NESTOR MORA 1 de octubre de 2015
“Amor”
es una palabra con tantos significados, que es casi imposible entendernos al
hablar de él. Lo confundimos con querer, tener afecto, desear, sentir placer o
relacionarse de forma positiva. Incluso a veces pensamos que amar es ser
indiferente y despreciar a quien es el objeto de nuestro amor aparente.
San
Juan nos indicó claramente que Dios es Amor, pero ¿Qué amor? ¿Cómo lo podemos
hacer presente en nuestra vida? Dios no nos pide que no amemos a nada o nadie,
nos pide que ordenemos nuestros amores y juzguemos en cuales la imagen de Dios
está presente.
No
existe nadie que no ame. Pero se pregunta qué es lo que se ama. [Dios] No nos
invita a no amar, sino a elegir lo que vamos a amar (San Agustin. Sermón
34,2).
Todos
amamos y reclamamos amor. Ahora, si alguien nos quiere bien y nos señala
nuestros errores, pensamos que nos odia. Pensamos que amar es ser indiferente,
vivir y dejar vivir como cada uno quiera, reír las gracias con soberbia. Amar
duele, conlleva compromiso, verdad y sentido. No podemos amar sin una razón de
amar, porque ese amor sería arbitrario e inconstante.
Tal
como nos dice San Agustín, tenemos que elegir qué amar y después pedirle al
Señor que nos enseñe a amar de verdad a quien es objeto de nuestro amor.
Pedirle que sepamos ser fieles, constantes y sobre todo sinceros y veraces.
Quien ama no teme pasarse horas buscando ayudar a la persona que ama, incluso
si esto conlleva algún disgusto.
Dios
hizo al hombre; el hombre se hizo a si mismo malvado. Ama en él lo que hizo
Dios y destruye en él lo que él se hizo (San Agustín. Comentario al Salmo
100,5)
Hay
una razón por la que Dios ordena nuestro amor de forma clara. Lo ordena dando
primacía al amor que debemos tenerle a Él. Amar a Dios es necesario para amar
quienes nos rodean. Si no amamos a Dios de forma clara, fiel y sincera ¿Cómo
vamos a amar bien a quienes están junto a nosotros? Si no somos capaces de amar
a Dios, no seremos capaces de amar la imagen impresa de Dios en nuestros
hermanos. No seremos capaces de señalar la ausencia de Dios, el mal, que tanto
daño nos hace. Nos quedaremos la simple e interesada filantropía. Filantropía
que se vanagloria de sí misma y se premia a sí misma de forma social.
Recordemos que Cristo nos dijo: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu
derecha (Mt 6, 3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico