Por Vicente Díaz
El problema no es salir del
presidente Maduro, el problema es salir del modelo que condujo a Venezuela al
desastre. Maduro saldrá cuando toque que salga, si así lo quiere la mayoría.
El desastre nacional no empezó
con Maduro ni termina con él; por supuesto que él lo empeoró. Empezó con el
modelo que impulsó el difunto presidente Chávez, al que etiquetó como
socialismo del siglo XXI. Un nuevo nombre para el mismo viejo proyecto ortodoxo
que ha arruinado a todo país que se dejó llevar por los cantos de sirena de la
narrativa marxista.
Narrativa muy poderosa, no por
cierta, funcional o exitosa sino porque, primero, tiene una enorme coherencia
interna: su método, concepción y praxis se amalgaman perfectamente para
presentar una visión de la sociedad, la historia y el individuo muy
consistente, errada en sus premisas pero consistente con ellas.
Segundo, porque ofrece un
romántico sentido de causa: el presente es de lucha el futuro nos pertenece
porque la historia es teleológica e inexorable, solo somos sus parteros.
Y tercero, porque explica
todo. Incluso la física o la biología pueden ser burguesas o revolucionarias
según los marxistas. Durante muchos años la Unión Soviética se negó a creer e
investigar genética porque suponía un determinismo biológico contrario a la
verdad marxista de que el ser social determina la conciencia.
El proyecto marxista del
chavismo descansa, a su vez, sobre tres pilares amalgamados con lo anterior:
Un sistema axiológico de exculpación:
todo vale si ayuda a la revolución, o eres pobre porque un rico te robó lo que
te tocaba.
Una concepción de la realidad
económica colectivista y rentista: lo privado es negativo porque priva al
otro su uso y disfrute, y la remuneración no debe ser función del esfuerzo y la
productividad sino de la necesidad (más bien de tu relación con el
poder).
Unos referentes de acción
política excluyentes: no se negocia, se impone; no hay oposición, solo
enemigos.
Ese es el modelo. Se impuso
por la sinergia del gigantesco carisma del presidente fallecido con el
astronómico ingreso petrolero. Ambos se han ido, solo queda el desastre que ese
modelo ha creado.
Pero el peligro es la
nostalgia. Se puede salir de Maduro, pero si no se desmonta culturalmente la
narrativa y práctica del marxismo chavista, la nostalgia por el carismático
líder y por la dilapidada bonanza petrolera puede traer de vuelta al poder a
ese proyecto en un pestañeo.
Afortunadamente el gobierno de
Maduro está generando un proceso de desencanto tan vasto y profundo que
posiblemente la gente no quiera durante mucho tiempo saber nada que le recuerde
este triste episodio de la historia de Venezuela.
Justamente el peligro es que
una salida a destiempo pueda terminar abortando el proceso de desencuentro con
ese modelo y se le abra paso en corto plazo a la nostalgia restauradora.
El gobierno es responsable del
desastre no solo por mal gobierno, sino porque mantuvo y profundizó lo que
jamás ha funcionado. Pero la legítima desesperación por salir de este
desastroso gobierno no debe conducir a una inadecuada valoración de métodos y
momentos. Los métodos están claros:
La enmienda constitucional
para recortar mandato es una opción, pero a pesar del precedente del 2000 donde
Chávez volvió a empezar de cero en ocasión de la extensión del periodo
constitucional de 5 a 6 años en la nueva Constitución, el tan autónomo TSJ
puede dictaminar que esa enmienda no es “retroactiva” y por ende no aplica a
Maduro.
El revocatorio supone la
recolección de 4 millones de firmas en las condiciones y con los procedimientos
que convenga el CNE y luego lograr sacar poco menos de 8 millones de votos para
superar los que sacó Maduro cuando compitió con Capriles. Y si el proceso de
revocatorio se extiende hasta el año próximo el remplazo de Maduro será el
vicepresidente que él haya designado para ese momento.
Ambas vías están ahí, llenas
de obstáculos y dificultades, se pueden transitar pero no será coser y cantar.
Lo otro, es el momento: ¿es
este el momento?
Desplazar al gobierno actual
significa que a la oposición devenida en nuevo gobierno le tocará completar el
periodo constitucional hasta las próximas elecciones en 2018. Ese nuevo
gobierno deberá tomar medidas de ajuste reales, y no estos parapetos anunciados
hace unos días por Maduro. Esos ajustes tendrán un enorme costo político para
el nuevo gobierno que tendrá que, con ese pesado fardo a cuestas, enfrentarse
al chavismo en las nuevas elecciones; que para ese momento será la oposición y
estará encabezando las protestas contra los ajustes.
¿Un nuevo gobierno opositor
tendrá el sentido de responsabilidad tan alto para emprender los ajustes
indispensables, a pesar de que la amenaza del retorno electoral del chavismo
incite a aplazar esos ajustes? Y si aplica los ajustes ¿podría devenir esto en
que una eventual salida de Maduro genere un gobierno de la oposición que
termine haciendo el “trabajo sucio” de sanear la economía para que luego
retorne el chavismo a cosechar los beneficios de ese ajuste?
La crisis del país es tan
grave que uno se pregunta si alguno de los polos políticos tiene la fuerza
suficiente para emprender un proyecto de rescate nacional por sí solo. En el
caso del chavismo es claro que no tiene ni la fuerza ni la visión histórica
necesaria para esa tarea.
En el caso de la oposición
seguro que tiene la visión.
Todo indica que este es el
momento de un gran acuerdo nacional alrededor de un proyecto de rescate,
liderado por la oposición indudablemente porque las autoridades actuales no
tienen ninguna posibilidad de convocar los descomunales montos de inversión que
requiere el reflotaje del país, pero con la activa participación del chavismo
democrático que haya entendido la inviabilidad de la propuesta marxista.
Resolver la crisis económica
pasa por darle piso político a las decisiones que habrá que tomar. Ningún
sector se sumará a darle piso político a nada si asume que quien manda lo que
persigue es destruirle e impedir la alternabilidad democrática.
Eso no lo entendió
Maduro que ha tratado de inhabilitar la AN al mismo tiempo que le pide que le
respalde en sus descaminados ajustes.
25-02-16
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