Ángel Oropeza 24 de
abril de 2017
La
Unidad Democrática exige respeto a las legítimas manifestaciones de protesta y
de indignación de un pueblo ya cansado de padecer hambre, penurias y violencia
por parte de un régimen indolente, cruel y ya popularmente ilegitimado.
Durante
las últimas horas se han venido presentando situaciones en Caracas,
especialmente en el oeste de la ciudad (donde el gobierno ha impedido esta
semana que la población marche y se exprese), así como en diversas zonas del país,
a las que el gobierno sólo responde con sus armas de siempre: represión y manipulación.
Represión
y uso desproporcionado de la fuerza bruta, queriendo callar la exigencia de un
pueblo que pide comida y se le responde con balas. Y manipulación politiquera,
intentando desesperadamente hacer aparecer las legítimas expresiones de
cansancio e indignación popular como parte del repetido y gastado argumento del
eterno plan de desestabilización política. Lo cierto es que el pueblo
venezolano está claro que el único que ha desestabilizado la economía, la
convivencia social y las condiciones de vida de la gente, en beneficio de sus
propios intereses, es la clase política gobernante. El pueblo está claro que
esto no es un gobierno, sino un gran negocio. Y que para la camarilla
enquistada en el poder, Venezuela no es un país sino un botín.
La
Unidad democrática se solidariza y acompaña todas las manifestaciones legítimas
y pacificas de descontento y protesta del pueblo venezolano. Como siempre, y
fiel a nuestra única estrategia de lucha, que es constitucional, pacífica y
civil, nos desligamos enfática y radicalmente de todo tipo de violencia, que
además de inútil, siempre se revierte contra el pueblo y termina agravando su
situación y fortaleciendo al gobierno.
Alertamos
sobre la estrategia macabra del régimen, fiel a su naturaleza fascista, de
infiltrar a sus paramilitares y a su delincuencia organizada para propiciar
violencia, saqueos y actos vandálicos, con el fin de desvirtuar la legitima y
pacifica protesta popular, y para justificar la represión contra la gente y la persecución
a los dirigentes de la Unidad.
El
pueblo venezolano se le plantó en las calles al gobierno exigiendo respeto.
Respeto a su dolor y a su indignación, a sus familias cada vez más necesitadas
y a sus derechos cada vez más vulnerados. Y esto no va cesar ni con represión
ni con manipulación.
Cuando
un pueblo se decide a cambiar, no hay fuerza que lo pueda detener.
Ángel
Oropeza
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