Por Pedro Pablo Peñaloza
El líder de la Cámara advierte
sobre la amenaza de una intervención militar y opina que el Gobierno del
presidente Nicolás Maduro enfrenta una “crisis terminal”. Dice que no ve las
encuestas que lo incluyen en la lista de presidenciables y afirma que quienes
dentro de la oposición le acusaban de ser un “carro chocón”, hoy le dan la
razón y entienden la necesidad de impulsar ya un cambio en Miraflores.
- En distintas ocasiones ha
expresado su inquietud ante una posible intervención militar como respuesta a
la crisis política del país. ¿Por qué esa preocupación? ¿Tiene pruebas de
alguna conspiración militar?
- Pruebas no tengo, pero de
que vuelan, vuelan. En Venezuela y América Latina, crisis como esta suelen
desembocar en una irrupción de los militares para resolver los conflictos que
la política no resuelve. Ese es el eterno pretexto de los militares para
intervenir en casos como este. En la situación venezolana, con esta espantosa
crisis económica y social, con este choque de poderes –que no tiene otro
nombre- mediante el cual el Ejecutivo, haciendo uso del Tribunal Supremo de
Justicia, pretende neutralizar todas las iniciativas de la Asamblea Nacional y
el cumplimiento de sus deberes constitucionales, se está sirviendo la mesa para
los que creen que la intervención de los militares es una solución.
El Gobierno, vuelvo a
repetirlo, está en una crisis terminal, acosado desde adentro y desde afuera.
Factores internos del propio chavismo, desesperados por la situación y el
fracaso de su proyecto, están planteando la renuncia de Maduro como el mal
menor. No tengo la menor duda de que el propio Gobierno puede estimular una
salida militar como pretexto y justificación histórica de su fracaso. La cúpula
militar, esta y las anteriores, por razones que no voy a mencionar, siempre han
estado cuadradas con el Gobierno, pero en el seno de la Fuerza Armada Nacional
existe un sector muy amplio y basto que no respalda lo que está haciendo el
Gobierno, y hay otro núcleo importante también que cree en una salida de
fuerza. Hay militares institucionales, militares progobiernistas y hay el
núcleo que pudiéramos denominar castrense que cree que los militares pueden
intervenir para resolver.
- El presidente Nicolás Maduro
insiste en que la revolución se sustenta en una férrea unidad cívico-militar.
¿Usted lo pone en duda?
- No es en absoluto así y el
Gobierno lo sabe. El Presidente ni siquiera puede afirmar que hay una cohesión
dentro del propio sector civil que apoya su Gobierno, porque es ampliamente
conocido que enfrenta un cuestionamiento muy severo. Además, tampoco escapa a
la consideración de los observadores que a uno de los factores que se
consideraba con más fuerza dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), Diosdado Cabello, de repente le hacen una razzia y prácticamente
le liquidan todos los miembros que tenía en la dirección nacional, menos
cuatro. Todas esas son evidentes señales de que no hay ese factor de cohesión
en el sector político civil que respalda al Gobierno y la situación es mucho
peor en el seno de la FAN. Yo no me he reunido con ningún militar para hablar
de estas cosas, pero son informaciones que se filtran porque hoy en día no hay
secretos.
- Aunque el presidente Maduro
anunció que los devolvería a sus cuarteles, los militares mantienen el control
de ministerios clave y recientemente el Ejecutivo sorprendió con la creación de
la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas
(Camimpeg). ¿Cómo interpreta estas decisiones?
- Creo que en lo que se
refiere a los militares, el Gobierno lo que está demostrando es que necesita
esas concesiones para contar con cierta base de respaldo en algún sector. Esta
compañía recién constituida (Camimpeg) tiene como razón social las
explotaciones petroleras, gasíferas y mineras; es decir, es más amplia que la
de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Eso nunca se había visto. Son concesiones,
contraprestaciones. Como decían los romanos: Do ut des, doy para que des.
- ¿Cómo sacar por la vía
institucional a un régimen que desconoce a las instituciones?
- Si nos vamos a atener a que
todo cuanto hagamos va a conseguir en el Gobierno un muro de contención y que
para eso utilizará al TSJ, no haríamos nada. Si el Gobierno utilizando su TSJ
insiste en negar nuestra autonomía y desconocer la voluntad popular, tendremos
que seguir adelante. Eso sin duda agrava la crisis institucional que ya existe.
- Apenas se instaló la
AN, usted prometió que en seis meses presentaría una fórmula para cambiar al
Gobierno. ¿Ese planteamiento no echó más leña al fuego de la polarización y la
tensión política?
- Esos son los riesgos
que toda decisión política supone. No voy a decir tampoco que fue un cálculo
matemático muy minucioso hecho por políticos infalibles. Nada que se le
parezca, hicimos una promesa de campaña, interpretando el sentir de la inmensa
mayoría de los venezolanos, viendo que los problemas se agravaban cada día y
que el Gobierno no rectificaba de ninguna manera. Tomamos la decisión, hicimos
el anuncio y recibió el respaldo popular. La gente votó sabiendo lo que la
oposición ofrecía. No podíamos traicionar el mensaje. Ese mensaje decía que
íbamos a recuperar la autonomía del Poder Legislativo, que íbamos a debatir, a
controlar y a vigilar, y que íbamos a procurar una salida institucional,
democrática y constitucional dentro del lapso de seis meses a partir del 5 de
enero. Eso hemos hecho.
Algunos factores de la
oposición también dijeron que yo era una especie de carro chocón simplemente
por honrar la promesa que entre todos hicimos, pero se han dado cuenta de que
no era ningún carro chocón, sino que tenía razón y ahora más bien les parece
que el lapso de seis meses es demasiado largo.
- Entre las opciones que se
han planteado en el debate público (reforma constitucional, enmienda
constitucional, Constituyente y referendo revocatorio), usted ha manifestado su
inclinación por la enmienda. ¿Por qué?
- Sí, me parece la más
sencilla. Te voy a hacer una revelación. En este interés por conocer las
opiniones del Gobierno, se han producido muchas reuniones. Casi todas sin
resultados, algunas con resultados mínimos. Yo conversé con el doctor Hermann
Escarrá hace algunos días, una conversación muy grata, muy cordial, revisando
la situación del país. Yo lo escuché en un programa de José Vicente Rangel
decir que si la AN promovía una enmienda para recortar el Ejecutivo, podía
producirse también una propuesta del Ejecutivo para recortar a la AN. Bueno, yo
le dije –sin que él me expresara nada oficialmente de parte del Gobierno- que
en lo personal me gustaría mucho que promoviéramos tres enmiendas para recortar
a Ejecutivo, Legislativo y TSJ, que las votáramos por separado y que nos
atuviéramos a la voluntad popular. Escarrá no me dijo nada, se limitó a
escuchar, no emitió opinión, pero allí hay una propuesta.
- Habla de reuniones con
personas vinculadas con el Gobierno y también ha admitido contactos con el
vicepresidente Aristóbulo Iztúriz. ¿Esos acercamientos han arrojado resultados?
- Contactos sí, resultados no.
Ojalá los contactos hubieran estado acompañados de resultados. Eso es lo
deseable. ¿Qué resultados hemos tenido? La comparecencia de los ministros, la
concurrencia de algunos funcionarios a las comisiones con mil pretextos y
evasivas. Lo insólito es que para mantener la autonomía de la AN frente a un
Gobierno que irrespeta sistemáticamente la Constitución, tengamos en cada
momento que estar insistiendo en el ejercicio de nuestras facultades
constitucionales.
- Usted saludó la
designación de Iztúriz como Vicepresidente de la República.
- Aristóbulo es un político
muy experimentado, un parlamentario de vieja data, tiene mucha relación incluso
hasta personal con factores políticos de la oposición y todo eso cuenta. Si
bien las relaciones institucionales entre poderes no dependen de las buenas o
malas relaciones entre las individualidades, lo cierto es que si las relaciones
son buenas eso facilitaría los entendimientos. Ojo, no quiero decir que por el
hecho de que haya buenas relaciones los resultados van a ser buenos. Hasta
ahora ha habido comunicaciones muy sinceras, muy respetuosas, pero los
resultados prácticamente han sido muy pequeños.
- ¿Con la juramentación de los
diputados del estado Amazonas, la AN no sobreestimó su fuerza y subestimó la
del Gobierno?
- Cuando juramentó a los
112 diputados, la AN lo que hizo fue simplemente cumplir con el mandato de la
voluntad popular. En el caso de esos diputados hubo hasta proclamaciones por
parte del Consejo Nacional Electoral, que como sabemos es quien implementa el
sistema electoral “más perfecto del mundo”.
Bien, se produjo esta
emboscada judicial, una más, para tratar de disminuir nuestra fuerza parlamentaria
pensando en aquello de los 2/3, pero además con el insólito agravante de dejar
a todo un estado sin representación. Nosotros lo que no podíamos era decir,
dado que hay un procedimiento en curso, no juramentemos a los diputados.
Teníamos que asumir el riesgo. Si posteriormente el TSJ fue más allá,
imputándonos de estar en situación de desacato con lo cual se afectaría
posteriormente cualquier decisión, procedimos, como dije, a doblarnos para no
partirnos, sacrificar algo para salvar el todo. Fíjate que fue una decisión
correcta y bien percibida por la opinión pública, no como cobardía, sino como
un vadeo para salvar lo más importante que era la existencia de la AN. Siempre
vamos a tener esos riesgos, siempre tendremos esa espada de Damocles del pelotón
de ejecución que es el TSJ, ahora, lo que no podemos decir es que en razón de
que eventualmente van a declarar inconstitucional lo que hagamos, entonces, no
hagamos nada.
- Dirigentes de la Unidad
proponen “desparlamentar” la agenda de la oposición. Advierten que la
estrategia opositora no puede limitarse a la actividad parlamentaria.
- Los escenarios no son
incompatibles. Ahora, el instrumento más eficiente que tenemos, sobre todo
porque deriva del mandato popular, no podemos por algún complejo o prurito
decir que como la Mesa es previa y la elección fue después, debemos privilegiar
una vía sobre la otra. Yo no diría ni siquiera que son complementarias, son
autónomas pero vamos al mismo ritmo. Los diputados de la oposición somos tales
porque llevamos a cabo una campaña electoral exitosa desde la Mesa. ¿Cuál ha
sido nuestro principal logro en todo este tiempo? El triunfo parlamentario. Una
vez que obtuvimos el triunfo parlamentario, no es para ver el trofeo, sino para
utilizar el instrumento en el logro de los propósitos que como unidad política
nos trazamos en la campaña y tenemos que ejecutar.
- En la campaña
electoral, usted dijo que no veía al presidente Maduro culminar su mandato en
2019. Luego de la derrota del 6 de diciembre, el Gobierno radicalizó su
posición. ¿Mantiene la idea que expresó antes de los comicios?
- Sí, pero la dificultad de
que termine no depende de que se haya radicalizado. Se radicaliza después, la
situación terminal es antes. Esta radicalización es la terquedad del débil.
Primero, perseverando en un proyecto manifiestamente fracasado. Al no
rectificar, agravan su propia situación. El propio Gobierno está convencido de
que no puede salir a flote. ¿Qué hace? Para mí, esta radicalización no es otra
cosa que la instrumentalización de la crisis cuyo desenlace ellos quieren que
sea factual. No tengo la menor duda. El Gobierno no está procurando nada para
que aquí haya una salida institucional.
- El escenario que
plantea interpela directamente al ministro de Defensa, Vladimir Padrino López,
con quien usted ha sostenido controversias públicas.
- No necesito ofender
para responder con contundencia. Me llama mucho la atención que para justificar
la condición deliberante de la FAN, el ministro se haya tenido que remontar
miles de años, a Aristóteles, para hablar del zoon politikón. No, no ha
debido remontarse tan lejos en el tiempo, hubiera visto simplemente lo que dijo
el Libertador en Bogotá el 24 de junio de 1828: el hombre armado no debe
deliberar, desgraciado el pueblo en que el hombre armado delibera. Allí
está la respuesta a Padrino López, no en Aristóteles, en el Libertador que fue
mucho más directo.
- Algunas encuestas ya lo
incluyen a usted en la lista de presidenciables. ¿Qué opina?
- No he visto ninguna
encuesta, pero la verdad si son buenas, malas o regulares yo no sé. No ando
haciendo cálculos, simplemente estoy cumpliendo con mi deber. Si tengo suerte
de que la gente apoye lo que estoy haciendo, formidable. Pero si la gente no
apoyara, cosa que sería simplemente motivo de reflexión, es para tratar de
hacer las mismas cosas de modo distinto. Creo que la gente ha visto que hemos
honrado la palabra, eso es lo más importante en política.
- ¿Habla el líder de una
eventual transición?
- No, es que aquí no hay transición.
Cuando la gente habla de transición supone es que caído Maduro, lo sucede un
Presidente transitorio. Esa era la Constitución de 1961, cuando destituido el
Jefe de Estado, el presidente del Congreso ocupaba el cargo por 30 días y se
procedía a una elección. Pero ahora no es así. Si Maduro renuncia, resulta
destituido o revocado, esa transición de 30 días la ocupa el Vicepresidente. Y
si la falta absoluta del Presidente se produce en los dos últimos años, ¡ay,
peor!, no hay proceso electoral sino que el Vicepresidente ocuparía la
Presidencia por dos años. Así es que yo no estoy trabajando para ninguna
transición.
21-02-16
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