Por SS Alejandro Moreno
En artículos de hace algún año
me preguntaba si ciertos movimientos del hampa, como la toma de autobuses, de
calles, de salones de clase en alguna universidad, no anunciaban para el
inmediato futuro la ocupación de ciudades enteras y la posibilidad de un poder
total, político y social, malandro. Esa previsión ya es realidad plena desde el
año 2015 y este primer mes y medio de 2016. La ciudad de Maracay fue
paralizada, mediante comunicado y todo, por un pran de barrio; Porlamar y media
Margarita fueron detenidas por largo tiempo mientras se enterraba al Conejo en
medio de un concierto de tiros y explosiones.
Las pequeñas bandas de barrio
han dado paso a las macrobandas que dominan regiones enteras, ciudades, pueblos
y grandes conglomerados urbanos. El Picure anuncia el traslado de su sede de
San Juan de los Morros a Ocumare con ochenta de sus forajidos y abre el
reclutamiento y selección de personal (sic) para su nueva banda, los “Hermanos
del Picure”. El 5 de febrero de este año un grupo de delincuentes roba todo un
tren del Metro de Caracas. Cada día aumentan los casos similares.
Últimamente, ya no se trata
sólo de acciones masivas del hampa, sino que, al parecer, han empezado a
involucrarse amplios grupos de gente común que en masa cometen actos delictivos
violentos. El martes del último carnaval varias personas se reúnen y roban
sesenta pollos asados de una pollera; ese mismo día otro grupo saquea un camión
de pollos vivos; también ese día unas cincuenta personas bajan de un edifico de
la Misión Vivienda, cerca de la iglesia San Pedro, y mientras unos enfrentan a
la Guardia Nacional, otros roban por los alrededores.
La violencia masiva hasta
ahora tenía características de defensa: las gentes se reunían
circunstancialmente para enfrentar al delincuente peligroso y a veces lo
linchaba, cerraban calles y comunidades particulares organizaban su protección.
Ahora, los grupos se organizan para atacar. De la defensa se pasa al ataque. En
la masa, se diluye la culpa, se goza de impunidad. El éxito produce percepción
de autoeficacia por autoexperiencia (Bandura) e incita a repetir la conducta.
Antes, se hablaba de violencia masiva cuando las víctimas eran muchas, ahora
los muchos son también los victimarios. Y organizados, bien organizados.
El ciudadano común imita al hampón
impune y con él se mezcla y confunde.
Esto no se va a quedar ahí; va
a seguir avanzando, llegando a más amplias masas. Será la anomia total, la
tiranía del caos y de los pranes que en el caos, como en río revuelto, pescarán
cada vez mayor poder.
23-02-16
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