Por Henrique Capriles
El espíritu libre de nuestro
bravo pueblo está presente hoy más que nunca. La resistencia pacífica se ha
convertido en una proclama de vida para nuestra gente. Es la respuesta de un
pueblo que se cansó de los atropellos de un gobierno frágil y deslegitimado que
tiene sus días contados y será sepultado en el basurero político de nuestra
historia.
La abuela con su bandera y el
joven desnudo con una biblia en la mano, ambos frente al poderío de una
tanqueta, representan la valentía callada de los venezolanos frente a la
maquinaria de un poder autoritario que pretende mantenerse allí por la fuerza.
Ese pueblo valiente en la
calle que resiste, pide a todo pulmón cambio. Cambio frente a los cada vez más
salvajes atropellos de un gobierno que se ha quitado toda vestimenta
democrática.
Esta nueva lucha hacia la
libertad y democracia comenzó el 1º de abril, luego del autogolpe que dio
Nicolás Maduro, al borrar del escenario con dos sentencias al poder más
legítimo que tiene actualmente Venezuela, porque la Asamblea Nacional fue
elegida por más de 14 millones de personas. Y ese golpe sigue en desarrollo, porque
no se han anulado las sentencias y la ruptura del orden constitucional es
evidente.
Ese bravo pueblo, simplemente
no quiere calarse más a un gobierno que se está autodestruyendo, que le tiene
profundo temor a la democracia, y que piensa que puede mantenerse como
garrapata aferrada al poder a través del hambre y la represión a los
venezolanos.
En un país donde los niños y
ancianos mueren de hambre y hay millones de hermanos nuestros comiendo
directamente de la basura, el régimen de Maduro amenazó con no entregar las
bolsas de comida que distribuyen los Clap a quienes marcharan o manifestaran en
contra de su proyecto autoritario. Siempre lo hemos dicho, los Clap no son la
solución al hambre que está viviendo nuestro pueblo, y la dictadura corrupto e
incapaz los utiliza para chantajear a nuestro pueblo.
A un país que pide respeto a
la Constitución y que quiere cambio por los canales democráticos y electorales,
se le ha respondido con gas prohibido, perdigones y plomo. Esa es la reacción
de un gobierno completamente al margen de la Constitución, que sabe que perdió
el apoyo del pueblo, y que por ello escogió ser una dictadura.
Y en esa Venezuela sumida en
la violencia y el caos, Maduro convoca a las milicias en cadena nacional y
promete armarlas para enfrentar un supuesto Golpe. Una excusa para seguir
evadiendo sus responsabilidades.
El desprecio al pueblo de este
gobierno es tal, que antes de aceptar medirse en unas elecciones previstas en
nuestra Constitución, prefiere armar a un grupo de venezolanos para pretender
intimidar a una mayoría (80%) que exige una garantía democrática primaria:
votar.
Ahora, echémosle números a
esos 500.000 fusiles que prometió Maduro. Resulta que cada uno ronda el
orden de los 500 dólares, recursos con los que se pudiera construir nuevos
centros educativos, salvar a enfermos de una muerte segura por la ausencia de
medicinas, importar harina para hacer pan y comprar más alimentos para reducir
la hambruna en el país, pero el gobierno prefiere comprar armas para creer que
así podrá perpetuarse en el poder.
Las organizaciones defensoras
de los derechos humanos han advertido de las violaciones constantes de
garantías básicas y de la permisividad de unos miembros de la Fuerza Armada
Nacional frente a la actuación de grupos irregulares armados, lo que los
convierte en cómplices de dichos hechos.
Es importante que nuestro
pueblo sepa que estos grupos irregulares armados son formaciones ilegales que
actúan coordinadamente bajo mandos jerárquicos que imparten y cumplen
instrucciones; que emplean métodos violentos para atacar y dispersar
manifestaciones pacíficas; que vigilan comunidades y extorsionan a
comerciantes; que agreden a periodistas y a líderes opositores; estos grupos
están entrenados para causar daños a la integridad personal de quienes
protestan.
Estos grupos de choque del
gobierno actúan como provocadores en manifestaciones y protestas, destruyen
infraestructuras públicas y dichos actos son grabados y exhibidos por el
gobierno para culpar a la oposición. Controlan supermercados, panaderías,
escuelas y hospitales. Deciden en ocasiones quienes reciben bolsas de alimentos
u otros beneficios gubernamentales y se movilizan a sus anchas con la seguridad
de no ser capturados y procesados legalmente por sus delitos.
Es bueno recordar que la
Fuerza Armada Nacional tiene atribuido constitucionalmente el control de las
armas de la República (artículo 324 de la Constitución), por tanto tiene la
obligación de desarmar a grupos paramilitares, e igualmente velar por la
seguridad en las manifestaciones pacíficas. Lamentablemente, las imágenes de
constante represión los dejan muy mal parados. ¿Hasta qué punto la familia
militar está dispuesta a llegar por defender a un dictador y su cúpula
corrupta?
Los venezolanos seguiremos
firmes en esta lucha y no nos vamos a rendir hasta que se cumplan las
exigencias de la mayoría, que son simples y significa retomar el hilo
constitucional: elecciones libres y democráticas, apertura del canal
humanitario para alimentos y medicinas, que se de libertad a los presos políticos
y cesen las inhabilitaciones, y que se restituyan las competencias de la
Asamblea Nacional.
El artículo 68 de nuestra
Constitución nos ampara: “Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a
manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que
establezca la ley”. Aunque el régimen insista en amenazarnos e intimidarnos, a
decretarnos la guerra por reclamar garantías básicas como la alimentación, el
voto y la libertad de pensamiento, quien tiene la razón y la verdad de su lado
no tiene por qué sentir miedo. Nos hemos plantado firmes para defender nuestros
derechos y así seguiremos. Persistir y nunca desistir de la verdad.
Hoy los venezolanos alzamos
nuestra voz para que el mundo entero sepa lo que pasa en nuestra Venezuela. Una
sola voz es poderosa, pero las voces de todos los venezolanos juntos se oyen
fuera de nuestras fronteras con más fuerza. A pesar de la violencia y la
amenaza, los venezolanos seguiremos luchando.
¡Vamos Venezuela! ¡Qué Dios
los bendiga!
23-04-17
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