Por Leonardo Morales
Sin amenazar con sacudones,
revolcones y cuanto movimiento brusco pasará por la mente de Maduro para hacer
sentir falsamente la reciedumbre de su gobierno, al fin, se presentó ante el
país y luego de unas cuantas latosas horas pasando repaso de discursos
anteriores, recordando motores que finalmente no arrancarán, el presidente
anunció, suponemos que tembloroso y sudoroso, una serie de medidas que
descansaron en alguna gaveta más de dos años.
Etiquetar las medidas de
neoliberales o no tiene poco sentido. No importa que no las impusiera el FMI,
las tomó por recomendación de ellos o de otros, teniendo presente que en
cualquier eventualidad se pudiera acudir ante el organismo. Sí la revolución ha
de sobrevivir que importa una ayudadita del mismo diablo.
No ha debido ser fácil.
Cuántas veces practicaría ante el espejo “…y se amentará…”, “…y se devaluará
en…” Lo cierto es que luego de muchas amenazas al fin afloró algo de valor, no
mucho pero algo.
Desde los tiempos de Caldera
II no se había ajustado el precio del combustible, cerca 20 años con los
precios anclados. El recuerdo del mal llamado Caracazo atemorizan a los altos
jerarcas rojos. El aumento de todas maneras luce incongruente: por un lado, hay
un aumento de la gasolina de 91 octanos a un precio que está por debajo del
valor de producción y, por otro, la de 95 octanos sextuplica su precio de
producción. Acaso se estará insinuando la eliminación en el corto plazo la
gasolina de 91 octanos, es la pregunta que ronda por todos lados. Es de suponer
que el muy nervioso Maduro en su papel de estadista olvidó mencionar el nuevo
precio del diesel que también se vende por debajo de su precio de producción.
No se fue a una sola banda
cambiaria y mantendrán dos: una, para los amigos del régimen, que se establece
en 10 Bs. por dólar, lo cual sigue siendo un gran negocio, business are
business, y, la otra, de libre flotación que arrancará en 200 Bs. por dólar,
cuya facilidad de acceso será la misma que tienen los pacientes oncológicos a
sus medicamentos.
El show debe continuar y para
coger un respirito Maduro les ofreció a quienes menos ganan un aumento que,
entre sueldo y ticket, llegaría a los 24 mil bolívares. Así es, algo menos de
novecientos bolívares diarios para que el grupo familiar pueda desayunar,
almorzar, cenar, vestirse, pagar servicios, educación, en fin, un gran ingreso
para un país inexistente.
Las medidas son insuficientes,
no van muy lejos y sus resultados serán muy tibios, sobre todo cuando se tiene un
gobierno cuyo máximo conductor no exhibe las cualidades necesarias para que la
confianza se establezca plenamente y los factores económicos dispongan de la
seguridad de que sus esfuerzos no correrán la suerte de aquellos que apostaron
por hacer de Venezuela un país productivo.
19-02-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico