Por
Víctor Salmerón
0.
El fin de la armonía. En octubre de 1984, Ediciones IESA puso
en venta un libro que resulta fundamental para comprender por qué en la década
de los noventa el país ingresó en un largo túnel de inestabilidad y decadencia: El
caso Venezuela ¿Una ilusión de Armonía? fue coordinado por Moisés Naím y
Ramón Piñango.
Este trabajo recopiló la
visión de distintos especialistas sobre áreas fundamentales como la economía,
la salud y la educación y culmina con un texto de Naím y Piñango que en ese entonces
resultó un enfoque premonitorio: gracias a la riqueza petrolera, Venezuela
creció, se modernizó y se expandió en todos los órdenes a una velocidad
centelleante sin incurrir en las confrontaciones típicas de estos procesos de
transición. No obstante, tras el Viernes Negro de 1983 ya era evidente que el
descenso de la renta petrolera presagiaba tiempos tormentosos en una sociedad
carente de instituciones sólidas.
Hoy, transcurridos 31 años
de haber sido escritas aquellas páginas, Moisés Naím, convertido en un
influyente analista e intelectual y Ramón Piñango, sociólogo y ex director del
IESA, dialogan sobre cómo se desencadenó la crisis que gestó el ascenso de Hugo
Chávez al poder, el desasosiego de los tiempos actuales y lo qué puede ocurrir
en lo que resta de 2015.
1.
Lo institucional. Como punto de partida para analizar los
antecedentes a la conflictividad de los años 90, Ramón Piñango recuerda que en
1984 “la armonía estaba pegada con alfileres y había que desarrollar los
mecanismos sociales de solución de conflictos, prestarle atención al sistema
judicial, a los consejos municipales. Si algo se hizo mal fue olvidar el
desarrollo de esos árbitros institucionales y hoy estamos pagando las
consecuencias”.
Moisés Naím coincide con
esta apreciación y explica que durante mucho tiempo se evitaron los conflictos
mediante la abundancia de dinero. Existía la idea de que había recursos para
todos y que se repartían, pero si bien esta práctica mantuvo congelada la
confrontación entre distintos sectores como, sindicatos y empresarios,
“debilitó la creación de las instituciones que una sociedad utiliza para
dirimir conflictos cuando no tiene dinero en abundancia”.
2.
Punto de quiebre. ¿Qué desató la tormenta de El
Caracazo de 1989, los intentos de golpes de Estado de 1992 y el rechazo al
programa de reformas que propuso Carlos Andrés Pérez en su segundo gobierno?
Moisés Naím resume que “fue la convergencia de muchos factores. Una vez que
cayó el ingreso petrolero fue mucho más difícil resolver los conflictos y no teníamos
los árbitros. Los partidos políticos estaban muy anquilosados, dormidos. Las
élites empresariales, universitarias, políticas fueron muy miopes y no vieron
que el país estaba entrando en una fase de descomposición muy profunda”.
Ante el argumento de que la
desigualdad desató el conflicto, indica que “éste es un factor que se ha
enfatizado y ciertamente había desigualdad. Pero, si es por eso, ha debido
haber mayor conflictividad en países más desiguales como Chile, Colombia o
Brasil. Si el problema hubiese sido la desigualdad económica, otros países han
debido tener estallidos sociales, políticos y la descomposición que hemos visto
en Venezuela”.
Al evaluar el rechazo a las
reformas que intentó realizar Carlos Andrés Pérez durante su segundo gobierno, Moisés
Naím retrocede en el tiempo para recordar los años en que fue Ministro de
Fomento e indica que “quienes estábamos en el Gobierno cometimos errores muy
importantes, pero las consecuencias fueron desproporcionadas. La sociedad no
estaba dispuesta al proceso de cambio. Líderes muy importantes del sector
privado y de la política no entendían y tenían la ilusión de que era posible
continuar con un país basado en la abundancia petrolera. Hubo una oportunidad
de modernizar el país. El Gobierno no la supo explicar, pero también es posible
que la sociedad no aceptara explicación alguna. La sociedad quería más de lo
mismo”.
Ramón Piñango subraya que
las élites “no asumieron su responsabilidad plenamente ni se ubicaron en aquel
momento histórico”.
3.
Chávez en escena. Moisés Naím considera que el poder que
llega a tener Hugo Chávez, “quien va a manejar a Venezuela como un monarca,
obedece a la debilidad institucional, pero también hay que reconocer que fue un
político extraordinario. Tenía un gran carisma, habilidades para comunicación,
capacidad de conectarse con las masas. La asimetría que había entre estas
capacidades para tocar ámbitos muy sensibles en la sociedad y sus rivales es
enorme”.
Ramón Piñango señala que “se
trataba de un líder excepcional que llegó porque había un inmenso vacío en el
país. Pero siempre me pregunto si ese carisma hubiese sido tan efectivo con un
precio del petróleo alrededor de 8 dólares, que era el valor del barril cuando
él llegó al poder”.
Sobre los tiempos del
chavismo, añade que fue un período durante el cual se exacerbó la creencia de
que había dinero para todo y que todo era posible. “Cuando escribimos el libro
pusimos como ejemplo de este fenómeno el proyecto del puente hacia Margarita y,
si vemos los tiempos recientes, ¿qué tal el ofrecimiento de las playas en el
río Guaire de Caracas o el gasoducto hasta la Patagonia? Otro tema es que la
debilidad institucional se ha profundizado. No tenemos separación de poderes
reales, no hay poder autónomo. Una de las cosas más graves de esta crisis es
que no hay árbitro”.
Moisés Naím agrega que “los
montos de corrupción galáctica de este gobierno y el anterior tienen que ver
con la desaparición de los pesos y contrapesos. Es verdad que en la Venezuela
anterior a Chávez había corrupción pero también, aunque imperfectos e
incipientes, había ciertos controles. Hoy no existe nada y eso es lo que ha
llevado a la exacerbación de la corrupción. Se están robando cantidades
macroeconómicas. Se habla de miles de millones de dólares. Tenemos a un Gobierno
saqueando al país”.
4.
El liderazgo. Sobre el liderazgo que necesita el país
para superar una crisis como la actual, caracterizada por recesión, escasez,
criminalidad y otros factores, Ramón Piñango señala que hay un rasgo de
racionalidad en la sociedad que se manifiesta en el bachaqueo, que no es más
que la respuesta lógica a una serie de incentivos. Tras esta introducción a su
análisis, indica que “el gran reto del liderazgo y de la élites es ver cómo
aprovechan la racionalidad dominante y abandonan demasiados énfasis en
explicaciones culturalistas como que el pueblo es esto y aquello. Una
recriminación constante contra el venezolano. Usted no puede liderar a un
colectivo que descalifica. No se lidera a quien usted desprecia”.
“Las élites no pueden seguir
evadiendo la realidad. ¿Cómo es posible que, ante el problema del tipo de
cambio, dos organizaciones privadas hagan declaraciones diciendo que la culpa
es deDólar Today? No hablan del Banco Central de Venezuela ni del desastre que
está ocurriendo en el sistema financiero en muchos sentidos. Ésa es una
posición que termina siendo culillo y es una gravísima irresponsabilidad”, dice
Ramón Piñango.
Moisés Naím afirma que “los
líderes aparecen de los lugares más improbables. Hugo Chávez es un buen ejemplo
de eso. Podemos esperar que surjan personajes que nadie conoce, de los lugares
más improbables. Otro tema es que más que hablar del caso Venezuela podríamos
referirnos al ocaso de Venezuela: estamos ante un país fragmentado y hay que
recuperar la armonía. Los venezolanos nunca van a estar unidos en todo, pero
hasta que no se recupere la posibilidad de trabajar unidos para buscar
soluciones colectivas va a ser muy difícil sacar al país adelante”.
5.
¿Qué va a pasar? Ante la interrogante de qué se puede
esperar para los próximos meses Ramón Piñango indica que “existe la tendencia a
observar el fenómeno delincuencial como un dato más y no como parte del
problema del poder en el país. Nadie señala el poder de las bandas, coordinadas
entre sí y organizadas. Eso va a tener un peso mayor en los meses que vienen. Y
luego el enfoque de los economistas. Hay que preguntarse si los cambios que
proponen se pueden hacer con este régimen. Y la respuesta obvia es que no. Eso
va a estar planteado con más intensidad durante los próximos meses”.
Moisés Naím considera que
“un pronóstico fácil es que esto no es sostenible. La situación política,
social, económica y de seguridad no pueden continuar. Es muy difícil suponer
que no va a pasar nada”. Añade que en materia económica se requiere un ajuste
integral y “comprender que no hay tal cosa como tres medidas mágicas. Para que
Venezuela entre en una senda de crecimiento sostenido necesita hacer las cosas
bien durante mucho tiempo”. Afirma que, para mantener al día los pagos de deuda
externa, Nicolás Maduro le ha hecho default a los venezolanos
sometiéndolos a escasez de alimentos, medicinas y productos de todo tipo. No
obstante, de cara a las elecciones, considera probable que se busque “un dakazo internacional”
que sería el default a la banca extranjera.
Advierte Moisés Naím: “Uno
se imagina a Maduro en televisión diciendo que no vamos a darle los dólares a
los banqueros imperialistas y se los vamos a dar al pueblo venezolano. Ese
discurso lo veo muy posible. De allí en adelante pasa de todo en términos del
acceso de Venezuela al financiamiento internacional, el embargo de los activos
que tiene la Nación en el extranjero, pero esa historia cabe perfectamente
dentro del estilo, el temperamento, los trucos y triquiñuelas que usa este
gobierno para engañar a los venezolanos”.
En Prodavinci | 29
de julio, 2015
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