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martes, 19 de septiembre de 2017

La Clave es: Unidad y trabajo, por @OmarVillalbaG



Omar Jesús Villalba 18 de septiembre de 2017

La vida no es justa, eso lo aprendemos todos a corta edad. Tampoco es sencilla, a pesar de lo que dice la TV, las películas, los libros y las anécdotas sobre el triunfo de otros. Y, por ello no debe sorprendernos que toda acción traiga consigo una reacción que puede ser tan buena como mala- Además, lo último seguro dependerá de quien mire el fenómeno. El mundo entendido en términos: blanco y negro es solo una ilusión de algunas mentes cortas, lo cierto es que todo el universo es gris.

Nuestra realidad, la venezolana, no escapa de estos postulados. La semana pasada hemos conseguido una victoria significativa al demostrar la capacidad que tenemos para movilizar a nuestros electores y militante. Con algunas excepciones, dimos una cátedra de democracia, de cohesión en la mayoría de los puntos, y que la cizaña que el gobierno trata de sembrar apenas si echa raíz.  Pero, como ya dije existen excepciones.

¿Cuáles? Hubo grandes diferencias en Zulia y Aragua. Dilemas y protestas que proyectan una gran sombra sobre los candidatos ganadores, pero especialmente sobre la UNIDAD. Los eventos ocurridos permiten al gobierno armar un discurso con el cual nos desprestigia; aunque siendo sincero, se valdrán de cualquier argumento para poner a la MUD por el suelo, sea este real o inventado. A pesar de ello, lo importante no es lo que diga o deje de decir el gobierno, sino el impacto que tiene aquello ocurrido en nuestros electores.

Por otro lado, las diferencias ocurridas, demuestran que los miembros de la oposición no somos un grupo de seguidores sin criterios, sino todo lo contrario, estamos dispuestos a criticar, cuestionar y revisar las decisiones tomadas por nuestros líderes, o el mismo pueblo que los escogió. Esto, si lo contrastamos con los afectos más acérrimos del gobierno o el tipo de militantes que estos anhelan, es una diferencia sustancial.

Ya calmados los ánimos, con las aguas más claras, hemos revisado lo ocurrido. Con cierto pesar, nos hemos percatado que existe cierto descontento entre los nuestros, tal vez —la palabra es fuerte, pero debe usarse— una suerte de decepción. Una, que si no se ataja a tiempo podría jugar en nuestras contra, considerando la cercanía de las elecciones, pero por encima de ello, la necesidad de mantenerse unidos, cohesionados y coherentes frente a un adversario que —a primera vista— pareciera ser un ente monolítico y sin fisuras.

Para alcanzar este objetivo es necesario recordar cuál es nuestro principal potencial: la UNIDAD. Esta, como propiedad de un objeto, nos dice que la entidad que la posee está vinculada a la imposibilidad de dividirse o fracturarse, o en caso de que suceda puede fragmentarse sin destruirse completamente. En termino sencillos, la UNIDAD representa esa capacidad que poseemos como grupo para mantenernos juntos a pesar de los impulsos provenientes desde afuera.

En términos políticos, la UNIDAD es una alianza, termino, que a su vez, implica incondicionalidad. Pero, no necesariamente una suerte de ceguera. Una alianza verdadera está sustentada en la confianza, y la capacidad de ajustarse a los cambios que se sucinten. Como oposición, hemos pasado por muchos de estos cambios a través del tiempo, pero sobre todo en este último año y medio. Período de tiempo en el cual pasamos de una victoria institucional a un ciclo de protestas y ahora nos encontramos en una calma tensa cuya finalidad es prepararnos para una nueva contienda política. Una, que podría desembocar en un nuevo amanecer institucional, o que podría desatar otro ciclo nefasto de protestas.

La naturaleza de lo que está por venir es tan incierta, que la ANC ha realizado varios movimientos arriesgados, con la intención de encontrar unos puntos favorables a ellos. Ejemplo de esa actitud la podemos ver en el cambio de mes electoral —de Diciembre a Octubre— y luego en una inusual convocatoria al diálogo, que no es tan altruista como parece ser. No niego, que muchos de ellos, como todos nosotros anhelen una situación equilibrada y estable, pero todo sabemos que tras esta convocatoria hay un deseo de allanar el terreno ante una posible derrota electoral, pero también quieren lograr cierto reconocimiento —que en términos económicos, financieros y de negocios necesitan con urgencia— por parte de la Comunidad Internacional. El diálogo envía un mensaje a quienes, desde el extranjero, los ven con malos ojos. Les dice: estamos dispuestos a enmendar nuestra conducta. Lo cual está muy bien, pero hay que recordar que el gobierno no da puntada sin dedal.

Es por eso, que debemos mantenernos unidos a grandes rasgos. La única forma en la que podremos derrotar a la siniestra cábala que gobierna este país como si fuera su propio feudo, es manteniéndonos firmes. Para eso, debemos apoyar las decisiones que se han tomado, las que se han revisado, pero como ya dije antes, eso no implica aceptarlo todo, el criterio y la crítica es necesaria para avanzar y ajustarnos al cambio. La gran solución para dejar atrás esta pesadilla está en nuestra capacidad de articularnos, de estar unidos. Si nos dividen, nos derrotaran.

Pero la UNIDAD no debe ser vista, únicamente, desde arriba. No señor, también es necesaria la cohesión en los niveles próximos a los ciudadanos de a pie. Un gran problema, que ha tenido la democracia venezolana en los últimos años, y que se ha visto intensificadas por este “régimen” es la dependencia del gobierno, ese patriarcalismo —permítanme el uso ligero del término— que ha hecho del venezolano un dependiente del Estado. Ha hecho de este pueblo aguerrido, una suerte de menor de edad político, y a su vez carece de criterio.

Gracias a esa dependencia muchos son controlados, y por ella el gobierno mantiene su férrea garra sobre el pueblo, a pesar de haber “impulsado” en su momento mecanismos para desconcentrar el poder. Lo cierto es que, este régimen, como todos los totalitarios les gusta hablar de democracia, desconcentración, pero en el fondo son unos acaparadores.

Es por ello que la labor que se realiza a nivel macro debe ser apoyada por un extenso trabajo a nivel local. Debemos retomar ese interés por nuestros municipios, parroquias y comunidades. Ayudaremos más, que solo limitándonos a votar cada que se hagan elecciones o algún referéndum. Los derechos se pierden si no se ejerceny si no mostramos interés por nuestras localidades, perdemos el derecho a llamarlas nuestras. A la par, esta de desidia lo que hace es darle un mayor margen de acción al gobierno, que no está contento con controlarlo todo en los altos niveles, sino que también quiere mantener dominio de todo aspecto en la vida del venezolano.

Es necesario, por ello, salir a fiscalizar a nuestras autoridades. Indicarles cuales son nuestros problemas, para que ellos se avoquen a resolverlos. Pero, no debemos limitarnos únicamente a señalar los males que sufrimos, o dejar que las autoridades lo resuelvan todo, debemos acompañarlos. Es imperativo ser solidarios y estar hombro con hombro. Los problemas de nuestras comunidades solo serán resueltos por las acciones que realice el vecino, cuando este comprenda que los problemas no pertenece, o son asuntos del gobierno, sino que son problemas de todos nosotros. Cuando tomemos las riendas de nuestras comunidades, nos mantengamos unidos en ese aspecto, seremos capaces de ir permeando los otros niveles.

La solución a los problemas del venezolano, el fin de esta pesadilla, de la siniestra cábala, de la caterva de pillos que nos gobiernan, no viene de arriba hacia abajo. No, la solución, como si de un árbol se tratase, viene desde la raíz. Y ¿Cuál es la parte más pequeña o base de todo Estado? Las comunidades, las parroquias y, en última instancia, los vecinos.

Es por ello, que urge ser solidarios, preocuparse por nuestras comunidades. En la medida que mostremos más cohesión en este nivel  mayor serán la dificultades que tendrán estos mafiosos para ejercer un control total sobre nosotros. Mientras más interesados estemos por la práctica de la política a nivel local, con gran facilidad ser irán dando los procesos de cambios para mejor.

Nos encontramos en tiempos convulsos y complejos; los cambios que hemos sufrido en los últimos tiempos son evidencia de ello. Pero, debemos ajustarnos a estos momentos, para maximizar nuestros recursos y alcanzar las condiciones óptimas, la calidad de vida que nos permita trascender los males que nos aquejan. Pero, por encima de todo ello, evitar que se repitan.

Un nuevo tiempo se está presentando, una nueva oportunidad para tomar las riendas de nuestro destino. Este es el momento crucial para sentar las bases de la verdadera emancipación de nuestro pueblo. Una liberación de un grupo siniestro y criminal, que prefiere hincar la rodilla ante los oscuros intereses de otros gobiernos, que están dispuesto a sacrificar a su pueblo, para ellos poder vivir con lujos y, quien sabe, un montón de vicios.

La unidad es la apuesta correcta, la solución y el mayor temor de este régimen. Debemos demostrarle, que podemos unirnos a pesar de cualquier revés o contratiempo que ellos nos pongan. Somos una entidad monolítica, vinculada no por un color, ideología, partido, o por el deseo de sacar a Ali Babá y sus 40 ladrones del gobierno, sino que estamos vinculados por que anhelamos una Venezuela mejor. Un país brillante, prospero que sea un referente y un ejemplo en la región.

 
Omar Jesús Villalba

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