La crisis de agua está
afectando la vida cotidiana de sus habitantes, sino que también está incidiendo
en las actividades agrícolas y pecuarias, lo cual puede agravar la situación
con la escasez de alimentos.
“Algo evidente en la
producción agropecuaria es que el ganado necesita beber agua y para el
crecimiento del pasto y los cultivos también se requiere agua. Entonces,
estamos hablando de un problema que incide en toda la vida nacional”, informó
la directora de Ecología y Ambiente de Miranda, Evelyn Pallotta.
“Los embalses surten alrededor
del 35 % del consumo del agua, eso es importante, y alrededor de 20 % en
riego”, indicó la funcionaria, ganadora del premio Europa de Desarrollo
Sustentable, agregando que la falta del vital líquido para el ganado y los
cultivos en las zonas que dependen, principalmente, de los reservorios, ha
obligado al gobierno nacional a declarar como críticas las regiones productoras
que se encuentran en los estados Carabobo, Delta Amacuro, Guárico, Nueva
Esparta, Sucre, Vargas y Zulia.
La especialista indicó que
todo lo que se relaciona con la productividad incluye al agua. “Para refinar,
por ejemplo, un galón de petróleo, se requieren 7 mil litros de agua; muchas
actividades refrigerantes vienen marcadas por el agua, pues a través del flujo
de agua se refrigera. Para producir 500 gramos de queso se requieren 2500
litros de agua”, agregando que a eso se le denomina “agua virtual”, pues el
líquido está inmerso en los productos elaborados que la gente no percibe
directamente como agua.
“Hay que subrayar que ahora
estamos en una sequía pico, pero después vendrá un exceso de agua, de
inundaciones, porque así funciona ese ciclo, como un péndulo entre sequía
extrema e inundaciones extremas. Además, 70 % de la energía eléctrica procede
de la hidroelectricidad”, afirmó la experta.
Y es que el manejo
desprevenido de fenómenos climáticos como El Niño - por cierto, al cual el
Ejecutivo atribuye la precaria situación de suministro del recurso hídrico-,
tiene una altísima cuota de responsabilidad, derivando en un asunto de carácter
transversal.
“Desde hace años se debió
emprender una labor sostenida en el campo de la ingeniería genética para
seleccionar especies resistentes a la sequía y a las inundaciones profundas,
pero, en cambio, lo que hicieron fue mutilar y perseguir a los institutos,
abortando la investigación, la innovación y la tecnología”.
La funcionaria mostró su
asombro por la falta de inversión en el levantamiento de obras, recordando que,
en lo atinente a los embalses, tal directriz no se cumple. “Para mantener la
cobertura, en 1999 se requería una inversión de 343 millones de dólares por
año, y con 210 millones en una década, se trataron de mantener las mismas
condiciones. Obviamente, todo se ha ido deteriorando hasta tal punto que el
gasto por el agua de la cisterna tiene que formar parte de la cesta básica”,
apuntó.
“Cada vez el racionamiento se
hace más profundo y esa no es la forma de resolver el problema: racionar y
restringir, no solucionar. No se construye un embalse desde 1999 y la población
sigue aumentando, pero tienes por 18 años el mismo suministro con más gente,
viviendas e industrias, un crecimiento vegetativo que estás obligado a cubrir”,
comentando que la política pública no puede ceñirse solo a anunciar que el
remedio es evitar los robos de agua y reparar las tuberías.
“En el fondo, el derecho al
agua potable es una garantía humana fundamental porque quien no tiene acceso al
agua pues no tiene vida. Y acceso al agua no es nada más que tener un tubo que
llega a la casa, sino que haya agua todo el tiempo y que sea potable”,
concluyó.
24-02-16
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