Luis Ochoa Terán 21 de julio de 2015
La XLVIII Cumbre del Mercosur que se
realizó en Brasilia, el jueves pasado, se suponía que estaría signada por el
traspaso de la Presidencia Protempore de manos de la Rousseff al Paraguay de
Horacio Carter, el mismo país que ella saco del órgano regional para meter por
la ventana trasera a Venezuela y que esta vez le tocaba el turno de presidirla
por primera vez después de su reingreso al grupo político-económico del
Mercosur. Pero además, se tenía previsto que acuerdos previos entre Uruguay y
Paraguay que se comprometían a presionar a los países grandes para bajar los
aranceles y flexibilizar las posiciones sobre los acuerdos de libre comercio
que pudieron haberse asomado, para que ellos puedan firmar con algunos países y
zonas de libre comercio, para así dinamizar sus economías, aparte de acelerar,
las negociaciones para la firma del acuerdo de libre comercio del Mercosur con
la Unión Europea que lleva 10 años de negociación.
Lo interesante de este planteamiento es
que el concepto de Acuerdos de Libre Comercio ha estado execrado de los países
seguidores del bolivarianismo de Chávez, por lo tanto, es un mecanismo
económico prohibido tanto para la Venezuela de Maduro como para el recién ingresado
de Evo Morales y de Rafael Correa que está esperando turno para su ingreso, con
lo cual, se esperan vientos de fronda en este maltrecho órgano de integración
económica que ha privilegiado en estos últimos tiemos,la ideologización y la
política a lo económico. Estas son las incongruencias de los bolivarianos
latinoamericanos que terminan por complicar al Mercado del Sur , que además, el
propio Ex-ministro de Economía del Uruguay, Ignacio De Posada, declaro el mes
pasado que “el Mercosur ha fracasado porque está encerrado en sí mismo en lugar
de abrirse a otros países y mecanismos de libre comercio” .
Como ocurre siempre, en especial en esta
oportunidad, un Maduro atribulado interno e internacionalmente llego con un
fardo complicado mallugando la reunión del Mercosur con el conflicto limítrofe
Venezuela-Guayana y, como si fuera poco, conflictuandose con la propia
anfitriona que no es responsable de las incompetencias de la cancillería
venezolana que siempre subestima a sus pares y en esta oportunidad, el Presidente
Granger de Guyana, se le adelantó y cuando llegó el todo poderoso bolivariano
venezolano se encontró con la sorpresa de que la Presidenta del Brasil, no solo
se había reunido primero con su contraparte guyanes sino que la indelicadeza e
imprudencia del Presidente-Chofer de Metro bus, quiso interrumpir e
incorporarse a la reunión y su “aliada presidenta Dilma Rousseff” se lo
impidió, con lo cual, lo expuso políticamente, aparte de colocarlo en su lugar.
La reacción del prepotente Nicolás Maduro fue nada menos que no asistir a la
cena que ofrecía la Presidenta del Brasil, desairándola y regresándose a
Venezuela anticipadamente, trayendo solo en portafolio, que se pactase una
reunión en agosto en Paraguay para que se trate el tema de Venezuela con Guyana
en el Mercosur.
A Maduro se le olvido, nada meno ni nada
más, que la gran aspiración del Brasil es su salida al Océano Atlántico por
Guyana, en la cual construye una carretera que le daría acceso por tierra no
solo a Guyana sino al mar para los productos brasileros, pero además, Brasil
mantiene una gran cooperación, económica, política y militar con Guyana que le
garantiza sus intereses nacionales, en la cual, Venezuela no está incorporado.
No nos extrañemos que Pretrobras también goce de una concesión cercana a la de
Exxon y los Chinos, con lo cual, todos los famosos aliados acorralan a un
Maduro que sin olor a petróleo solo le queda pedir concejos al pajarito de
Chávez, para que lo guíe que hacer con Guyana, sus Aliados y las elecciones
legislativas para no perderlas.
La verdad verdadera es que los países
del Mercosur no le dieron ningún apoyo a Venezuela como lo expresaron
abiertamente el Caricom y el Commonwealth con Guyana. Si los bolivarianos
subestiman a Guayana la sorpresa será grande y terrible para los venezolanos
que corremos el riesgo de perder nuestro histórico territorio, de allí, la
importancia de ganar las legislativas para recuperar la democracia y con ella,
la soberanía nacional y frenar a una Guyana que se aprovecha de un Maduro, errático,
débil, sin chequera y con un país en quiebra económica técnica.
Luis Ochoa Terán
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