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miércoles, 29 de julio de 2015

Si hay guerra económica, pero contra el pueblo, por @leofernandezf

Leonardo Fernández 27 de julio de 2015

Para el venezolano el simple hecho de alimentarse se ha vuelto un proceso tortuoso. A la par que la inflación crece y logra que algunos rubros multipliquen 7 veces su precio en pocos meses, la escasez de productos regulados se eleva, y la capacidad de compra del venezolano va e picada; todo esto se conjuga para que los hábitos alimenticios de nuestros ciudadanos estén cambiando.

Uno de los logros de los que se jactaba el gobierno, aumentar el consumo de calorías y de proteínas diarias en la dieta del venezolano, se ha desvanecido. En un país donde 2 kilos de carne y 1 de queso representa la quincena completa de un trabajador, el consumo de proteínas se ha vuelto casi un lujo para los ciudadanos.

Muchos han optado por alimentarse a base de carbohidratos como las harinas o el arroz sin acompañantes, pero la escasez, el terrible acompañante de la inflación en la economía venezolana, impide que el acceso a estos productos sea fácil. Los pocos alimentos que se consiguen están a precios inalcanzables y los otros simplemente han desaparecido del mercado.

Este nefasto panorama, cuya única explicación plausible son las nefastas políticas del gobierno nacional; lo justifican los miembros del ejecutivo por una teórica guerra económica. Desde la narrativa oficial, los empresarios venezolanos han dejado de producir, o acaparan, con la simple intención de hacer daño al gobierno y propiciar su caída. A estos empresarios los apoyan desde el “imperio” quien da las directrices para el fantasioso sabotaje; y por supuesto para poder abarcar a todos los que se enfrentan a las arbitrariedades oficiales, desde el gobierno incluyen en esta guerra económica a los dirigentes de la alternativa democrática.

Estos argumentos caen por su propio peso, en Venezuela así como en el mundo entero a los empresarios les interesa producir y vender para generar ganancias. Los propietarios de grandes, medianas o pequeñas empresas no estarán jamás interesados en llevar a sus negocios a la quiebra por derrumbar a un gobierno, por más que lo adversen. No es creíble que un dueño de una carnicería desaparezca sus productos o los aumente, disminuyendo sus ventas y poniendo en riesgo el sustento de su familia por causar daños a la economía.

La única guerra que es palpable, real e incuestionable es la que lleva el gobierno, por medio de sus desacertadas políticas económicas, en contra de los venezolanos, quienes cada día comen menos y peor, mientras otros son descubiertos con cuentas en el extranjero.

Leonardo Fernández
@leofernandezf

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