad: Este requisito conductual
pareciera insignificante pero tiene una importancia por lo que representa en el
cumplimiento de las jornadas de trabajo. 10) La disciplina: Fundamental en el
mantenimiento del orden y la subordinación entre los miembros de un sector o en
una determinada colectividad.
Presidente del
Ifedec Bolívar
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