Edgar Rivero 21 de julio de 2015
El 6D los venezolanos y especial los
portugueseños tendremos la oportunidad de sufragar con la intención de apostar
a un futuro seguro y recuperar la institucionalidad democrática de nuestra
nación. Claro está, democracia implica defender valores como la libertad
pública e individual, recuperar la economía, la salud y la educación, la
meritocracia, el equilibrio entre los poderes del Estado y cumplir con
honradez, como funcionarios públicos.
Paradójicamente en estos últimos años
nos han vendido el cuento que el socialismo es la panacea, es la tabla de
salvación de nuestra gente, porque es supuestamente incluyente y representa la
ascendencia del pueblo al poder; cuando realmente, lo que busca es volvernos
borregos del gobierno de turno. Populismo puro. Tanto así, “el populismo ama
tanto a los pobres que los multiplica”. (Gloria Álvarez, 2015)
Un populismo que se vale de la falta de
educación política, para convencer de sus falsedades a un pueblo que desea
escuchar soluciones. Un populismo que apela a la retórica y a la falacia
(guerra económica) para justificar el hambre y la miseria de nuestro pueblo;
cuando la verdad es que confisca toda la producción privada, con la vil escusa
de “acaparamiento”, para presentarse como el héroe de la historia y lo que hace
es jugar con la necesidad del pueblo; entregando por cuenta gotas, para
mantener las colas. Así todos están ocupados buscando comida y no habrá
marchas, protestas, ni guarimbas. La dependencia, la sumisión y la mentira son
los mejores aliados de esta robolución.
A la par, en el socialismo populista,
ocurren reformas constitucionales aparentemente “democráticas”, para
perpetuarse en el poder al costo que sea, para hacer nuevos organismos que
desde el Ejecutivo, controlen la justicia y generen al mismo tiempo
restricciones económicas, estatizaciones, nacionalizaciones, trayendo como
consecuencias: escasez, inflación, pobreza y cada vez menos oportunidades de
progreso, porque como decía el “eterno” ser rico es malo, pero bien que
disfrutan del dinero de todos los venezolanos para darse la gran vida en el
exterior, utilizando las divisas a las que deberían tener acceso todos los
venezolanos por igual.
Todo este karma social, es el reflejo de
lo negativo y lo nefasto del socialismo populista del siglo 21. Sin embargo,
todo se cae por su propio peso y ya la situación se la ha hecho insostenible.
De modo que se percibe una Asamblea Nacional cada vez más débil. Los diputados
de la bancada oficialista genuflexos, que tristemente son el apéndice del Poder
Ejecutivo, ya no pueden tapar el sol con un dedo. Asimismo, el Poder Judicial
luce bastante desprestigiado con fiscales y jueces que dejan de hacer su
trabajo, para seguir órdenes, según la cartilla cubana. Pero lo peor ha sido
soltar delincuentes de las cárceles, armarlos y asalariarlos para crear
violencia, caos e intimidar a la gente, que ahora son incontrolables.
Por otro lado, cada vez son más las
leyes que controlan la libertad de expresión. La mayoría de los medios ya son
parte del régimen rojo rojito y sólo te informan lo que los gobernantes
quieren. Te presentan una Venezuela como la isla de la fantasía y sí lo es,
para ellos que tienen todos los privilegios y se creen dueños del país;
mientras que los pocos medios independientes están cada vez más arrinconados.
He aquí, la relevancia que tiene
sintonizarse con la realidad, de generar la movilidad social indicada,
valorando en su medida el nivel de responsabilidad que se tiene con el destino
del país. Los venezolanos ya estamos cansados de tanto populismo y politiquería
barata. El 6D es el punto de partida para recobrar los valores republicanos. El
país necesita reconstruirse en pleno y requiere de ciudadanos trabajadores,
probos, emprendedores, que sepan aprovechar las oportunidades reales de
recuperación y desarrollo.
Finalmente, basta ya de darle poder a
quienes nos han destruido. La culpa no es del ciego, sino de quien le da el
garrote. Es hora de generar una esperanza creíble y atractiva. Aquellos que
actúan por inercia a través del populismo que son muchos, sólo les importa
recibir las migajas de los candidatos del PSUV, que les ofrecen comida. Pero
eso es pan para hoy y hambre para mañana. Un país que vive de la migaja y la
dádiva está destinado a permanecer en la esclavitud.
Llegó la hora de romper nuevamente las
cadenas de la opresión. Llegó la hora de enfrentar al enemigo que nos quiere
destruidos, arrodillados, sumisos, hundidos en la miseria y humillados
mendigando migajas en una cola. Llegó la hora de decidir si queremos más
populismo o queremos de vuelta a nuestra República. Llegó la hora de pensar en
grande enderezando el rumbo de esta gran Patria, que nos legaron nuestros
antepasados y nuestros libertadores.
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