Sebastiana Barráez 20 de febrero de 2016
Escribe
la periodista en su columna en Quinto Día una breve semblanza sobre Pablo
Castro, uno de los sindicalistas más notables de los últimos años en el país
Héroe
Es
Pablo Castro. Su muerte me enfrentó con esos héroes a quienes olvidamos rendir
honor estando vivos. Inicio esta sección con el sindicalista más humilde que he
conocido. Un ser humano de esos que luchan, no por un rato o por muchos años,
sino por toda la vida. Pablito fue referencia obligada en mi familia, desde que
era niña. De profundas convicciones morales y éticas. Un extraño hombre que
rozó el poder, visualizó su abismo y siguió incólume hacia la defensa de los
trabajadores.
Hablaba
con diminutivos y su lema siempre fue la solidaridad. Cuando Carlos Ortega cayó
en desgracia, preso y luego en el exilio, muchos de sus compañeros
sindicalistas lo tiraron al olvido, pero Pablo hizo gala de su infinita
solidaridad. Fue defensor a ultranza de los trabajadores de las bebidas. Fue dirigente
del MEP aquel de Prieto Figueroa, Salom Meza, Paz Galarraga, Adelso González y
se apartó cuando Eustoquio Contreras convirtió al noble partido en una
franquicia electoral. Miriam y sus hijos lloran al gran esposo y padre, pero
los trabajadores de Venezuela pierden a un gran luchador social. No tenía
bienes de fortuna ni avión personal, y a pesar de lo que es y representará
siempre para el movimiento sindical, murió en un autobús cuando viajaba desde
Caracas a reunirse con su familia en San Cristóbal. Hay tristeza en la tierra
pero hay fiesta en el cielo porque les llegó uno de los buenos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico