Por Enrique Ochoa Antich
1. Toda
abstención es (objetivamente) un voto a
favor del gobierno.
2. El
abstencionismo no deslegitima nada excepto
a quien lo promueve.
3. Mientras
más gobernaciones gane el gobierno, más
se legitima.
4. El
argumento pro-abstencionista que habla de la supuesta trampa electoral es una profecía autocumplida: quienes se
abstienen porque creen que igual el gobierno ganará las elecciones, no se dan
cuenta de que es su abstención lo que
puede hacer que las gane (de hecho, aunque perderá la mayoría y las más
importantes, la neo-dictadura
burocrática del siglo XXI ganará algunas gobernaciones que no tendría por
qué ganar si no mediara tanta prédica abstencionista).
5. La
principal responsabilidad (o en todo caso, corresponsabilidad) de que en los
comicios para la ANC pueda haberse aumentado fraudulentamente la votación por
los candidatos postulados recae en la
oposición/MUD que, no contenta con cometer el colosal error de no participar en
ellos, se ausentó imperdonablemente de las mesas.
6. Resulta
comprensible que no sea fácil para quien se creyó el engaño, la demagogia
irresponsable y el delirio de que el 30J comenzaba “la hora cero” o “la etapa
decisiva” (como algunos necios profirieron) pasar del 350 a la participación electoral en las regionales. Por
eso todo combate contra la abstención es
a su vez contra el extremismo que le sirve de caldo de cultivo.
7. La
re-moda abstencionista de estos días es, con los 130 asesinados y la ANC
espuria, hija legítima y resultado
directo de estos cuatro meses de ofuscamiento extremista-maximalista (todo
ya). Cada quién que asuma sus culpas.
8. El
abstencionismo es expresión del maduroveteyaísmo
y del todo o nada: excepto el cambio
en el poder político central y fuera del
desplazamiento del actual presidente de la república, ninguna otra lucha tiene sentido. “Esas gobernacioncitas, ¿para
qué?”, parecen exclamar los majaderos. Así, el abstencionismo contradice la estrategia de la acumulación progresiva
de fuerzas (políticas, electorales, sociales e institucionales) que le es
esencial a la ruta democrática.
9. La MUD
nos quedó debiendo una auto-crítica de
estos cuatro meses de calle violenta contra el diálogo y la negociación: sólo una autocrítica descarnada y la asunción
de responsabilidades por parte de sus principales voceros podía hacer comprensible
el golpe de timón del extremismo a la moderación, de la calle sin diálogo a
la participación electoral con negociaciones.
10. La
participación electoral sin ser un dogma, es componente esencial de la ruta democrática que la MUD dice
defender. Sería de esperar que quienes promueven hoy la abstención tengan la
delicadeza de auto-excluirse de ésta en
adelante.
27-09-17
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