Miguel Méndez Rodulfo 29 de septiembre de 2017
Steve
Hanke, uno de los 30 economistas más influyentes del mundo, profesor de la
Universidad Johns Hopkins de Baltimore y Académico Titular del Cato Institute
en Washington D.C, recomienda sin cortapisas la dolarización para Venezuela.
Recientemente, en agosto, escribió un artículo y en septiembre declaró a los
medios sobre el tema, razonando pormenorizadamente su posición. Cree firmemente
que la inflación en Venezuela debe detenerse ipso facto. Hanke no solamente es
quizá el economista que mejor mide la inflación, sino que ha dedicado muchos
años a analizar como detener la hiperinflación; pero este intelectual, no se
queda en la investigación académica y la especulación teórica, sino que fue
actor decisivo de las dolarizaciones ocurridas en Ecuador en el año 2000 y en
Montenegro en 2001. Además este reputado economista conoce muy bien la realidad
económica de nuestro país ya que fue asesor de Caldera entre 1995 y 1996, época
en que le recomendó al Presidente venezolano que dolarizara. Por si fuera poco,
Hanke tiene a América Latina como una de sus prioridades de estudio, de manera
que se puede ver como regularmente hace seguimiento a Argentina, Brasil o
Venezuela.
Hanke
cuando recomienda a Venezuela dolarizar, lo hace basado en sus conocimientos y
experiencia. Refiere que hay en el mundo 33 países que tienen al dólar como su
moneda de intercambio y en todos ellos hay estabilidad y prosperidad. Además
este economista basa su propuesta en la dura y propia realidad: la verdad es
que en el país todo se transa usando al dólar como referencia, lo que implica
una virtual dolarización de la economía, luego lo que él propone es regularizar
esta informalidad. Pero, por si fuera poco, también las encuestas dicen que 62%
de la población quiere cambiarse al dólar.
El
mecanismo sugerido por este economista para dolarizar la economía es el de la
llamada “Caja de Conversión”, que según él se explica de la siguiente manera:
“La caja de conversión no puede emitir crédito. No puede fungir de prestamista
en última instancia ni conceder créditos a la banca. Tampoco puede conceder
préstamos a las autoridades fiscales y las empresas estatales. Críticamente, la
caja de conversión impone fuertes restricciones presupuestarias y una
disciplina férrea en la economía. La caja de conversión no requiere de
precondiciones para la reforma monetaria y puede instalarse rápidamente. No hacen
falta reformas en las finanzas gubernamentales, las empresas estatales y el
comercio para que la caja de conversión comience a emitir dinero”. Hanke,
aclara que las críticas a este mecanismo derivadas de la experiencia Argentina
de los años 90 bajo el gobierno de Menem y la dirección de Cavallo, denominada
“Convertibilidad”, son infundadas porque los argentinos no aplicaron el
mecanismo debidamente, sino que permitieron al Banco Central que no tuviera un
límite máximo para los activos foráneos que guardaba en relación con los
pasivos monetarios; además, el instituto emisor podía detentar y modificar el
nivel de activos internos en su balance, lo que le permitía diseñar una
política monetaria a su conveniencia, cosa que hizo de manera lesiva para el
país.
Cuando
se dolarizó la economía ecuatoriana en el año 2000 ni los EEUU, ni el FMI, ni
los economistas y, sobre todo, ni el Banco Central de Ecuador, creyeron en su
bondad. Aprobada la medida por el Presidente Mahuad, tanto el Presidente como
la Vice Presidente del BCE llamaron a una rueda de prensa a las puertas de la
sede del instituto emisor para augurar todos los fracasos posibles a tan
desgraciada medida. Hoy, 18 años después, pasados varios gobiernos de distintos
signos políticos, la economía ecuatoriana sigue dolarizada. No todo ha sido
color de rosa, ha habido problemas, pero todos se han superado y Ecuador es un
país estable y próspero, a diferencia de Venezuela.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 29 de septiembre de 2017
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