Por Alberto Lovera
Domingo de Resurrección, no
importa de qué año. La tradición no se pierde. La Quema de Judas está en la
agenda de las comunidades populares como un evento simbólico para expresar
reclamos y descontentos ante funcionarios públicos quemando un monigote que los
representa, recordando la traición de Judas a Jesucristo. La historia de este
evento es larga, dicen que se inició en nuestro país en el siglo XV, y que no
ha dejado de manifestarse recurrentemente desde el siglo XIX en plena época de
la colonización española hasta nuestros días. Una forma de censura ante los
acontecimientos políticos que quienes han sido objeto de reclamo popular por
muy encumbrados que fueran tomaban nota y no osaban impedir.
En este año hemos sido
testigos de una operación insólita en muchos lugares donde funcionarios
oficiales han secuestrado los muñecos que iban a ser utilizados para este rito,
como si con ello pudieran conjurar la indignación popular. Vano intento que
evidencia que se pretende que una acción abusiva anular la expresión del
sentimiento popular, que se expresó en innumerables comunidades, como si se
pudiera borrar la realidad que vive la gente para que ella sea lo que aspira la
cúpula del poder.
Esta es una muestra más que la
camarilla que nos gobierna cree que puede tapar la cruda realidad que vivimos y
sufrimos. Nos hablan de un país inexistente y pretenden que les creamos sus
fantasías, que se transforman en desprecio y burla al pueblo venezolano.
Que es inútil la pretensión de
esconder la realidad y que es imparable la voluntad de cambio nos lo muestran
los millones de venezolanos que se han lanzado a las calles en todos los
rincones de nuestro país. La represión policial, militar y para-militar no va a
detener la marejada que reclama la urgencia del cambio político, la restitución
de la Constitución y del derecho al voto. Una camarilla que se niega a aceptar
la realidad, que ha quedado en minoría y es rechazada por la inmensa mayoría de
todos los estratos sociales.
Estamos en la hora en la cual
quienes sólo se sostienen apelando a la fuerza represiva entiendan que es
necesario apelar a los mecanismos constitucionales y electorales para que el
soberano se pronuncie, y le abra cauce a nuevo rumbo para la patria. La cúpula
en el poder ya ha dado muestras que ni quiere ni puede gobernar para la gente,
obsesionada como está en perpetuarse en el poder a cualquier precio, incluso
sacrificando a ese pueblo que en su boca es sólo retórica, porque no da
muestras que le interese el bienestar de la población, sino solo cuidar sus
prebendas.
21-04-17
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