Por Willy McKey
1
La carta del estudiante
universitario Yibram Saab a su padre Tarek William Saab, titular de la
Defensoría del Pueblo, no escapa de la distancia insalvable que obliga a
escribir, a poner en un papel lo que quisiéramos decir de otra manera… pero no
se puede.
Cuando se escribe una carta,
el remitente asume que lo que dirá trae implícita una distancia, algo que le
impide estar presente frente al otro, mirar a los ojos al destinatario.
Y muchas veces la distancia
que impide decir las cosas cara a cara no está determinada por los kilómetros,
sino por cosas como el miedo y la memoria.
Toda carta es un abismo.
Toda carta es un sustituto
de nosotros mismos intentando superar ese abismo.
2
Tarek William Saab, antes de
ser Defensor del Pueblo, fue poeta. Como escritor debe tener la referencia de
una de las cartas más importantes en la historia de la literatura del siglo XX.
Se trata de una misiva que nunca llegó a su destino y que también fue escrita
por un hijo varón: la Carta al padre, de Franz Kafka, un clásico para entender
desde el arte de la palabra las relaciones masculinas en los complejos
territorios de lo paterno-filial.
Esa carta empieza así:
“Querido padre: Hace poco
tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no supe qué
contestar, en parte por ese miedo que me provocas, y en parte porque son
demasiados los detalles que lo fundamentan, muchos más de los que podría
expresar cuando hablo”
El miedo y la memoria
también son distancias.
También separan.
¿Qué debe sentir un escritor
al recibir una carta de su hijo que le recuerda la fiereza, la indignación de
la carta de Kafka a su padre?
3
Tarek William Saab, antes de
ser Defensor del Pueblo, fue militante. Sabe que un enemigo político es capaz
de ridiculizar la honestidad de tus acciones. La determinación con la cual el
joven Yibram le advierte a su padre (y a nosotros) que nadie lo está amenazando
es relevante por una razón: evidencia su miedo a ser tergiversado. Y, acto
seguido, Yibram afirma: “Hago esto motivado por los principios y valores que me
enseñó mi papá. Cosa por la cual te agradezco”.
Esa última frase la dice
viendo a la cámara, orgulloso: “Cosa por la cual te agradezco”.
Yibram reacciona desde su
memoria individual, íntima. Se enorgullece de un aprendizaje instalado en la
memoria, felizmente recordado.
No sólo sabe lo que dice:
está seguro de que su papá también lo sabe.
Y tendrá que creerle.
¿Qué debe sentir un padre
que sabe que adentro de su hijo hay tanto miedo?
4
Tarek William Saab, antes de
ser Defensor del Pueblo, se especializó en Derechos Humanos. Como activista,
sabe que cuando el Poder decide reprimir a través de las fuerzas de seguridad,
todo cómplice corre el riesgo de terminar involucrado históricamente en
crímenes que no prescriben. Por eso es tan importante cuando Yibram, estudiante
de Derecho, le hace saber a su padre cuál es su posición ante la crueldad
policial:
“Condeno la brutal represión
por parte de los cuerpos de seguridad de la Nación, de la cual fui víctima el
día de hoy como también lo fue Juan Pablo Pernalete, de veinte años de edad,
estudiante universitario a quien le quitaron la vida debido al terrible en inhumano
uso de los gases lacrimógenos, luego de que sufriera un impacto en el pecho.
Ése pude haber sido yo”
Ese joven pudo haber sido
él.
Eso dice.
En una línea, Yibram invita
a su padre a dejar de lado su investidura de Defensor del Pueblo para asumir,
de manera condicional, el dolor. Lo invita a que se atreva a imaginar su cuerpo
impactado por una bomba de ésas que nadie debería recibir en su pecho, ni en su
cráneo ni en su historia.
Yibram, el primogénito del
Defensor, le recuerda a su padre que él pudo haber sido el muerto. Estaba en la
misma masa que la Defensoría del Pueblo pretende invisibilizar. Estaba del lado
de esos a quienes el discurso oficial ha decidido etiquetar como terroristas.
Estaba ahí.
Yibram, el hijo del Defensor
del Pueblo, pertenece a ese grupo de personas que todavía no ha podido llegar
hasta la Defensoría del Pueblo, en un ejercicio legítimo de protesta.
¿Qué debe sentir un padre
que sabe que hay policías reprimiendo a su hijo, impidiéndole llegar hasta su
oficina?
5
Tarek William Saab, antes de
ser Defensor del Pueblo, fue padre. Como cualquier otro padre, está orgulloso
de su hijo mayor, del hombre que ha criado. Se lo ha hecho saber a propios y
extraños: cree que su hijo es un hombre noble. Incluso alguna vez lo habrá
dejado por escrito.
En las cartas que puede
haber entre un padre y un hijo es inevitable que se nos escapen cosas a quienes
somos ajenos a esa conversación entre dos.
Los miedos. Las distancias.
Las expectativas.
En la carta que Yibram le
lee a su padre Tarek hay un momento que quizás sea el más importante, aunque
también sea el más oscuro para el análisis, porque es una frase que deja por
fuera al resto de nosotros.
“Papá: en este momento
tienes el poder de poner fin a la injusticia que hay hundido al país. Te pido
como hijo, y en nombre de Venezuela, a la cual tú sirves, que reflexiones y
hagas lo que tienes que hacer”
Este pedido se basa en algo
que une al hijo con el padre. Algo secreto e íntimo. Una frase como “haz lo que
tienes que hacer” no es una demanda, sino una orden que alguien imparte desde
la confianza, desde el amor de quien sabe que el otro lo entenderá.
En la petición de Yibram no
hay demandas.
No las necesita. No cuando
el hijo tiene una sola expectativa, secreta para nosotros pero evidente para él
y otra su padre: “que reflexiones y hagas lo que tienes que hacer”.
¿Qué debe sentir un padre
cuando la única expectativa que tiene su hijo mayor sobre su comportamiento
puede cambiar la historia del país que él mismo le ha negado?
6
Tarek William Saab, antes de
ser Defensor del Pueblo, fue lector. Y todo lector corre el riesgo de tropezar
alguna vez con una de esas citas mordaces que le atribuyen a Oscar Wilde. Por
ejemplo: “De pequeños, los hijos quieren a sus padres; de mayores, los juzgan,
rara vez los perdonan”.
En su video, Yibram se
encarga de convertirse en la excepción del último tercio de la frase de Wilde:
“Te entiendo. Sé que no es fácil. Pero es lo correcto”
¿Qué debe sentir un padre que
sabe que su hijo protesta en su contra, pero todavía alberga la esperanza de
que haga algo?
7
Toda carta es un sustituto
de la voz.
La carta de Yibram no es un
documento memorable, pero sí es un gesto de valentía, así como también de miedo
y de distancia.
Conoce al destinatario como
ninguno de los otros ciudadanos puede conocerlo. Por eso su reclamo puede
llegar hasta instancias mucho más íntimas y eficaces que cualquier bomba
molotov lanzada con la rabia inocente de un muchacho contra un blindado que lo
acecha.
La carta de Yibram le ha
demostrado a un país entero que es capaz de llevar adelante acciones nobles,
como ésas que refería su papá cuando tuiteaba sobre él. La carta de Yibram
puede hacernos creer que, al menos una vez, Tarek William Saab no nos mintió.
Horas antes de que Yibram
hiciera público el video donde lee la carta a su padre Tarek William Saab, el
Defensor del Pueblo le soltó una frase a la prensa que hoy se vuelve en su
contra:
“Ir a la Defensoría a
entregar una carta raya en calificativos que no voy a decir porque soy educado”
Y ahora, qué paradoja, es
probable que el Defensor del Pueblo no consiga los adjetivos que antes le
sobraban.
Además del peso de lo dicho,
hoy el Tarek William Saab escritor, militante, activista, padre y lector deberá
cargar con el peso de la sangre. No el peso de la sangre derramada: el peso
impuesto por la sangre de sus venas, pues esa sangre ha decidido despertar y
mostrar su reclamo de coherencia.
¿Qué debe sentir un padre
que sabe que su hijo estaría dispuesto a perdonarlo sólo si hace lo correcto?
27-04-17
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