Páginas

martes, 21 de julio de 2015

¿Demócratas o populistas? Por @MLopezMaya en ElJoropo.com




Por Margarita López Maya, 20/07/2015

En las venideras elecciones parlamentarias debemos escoger entre dos lógicas políticas, que en nuestra cultura tienden a confundirse: la populista y la democrática.

El populismo es un término polémico, pero desde la obra de Laclau se le identifica por un discurso polarizador, que simplifica la realidad entre unos buenos, que son sectores excluidos de derechos fundamentales -que llama pueblo-, y otros malos, que llama oligarcas, burgueses, etc., que disfrutan del poder. Funciona con un líder carismático, que se relaciona con sus bases de forma directa y personalizada, pues desprecia los partidos y otras instituciones de mediación entre Estado y sociedad. Para promover el cambio político, el populista organiza y dirige a sus bases desde arriba, lo que lo convierte en una especie de monarca.

El populismo comparte con la democracia la importancia de la soberanía popular, pero la entiende de modo muy distinto. Es diferente también su modo de tratar minorías, entender derechos individuales y levantar un orden político justo y estable.

Para el populismo el pueblo es un sujeto homogéneo e indivisible, cuya voluntad es interpretada por el líder. Esta lógica rechaza a partidos y sociedad civil porque introducen fisuras en la voluntad popular. No cree en pluralismo, independencia de los poderes públicos ni controles al Ejecutivo. Usa formas de democracia directa y plebiscitaria para oír la voluntad popular, que considera sagrada.

La idealización de la voluntad popular más su concepción del pueblo como un colectivo homogéneo, desvalorizan los DDHH individuales, debilitando o destruyendo el orden democrático. Su percepción maniquea de la realidad justifica la intolerancia e incluso persecución del adversario como enemigo del pueblo. El populismo crea ingobernabilidad y desigualdad y lleva la economía a la bancarrota.

Todos estos déficits populistas los exhibe el Gobierno. Por ello urge un cambio político, empezando por llevar diputados no populistas a la AN. Votando podemos restituir el Estado de derecho, con su pluralismo y alternancia, entre otros principios constitucionales hoy necesarios para remontar la crisis. La salida justa y pacífica comienza por diferenciar populismo de democracia y dar nuestro apoyo al segundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico