Por Antonio Maria Delgado
El cambio se abalanzó muy
rápido sobre Eleazar González. El entonces niño de 11 o 12 años se dio cuenta
de ello en la cafetería donde solía comer con su padre cuando lo acompañaba en
el trabajo.
“Yo siempre pedía pan con
croqueta de pescado de merluza, con Ketchup y refresco de cola. Y de un fin de
semana al otro, lo que había era pan con almíbar de azúcar, que es azúcar
quemada, y sopa de gallo, que es agua con azúcar”, relató González, quien hoy
vive en Miami.
“No había nada más en la cafetería, y no había
nada en las tiendas”, explicó.
González descubrió de esa
manera la difícil etapa económica de Cuba que el régimen castrista bautizó como
el “Período Especial”.
La vida ya era dura bajo la
dictadura instaurada en 1959, pero lo que ocurrió en la isla a inicios de los
años 1990 con el desmoronamiento de la Unión Soviética no tenía precedentes. La
suspensión del subsidio soviético en 1990 llevó a la isla a perder un tercio de
su Producto Interno Bruto, y a ver una contracción del 80 por ciento de sus
importaciones y exportaciones.
El pueblo cubano pasó mucha
hambre; muchas familias entraron en desesperación, relató González.
“Mi compañera de secundaría se
convirtió en prostituta. Era una niña de una familia seria, de valores. Pero
ella vivía con sus abuelos y él murió, y se quedó sola con su abuela, y luego
ésta se enfermó”, relató González. “Ella tenía 14 años, y no sabía qué hacer, y
tuvo que meterse a jinetera. Esa es una de las cosas que recuerdo con mayor
tristeza”.
Al igual que su amiga, muchas
niñas de la localidad en que vivía corrieron la misma suerte, insistió.
Venezuela al rescate
Al final fue la asistencia
petrolera de Venezuela lo que permitió a Cuba dejar atrás su difícil etapa
económica, al suministrar créditos y más de 120,000 barriles diarios de crudo
que el régimen de la isla no paga con moneda dura.
Pero ahora es Venezuela la que
está en vías de entrar en su propia versión del período especial, con una
contracción brutal de su PIB y niveles de escasez y de inflación que prometen
hundir al país en uno de los períodos más oscuros de su historia.
Pero a diferencia de lo que
sucedió con Cuba, Venezuela no parece contar actualmente con un país amigo que
le ayude a superar el trance, y lo que curiosamente es peor, el régimen de Nicolás
Maduro insiste en mantener el gigantesco subsidio a Cuba, aún cuando millones
de venezolanos ingresan rápidamente en una angustiante espiral de miseria.
“Venezuela sigue suministrando a Cuba cerca de
85,000 barriles diarios”, estimó desde Miami el experto petrolero Horacio
Medina. “Pese a las enormes dificultades por las que atraviesa Venezuela, el
régimen [de Nicolás Maduro] sigue manteniendo a flote a los Castro”.
La asistencia financiera de
Venezuela a Cuba en el pasado había sido estimada en más de $5,000 millones al
año, en parte a que los precios del crudo llegaron a rondar por encima de los
$100 el barril y a un suministro de crudo que superaba los 125,000 barriles
diarios.
Pese a las enormes
dificultades por las que atraviesa venezuela, el régimen [de nicolás maduro]
sigue manteniendo a flote a los castro.
Horacio Medina, experto
petrolero
A los precios actuales, los
85,000 barriles diarios que aporta Venezuela apenas equivalen unos $800
millones, pero ese monto es urgentemente necesitado en el país petrolero, donde
los alimentos y las medicinas ya escasean.
El que Venezuela esté en vías
de ingresar en su propio período especial es una sorprendente hazaña para el
régimen bolivariano, que administró una de las mayores bonanzas petroleras en
la historia del país sudamericano.
El chavismo manejó más de un
billón de dólares (trillion en inglés) en renta petrolera, además de obtener
gigantescos préstamos de China y de Wall Street.
“A pesar de la bonanza, el
sector público registró un déficit de 17.5 por ciento del PIB, una cifra
demencial, totalmente inaudita en un país que debía haber ahorrado su buena
suerte para cuando ésta se agotara”, escribió recientemente el ex ministro de
Planificación de Venezuela, Ricardo Hausmann.
En el 2012, los desequilibrios
alcanzaron su clímax, pero los desvaríos venían desde tiempo atrás, explicó
Hausmann en una columna de opinión.
Otro países aprovecharon los
buenos precios de sus materias primas para fortalecer su balance en moneda
extranjera, ya sea reduciendo la deuda externa o acumulando activos
internacionales.
Pero en Venezuela, el régimen
los utilizó para profundizar el control del estado sobre la economía, siguiendo
el modelo aplicado por el castrismo en Cuba.
$5,000millones al año el monto
de la ayuda financiera de Venezuela a Cuba en el pasado
Aprovechó la bonanza “para
declararle la guerra al sector privado, poniéndose a competir con importaciones
baratas, racionándole el acceso a divisas para importar, expropiándolo u
ocupándolo, regulándole los precios y márgenes, criminalizando los inventarios
e inclusive la exportación y sujetándolo a un sinnúmero de regulaciones que
acabaron por extinguir su rentabilidad”, explicó Hausmann.
Economía a punto del colapso
El resultado final es una
economía que está en vías de colapsar, mostrando síntomas similares
a los registrados por Cuba en los años 1990.
Según proyecciones del Fondo
Monetario Internacional (FMI) , la economía venezolana está en vías de
contraerse en 6 por ciento este año, tras hacerlo en 10 por ciento el año
pasado.
Pero esos números son
conservadores, dijo desde Caracas el economista Orlando Ochoa, al resaltar la
gran confusión que existe sobre los datos estadísticos de la economía
venezolana, en vista de la insistencia del régimen de Maduro por maquillar y
ocultar los números reales.
“Mi impresión es que la economía se contrajo
entre el 10 y el 11 por ciento el año pasado, y este año, manteniendo el curso
de las distorsiones actuales y la celeridad de la brecha de divisas, diría
también que podríamos ver una contracción similar de entre el 9 y el 10 por
ciento.
En términos de escasez y de
inflación, las proyecciones de Ochoa también superan los números del FMI, que
pronosticó una tasa de 720 por ciento para este año.
“La inflación va a estar entre
700 y 900 por ciento, si el gobierno permite –como dijo Maduro la semana
pasada– que los precios se ajusten por encima de los costos, si ajustan
salarios al incremento de la inflación, y si cumplen con el anuncio de
introducir una tasa de cambio flexible”, señaló Ochoa.
Estas medidas, al ser
introducidas sin acompañarlas por un verdadero programa de ajustes
macroeconómico, son la receta perfecta para cimentar las condiciones
hiperinflacionarias que ya registra la economía venezolana.
De continuar por el actual
proceso de deterioro económico, Venezuela bien podría sufrir una contracción de
su PIB de una magnitud similar al registrado por Cuba en los años 1990, al
tiempo que millones de venezolanos ya comienzan a padecer el mismo grado de
desesperación por la falta de alimentos y medicinas que sufrió la población
cubana durante el período especial.
Pero expertos económicos
cubanos señalaron que las condiciones en Venezuela aún no muestran el mismo
grado de deterioro.
Ese se debe en parte a que ya
la economía cubana estaba bastante deteriorada cuando la Unión Soviética
suspendió el subsidio y los controles que el régimen ejercía sobre la economía
y la sociedad siempre fueron mucho más extensos de lo que llegó a ser en
Venezuela, explicó desde Miami Jaime Suchlicki, director del Instituto de
Estudios Cubano y Cubano Americano.
Aparte de eso, Venezuela sigue
teniendo muchos más recursos que Cuba.
“Cuba no tenía petróleo. Los
rusos, que eran los que mandaban petróleo, dejaron de hacerlo y eso fue un
desastre económico para la isla aunque no era que Cuba estuviera muy bien, ya
estaba en una situación difícil a pesar de la ayuda de la Unión Soviética”,
agregó Suchlicki.
Según los pocos datos
estadísticos disponibles, Cuba recibió $21,733 millones de la Unión Soviética
en los últimos cuatro años del subsidio, promediando algo más de $4,400
millones al año.
Ese dinero era esencial para
alimentar a la población cubana. Cuando desapareció, los habitantes de la isla
comenzaron a ver de frente el espectro de la hambruna.
“La comida se convirtió en una
obsesión nacional. La gente se dedicaba solo a eso, buscando la manera de
conseguir comida. Además había apagones. Era una situación desesperante que dio
lugar a la salida masiva que hubo en 1994 por mar, que fue durante la
presidencia de Clinton”, dijo María Werlau, directora ejecutiva del Cuba
Archive.
“Hubo una explosión social que
ellos controlaron muy bien porque tienen tropas especiales y sacaron las
Brigadas de Respuesta Rápida a la calle, pero había un efervescencia social,
como es lo que estamos viendo en Venezuela”, agregó.
La obsesión nacional por la
comida quedó recogida en la palabra “resolver”, que ocupó el quehacer diario de
la gran mayoría de cubanos que no podían sobrevivir con lo que aportaba la
tarjeta de racionamiento.
“Resolver significaba
conseguir un vasito de leche o un pedazo de pan. Siempre había la libreta de
racionamiento, pero nunca alcanzaba. Te daban tres huevos, una libra de arroz,
con eso no se podía vivir”, dijo Suchlicki.
“Se vivía del mercado negro.
Robando de las empresas estatales. Se vivía del truque, cambiando una caja de
tabaco por una lata de jamón polaco”, agregó.
González dijo que en la zona
rural donde estaba él se vivía mejor que en la ciudad, porque en el campo
siempre se encontraba algo de producción agrícola que era robada y vendida en
el mercado negro.
Sin embargo, su familia pasó
por momentos muy difíciles.
“Mi abuela rompió la prótesis
que tenía en la boca para sacarle el oro y venderlo. Le dieron como cuatro o
cinco jabones, un paquete de detergente y una salchicha”, relató.
25-02-16
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