Por Guillermo García N.
Los
venezolanos esperaban con muchas expectativas y ansiedad los anuncios del
presidente en materia económica. Medidas que finalmente después de casi 3 años
de postergación, se anunciaran para comenzar a restablecer los inmensos
desequilibrios macroeconómicos (hiperinflación, déficit fiscal, controles de
cambio y precios), como de la escasez y desabastecimiento generadas por
políticas y modelo equivocado. No obstante, más allá de anunciar algunas
medidas: el aumento de la gasolina que era necesario y de perfección de los
mecanismos de recaudación de impuestos; y del establecimiento de un esquema
de tipo de cambio dual, con un tipo de cambio oficial que pasa de Bs.
6,30 a Bs 10,00 (devaluación de 37%) y otro de cambio complementario, que
fluctuará de acuerdo a la oferta y la demanda o algún mecanismo de subasta (no
se dio detalles) así como el aumento de un 20% del salario mínimo y del monto
mensual del bono de alimentación,
no hubo detalles ni explicación de puntos
fundamentales de cómo el gobierno piensa encarar y resolver el punto medular:
Falta de dólares. Sin divisas suficientes: ¿Cómo se va a producir sin materia
prima importada, sin pagar a proveedores y sin dólares para garantizarlos? Sin
los dólares suficientes no es posible activar el aparato productivo, por más
buenos deseos e intención de cambiar a un modelo productivo; como tampoco es
posible alimentar una adecuada y suficiente oferta de dólares para satisfacer
la demanda que se va a generar en el esquema de cambio complementario
flotante en una fase inicial. ¿O será que Pdvsa y el BCV actuarán como market
maker? (hacedores de mercado). Un elemento primordial para que
cualquiera de los esquemas iniciales de flexibilización del esquema cambiario
que se establezca funcione, y sea creíble y de éxito, es la confianza. La
confianza no se decreta, se establece con acciones y políticas claras y
transparentes y esto es lo que ha faltado en los últimos años. Lo que el
Presidente no planteó ni dijo son los elementos y condiciones que se
necesitan y requieren para establecer el nuevo esquema cambiario y presupuesto
de divisas y de cómo levantar el control de cambio. Sin financiamiento
para fortalecer nuestras reservas es imposible tener éxito en el
establecimiento de un esquema complementario de oferta y demanda o de
levantar el control en la situación que estamos actualmente. Venezuela
requerirá de un paquete de financiamiento externo ya sea del FMI, China o Rusia
de al menos 40 mil millones para superar su situación actual.¿Guerra económica? La inflación, la devaluación del bolívar y la escasez no son el resultado de comerciantes e industriales inescrupulosos que se dedican a crear caos, desesperanza y pobreza al ciudadano, como el gobierno ahora quiere presentar, sino que la inflación, la devaluación, la escasez y el bachaqueo son el resultado de distorsiones económicas generadas por las propias políticas de gobierno. (Controles de cambio y precios). La política económica del gobierno que se ha mantenido durante los últimos 13 años estaba sustentada en el supuesto de que importaciones baratas contenían las presiones inflacionarias. El gran problema para el gobierno actualmente es que esta política requiere de cuantiosos recursos en dólares para poderla sustentar. Y ahora no son suficientes para mantenerla. La política de subsidio de importaciones y control de cambio y precios puede funcionar en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo, la industria nacional, el agro y la agroindustria se debilitan profundamente y le es imposible competir por los desequilibrios que genera (sobrevaluación, devaluación e inflación), aunado a un clima hostil para la empresa privada dentro de un marco de seguridad jurídica muy frágil y con altos riesgo de expropiación y confiscación, resultan en la combinación perfecta de elementos para reducir drásticamente la inversión y la producción nacional. Si a esto le añadimos una reducción del suministro de divisas, devaluación y un control de precios férreo, el resultado no puede ser otro que imposibilidad y desestímulo para producir, lo que ocasiona desabastecimiento, escasez de productos y arbitraje (diferenciales de precio) que dan origen al llamado bachaqueo, sobrefacturación de importaciones, corrupción y fuertes presiones inflacionarias. En consecuencia, la tarea del Gobierno pasa por corregir los desequilibrios: cambiario, monetario, fiscal para crear un ambiente adecuado y de confianza, aunado al respeto a la propiedad y de reglas claras que se mantengan en el tiempo, a fin de que pueda generarse nuevamente en el país la inversión productiva que genere oferta de productos y baja de los precios. Esa es la solución. No en establecer más leyes y regulaciones que intenten mayor control y fiscalización sobre los entes de producción y sofocar a los comerciantes y distribuidores, responsabilizándolos de los errores y malas políticas del gobierno.
Todo esto, por supuesto, el Presidente no lo dijo.
Asesor Financiero
Candidato AMDP Harvard University
21-02-16
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