Por Daniel J. Santolo V.
Hoy nuestro país se levanta
oliendo a humo, a gases, y lo más doloroso, a sangre, sangre de venezolanos
asesinados por la intolerancia, por el egoísmo, por las ambiciones. Para
algunos será toda una celebración los hechos de violencia desmedida ocurridos
el día de ayer, es su epopeya, su épica personal, dirán que: “no importan las
vidas de nuestros hermanos” con tal de salir del “régimen”, para
muchos los sacrificios de algunos es necesario para lograr el
objetivo final, que no es otro que ir por el que piensa diferente, por aquel
que dicen esta engañado, que su conciencia ha sido comprada por una migaja de
pan, no hay miramientos, no importa la edad, ni el sexo, lo importante es el
enfrentamiento, la batalla final.
Dicen ir en contra de los
enemigos, pero ¿cuáles enemigos? El enemigo viene a ser el hombre humilde y
necesitado que tiene aún esperanzas en una vida mejor, o serán aquellos
venezolanos que no aceptan la violencia como método de lucha, y critican estas
acciones por demás irracionales. Entonces me pregunto, si estos son el enemigo,
¿qué hacer con estos venezolanos? Los exiliamos, los encerramos en mazmorras
hasta que cambien de opinión, también algunos piden que “despierten”,
frase por cierto que pretende presentar a unos que se creen iluminados frente a
los que no lo están. ¿Qué se busca?, un enfrentamiento entre hermanos, ya que
por ningún lado veo al enemigo a enfrentar, ¿dónde están las tropas extranjeras
que osan hollar nuestro suelo?, ¿dónde están a los que hay que combatir? Solo
veo a mi alrededor hermanos enfrentados unos a otros, algunos con uniformes y
otros sin él.
Hay otros que ven al enemigo
en los ancianos necesitados que se ponen el uniforme de la milicia, de ellos
hacen burla y los desprecian, pues les digo, esos pueden ser sus padres y sus
abuelos que lamentablemente a lo largo de los años no han tenido la suerte de
superar su pobreza.
Un pueblo que viene siendo
sometido a mil penurias, ahora se les suma una más, la violencia política.
Cuantos llamados se han hecho para no llegar allí, que es mejor dialogar que
matarnos, pero se desoyen, pareciera que es intencional, que la única forma de
acabar con el contrario es incitar al odio entre hermanos, que nos mátenos, que
veamos a los enemigos reflejados en quienes piensan diferente a nosotros.
Incitan a ver quiénes triunfan en esta batalla fratricida, que nos llevará al
Armagedón, donde triunfará el bien sobre el mal, pero ¿de cuál lado de los que
se enfrentan está el bien o el mal?
Muchos han jugado y siguen
jugando a desatar los demonios del odio de clases, sabiendo que estos demonios
no son controlables por los seres humanos, son seres celestiales, nos dice la
biblia, que equivocaron su camino, y por ello fueron expulsados del cielo.
Demonios que se alimentan de la violencia, del crimen, del odio que nace, entre
otras cosas, de esos padres y hermanos que pierden a un ser querido, y no
encuentran otra explicación que la que les ha sido proclamada, esa verdad que
los impulsa a la venganza, venganza que tampoco tiene fin.
Es doloroso ver que todo este
rio de gente que sele a las calles, con una gran fortaleza y dignidad, no sea
enrumbado a enfrentar a los verdaderos demonios que vienen destruyendo nuestra
sociedad, que no son otros que el hambre, la pobreza, la violencia, la
mortalidad infantil, la falta de productividad de una sociedad acostumbrada al
facilismo económico heredado de la renta petrolera.
Pero lamentablemente los
pueblos también se enferman, y esta enfermedad que estamos atravesando como
nación, en vez de mejorar empeora, sube la fiebre y no encontramos el remedio
adecuado, y por el camino que vamos estoy seguro que no nos llevará a mejores
derroteros, ya que los caminos de paz están siendo dejados de lado. ¿O será que
algunos quieren que nuestro pueblo arda en la fiebre del odio?, recordemos que
es impensable que algo que nace de la violencia nos traiga paz y sosiego.
20-04-17
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