Por Golcar Rojas, 19/04/2017
La noche del 18 dormí poco -casi nada- y mal. Pero, con ardor en los
ojos y aún medio embotado por la falta de sueño, me levanté a las ocho de la
mañana, saqué a pasear a las perras, desayuné y me vestí para salir a la marcha
convocacada para todas las ciudades del país.
Una franela blanca manga larga y con capucha, una gorra, un short,
zapatos cómodos, un rosario al cuello y un pote de agua con hielo. Ya a las
nueve y pico llegaba a la Plaza de la República, lugar de concentración en
Maracaibo para caminar hasta la Defensoría del Pueblo en el centro de
Maracaibo.
El calor y la humedad eran sofocantes. Ya desde antes de arrancar a
caminar, la franela y el pelo estaban empapados de sudor. La gente iba llegando
por montones. En pocos minutos la zona estaba a tope de manifestantes y cerca
de las diez empezamos a andar.
Las consignas eran las mismas de otras marchas: “Y va a caer, y va a
caer, este gobierno va a caer”, “Y ya cayó, y ya cayó…”. Algunas nuevas como
“Estoy mamao, estoy arrecho, pero igualito yo defiendo mis derechos”. Había
mucha gente joven. Había gente mayor. Mujeres, hombres, gente pobre y gente
rica. Yo, que he ido a muchas marchas y a muchas procesiones puedo decir que la
asistencia a la marcha de hoy fue la más numerosa de todas las marchas a las
que he asistido.
Nunca vi tanta gente caminar junta. Ni siquiera en las procesiones del
Jesús de la Misericordia que es de las más grandes que se realizan.
Había banderas en gorras, en camisas, en leggins, pintadas en caras y
manos. Banderas de Venezuela de todos los tamaños ondeaban en las manos de
mucho manifestantes.
En la sede de Corpozulia, detrás de la imagen del difunto Chávez, el
régimen apostó sus sapos. Se escondían tras hojas blancas de papel y cámaras,
es que ser sapo nunca ha sido un orgullo ni como para exhibirse. Tomaron fotos
y vídeos. Seguramente mostrarán sólo los huecos y la cola de la marcha en los
medios que controlan para hacer creer a quienes siempre engañan y se dejan
engañar que eran cuatro gatos; pero ellos saben y los que marchamos sabemos que
esta fue la mamá de las marchas.
Después de poco más de una hora andando, llegamos a la meta. El río de
gente no paraba. Cada vez llegaban más manifestantes. Cuando decidimos desandar
el camino, aún seguía llegando gente.
Ya listos para el regreso, hubo disturbios. A lo lejos, se elevaba la
nube de gas lacrimógeno. En el sitio donde me encontraba apenas llegaba el
coletazo de los gases. Un químico tan fuerte que inmediatamente me hizo sentir
ardor en los ojos y labios y náuseas, a pesar de apenas percibir una nada a lo
lejos.
En el camino de regreso vimos como se dirigían al sitio de
concentración varias motos. La gente que caminaba a mi lado, inmediatamente los
identificó como colectivos violentos. Pero no mostraron miedo. Mientras las
motos pasaban, algunos de los que caminaban los abucheaban y pitaban. A pesar
de las amenazas en cadena del presidente la noche anterior hablando de la
aplicación del Plan Zamora, la gente no sólo salió a marchar, sino que demostró
que perdió el miedo.
Al llegar a casa, me enteré de que la represión en otras ciudades del
país fue brutal y que en Caracas un colectivo violento le voló los cesos de un
disparo a Carlos Moreno, de 19 años y en San Cristóbal, también con balas de
colectivos violentos afectos al régimen quedó en el pavimento Paola Andreína de
23 años quien estaba caminando y haciendo fotos.
Mientras termino de escribir estas líneas, escucho hablar al “Defensor
del Pueblo” quien dice lamentar esas muertes pero no puede dejar de mostrar su
afecto al régimen al decir que había una expectativa creada de que la represión
iba a ser brutal y, según él, no fue tal. Lo que no dice es que quien generó
esa matriz de opinión y de temor fue el mismo régimen al exhibir en cadena
nacional a las milicias que son inconstitucionales porque fueron rechazadas en
un referendum -cosa que al Defensor no parece inmutarlo- y al anunciar Nicolás,
a pocas horas de que se desarrollara la convocatoria, el nuevo Plan Zamora que
a todas luces era la amenaza de reprimir a los manifestantes con esas milicias
inconstitucionales a las que el presidente ofreció entregarles miles de fusiles
y las fuerza represivas del Estado.
Los ciudadanos marchamos para que se respete la Asamblea Nacional, se
designen constitucionalmente los poderes como los rectores del CNE y los
miembros del TSJ y por el derecho a votar y a elegir por el voto a nuestros
gobernantes. La violencia, como han demostrado con imágenes y amenazas en
cadenas de medios, se sabe de dónde viene.
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