Por José Guerra
El pasado jueves, la Asamblea
Nacional acordó delegar a la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo
Económico la elaboración de una propuesta de programa económico consensuado con
el Gobierno Nacional, los sectores productivos, las organizaciones de
trabajadores y la propia Asamblea, que contenga las medidas necesarias a corto,
mediano y largo plazo para superar la crisis económica y social que atraviesa
el país. Se trata de presentar alternativas viables de política, en respuesta a
la manifiesta resistencia del Ejecutivo a rectificar.
Luego de mucha expectativa,
Maduro por fin anunció una serie de medidas, que distan mucho de constituir un
programa integral y coherente, y que en esencia se reducen a una devaluación
del bolívar y un aumento del precio de la gasolina. Para comprender por
qué dichos anuncios no alivian los problemas económicos de fondo, sino que por
el contrario los agravan, en necesario entender que el país enfrenta una doble
brecha de financiamiento, o lo que se conoce en la literatura especializada
como déficits gemelos. Por un lado tenemos un déficit interno, estimado en 20%
del PIB, producto de que el ingreso fiscal es mucho menor la gasto y, por otro
lado, un déficit externo de al menos 35 mil millones de dólares, consecuencia
de que los ingresos por exportaciones son mucho menores a las necesidades de
divisas para importar y servir la deuda. En este contexto, tanto la devaluación
como el aumento de la gasolina lo que hacen es generar más bolívares para el
fisco, pero no generan ni un solo dólar adicional, por lo que apuntan a cerrar
la primera brecha pero no la segunda. En cierto sentido, el Gobierno adoptó medidas
para resolver su problema interno de caja, sin resolver los problemas de la
gente.
Lo peor es que se anuncia una
devaluación y un aumento de la gasolina sin rectificar en cuanto a la política
monetaria, por lo que se sirve la mesa para una escalada inflacionaria sin
precedentes, lo que necesariamente se traduce en mayor pobreza. Si para efectos
del argumento, damos por buenas las cifras publicadas esta semana por el BCV
que colocan la inflación de 2015 en 181% (315% en alimentos), y consideramos
que en el mismo lapso los salarios subieron en 96%, cabe preguntarse ¿Quién
ganó la carrera? Al mismo tiempo, Maduro no anuncia ni una sola medida que
apunte a reactivar la producción nacional y la generación de divisas. En nada
aliviará el desabastecimiento la creación de una suerte de Frankenstein con los
pedazos que quedan de Mercal, Pdval y Bicentenario, pues el problema
fundamental de la economía no es de distribución sino de producción, y eso es
algo que parecieran no querer entender.
Ante este panorama, la
Asamblea Nacional no puede quedarse paralizada, y en esto incluyo a la bancada
oficialista, quienes no pueden eludir por conveniencia partidista su
responsabilidad ante el electorado. En las próximas semanas, nos toca avanzar
en el diseño de un programa económico consensuado que, en el menor tiempo
posible, corrija los graves desequilibrios macroeconómicos, garantice la
reactivación del aparato productivo y recupere la calidad de vida de la
población. Se trata de que el Legislativo cumpla con su función de servir como
foro nacional de discusión política, a los efectos de no quedarse en la mera
crítica y, con la mejor disposición, plantear al Ejecutivo alternativas viables
ante la crisis.
21-02-16
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