Por Daniel Lozano
"Imperios del mundo, este
petróleo es de Venezuela y de nadie más. Será defendido con la propia vida del
pueblo". Nicolás Maduro acudió el viernes a la Faja del Orinoco
para continuar con su agenda económica tras la devaluación
y la subida del precio de la gasolina más barata del mundo.
Impartió doctrina bolivariana, clamó contra sus enemigos y repitió su arenga
nacionalista favorita mientras en un recipiente de cristal vertía el oro negro
que ya no llena como antes sus arcas presidenciales. Como si nada pasara.
Vestido con atuendo semimilitar,
también portaba un casco rojo, sabedor de que se encuentra en el ojo del
huracán político que sacude Venezuela. Opositores de la Unidad Democrática y
chavistas radicales exigen su renuncia, incluso los primeros buscan
fórmulas constitucionales para acortar su mandato. Aliados de toda la vida
escriben metáforas sobre el Titanic y antiguos ministros de Chávez le apuntan
como principal responsable de la terrible crisis social y
económica que sufre el país de la "revolución bonita".
En Miami, donde se han pasado
20 años dando la primicia de la muerte de Fidel Castro,
adelantan que el "hijo de Chávez" está negociando su salida del país,
incluso con la intervención del Papa Francisco. En
Bogotá, una colaboradora del expresidente Álvaro Uribe aseguró que
Maduro había pedido asilo político al gobierno de Santos. La
Cancillería colombiana lo desmintió horas después.
La tierra tiembla alrededor de
Maduro. "Es un secreto a voces que los propios gobernadores militares,
encabezados por Arias Cárdenas, están presionando para pedirle la renuncia. Y
más de uno tiene aspiraciones presidenciales. Hay sectores militaristas
que se creen llamados a gobernar", desveló Henry Ramos Allup, presidente
de la Asamblea Nacional, quien incluso les citó uno por uno. Por supuesto todos
ellos han desmentido esta maniobra, pese a que el primer mandatario ha
conseguido reducir el poder de los militares de cara a las elecciones
regionales de fin de año y del trascendental Congreso del PSUV en abril,
empezando por el propio Diosdado Cabello.
"Ni en Cuba se podrá
esconder"
En términos parecidos se ha
expresado el general retirado Antonio Rivero, quien dirigió con acierto
Protección Civil en tiempos de Chávez y hoy se mantiene en la
clandestinidad. Cuba apoyaría una junta cívico-militar en caso de un
estallido social provocado por la escasez de alimentos y medicinas, asegura. La
estrategia de este grupo, encabezado por el general Miguel Rodríguez Torres, es
ganar tiempo y sostener temporalmente a Maduro. "Toda una patraña de los
mismos cabecillas que han destruido y conducido Venezuela al desastre",
argumenta Rivero.
"Lo cierto es que la
decisión de renunciar sigue sobre la mesa, pero tanto Maduro como Cabello se
juegan la vida al perder el poder. Ya ni en Cuba se podrán esconder",
conjetura el analista Ángel Monagas.
Las malas noticias se acumulan
sobre la misma mesa presidencial. La popularidad del primer mandatario roza
el 20% tras la hecatombe electoral de diciembre, cuando la oposición
aventajó al bloque revolucionario en más de dos millones de votos. Y ni
siquiera la izquierda radical defiende sus medidas económicas, todo lo
contrario. "Chávez tiembla de indignación en el Cuartel de la
Montaña", escribieron Toby Valderrama y Antonio Aponte ante el
"ajuste neoliberal" del mandatario.
"Yo voté por el
presidente Maduro porque Chávez me lo pidió. No volvería a votarle. Hay
que tener cuatro dedos de frente", enfatizó Nicmer Evans, uno de los
líderes de Marea Socialista. "En el chavismo se están analizando varios
escenarios, incluida la renuncia", sostuvo.
La misma ola de desencanto ha
unido a los principales responsables del modelo económico chavista contra
Maduro. Empezando por el exvicepresidente Jorge Giordani, gurú marxista de
Chávez, y siguiendo por Felipe Pérez Martí, extitular de Planificación.
"Yo a Maduro no le doy más de cinco meses. Los chavistas le ven como
un lastre para su futuro político", declaró al diario Tal Cual el segundo.
Ante tamaño alboroto, los
dirigentes oficialistas desmienten. "El PSUV no ha discutido ni discutirá
tal posibilidad", asegura Daniel Aponte, jefe de gobierno de Caracas.
"Tengo la plena seguridad de que el presidente no va a renunciar",
insistió Héctor Rodríguez, jefe del grupo parlamentario bolivariano.
Entre huracanes y tormentas,
el escritor Luis Britto García, siempre oficialista, ha sorprendido a la
opinión pública imaginando a Maduro navegando en su propio Titanic directo
al iceberg. Órdenes, reclama una y otra vez el timonel hasta que le llega la
última: "Convoquemos la orquesta para que interprete melodías
conmovedoras".
La ruta constitucional para
acortar su mandato
La oposición discute cuál de
las tres soluciones constitucionales (enmienda, revocatorio o asamblea
constituyente) es la más viable para acortar el mandato de Maduro. Cualquiera
de las tres supone un camino lleno de obstáculos y trampas. "Maduro será
el primer presidente revocado de la historia de Venezuela", clamó el
gobernador Henrique Capriles al iniciar su recorrido por el país para promover
la figura del revocatorio, aunque también apoya que la enmienda siga su curso
en la Asamblea. Con esta figura se pretende reducir el mandato presidencial de
6 a 4 años. Es la principal apuesta de 'La Causa R' y cuenta con el apoyo de
Ramos Allup. En su contra está la seguridad de que el Supremo no permitirá que
se aplique la retroactividad en esta legislatura. El camino del revocatorio
también entraña un sinfín de dificultades: la confección de una ley de
referendos, la recogida de cuatro millones de firmas, obtener casi ocho
millones de votos y competir posteriormente en una contienda presidencial
contra todo el aparato chavista. Voluntad Popular apuesta por la asamblea
constituyente, pero sabe que el Supremo no permite que el Parlamento use su
mayoría calificada de 2/3 partes para convocarla. Apoyará cualquier iniciativa
con tal de acelerar el proceso.
21-02-16
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