Por Henrique Capriles
“Si quieres la paz, trabaja
por la justicia. Si quieres la justicia, defiende la vida. Si quieres la vida,
abraza la verdad”, son palabras muy sabias del Santo Juan Pablo II que nos
recuerdan que solo quien se abraza a la verdad puede construir un camino sólido
de progreso y esperanza, mientras que quienes viven ocultándose entre las
sombras de la mentira solo nos llevarán al camino de la miseria.
Y eso es lo que estamos
viviendo en nuestra Venezuela. Con el pasar de los días más problemas estallan
por todos lados, mientras que las soluciones no llegan. Ante la creciente
crisis que se vive en el país, el gobierno solo sabe responder con mentira tras
mentira, generando cada vez más desequilibrio en nuestra economía y angustia en
los venezolanos, lo que también hace que la situación de la narco cúpula
corrupta se ponga cada vez peor.
Esto se agudizará en el último
trimestre del año, que será el peor de la historia de toda Venezuela, ya que
debido al constante incremento del nivel de precios y la escasez, los hogares
se someten cada día más a cambiar los patrones de consumo y de vida.
Lamentablemente, la galopante inflación es un acelerador de la pobreza.
Se estima que el país cierre
el año 2017 con 60% de pobreza extrema, producto de las nefastas políticas
económicas y sociales del gobierno de Nicolás Maduro. No estamos hablando de
una simple cabeza de ajo, son 18 millones de venezolanos que están en situación
de pobreza extrema.
Por primera vez la FAO alerta
sobre la situación de hambre en nuestro país. La Fao advierte que 4,1 millones
de venezolanos pasan hambre, es decir, que no tienen nada que comer. Estamos
hablando de que estamos ante el mayor índice de desnutrición que presenta la
población venezolana en años recientes. Y es que Venezuela pasó a convertirse
en la segunda nación de nuestra América Latina con la mayor prevalencia con
personas subalimentadas, es decir, que la alimentación en insuficiente por las
cantidades ingeridas o la escasez de nutrientes, saltando de 2,8 millones de
personas entre 1990 y 1992 a 4,8 millones de personas entre 2014 y 2016.
Y es que de acuerdo con un
estudio realizado por Cáritas, 71% de los hogares reportan haber tenido que
deteriorar su alimentación producto de la crisis alimentaria. El 38% de los
hogares ha tenido que desincorporar a algún miembro familiar para bajar la
presión de consumo de alimentos y paliar la inseguridad alimentaria. El 41%
dijo haber tenido que pedir o “mendigar” por alimentos.
En 4 meses la desnutrición en
niños pasó de 54% a 68%, y el 14,5% presentó desnutrición aguda global, que
abarca las variaciones moderada y severa. Esa terrible crisis alimentaria
influye sin duda en que 708.349 alumnos hayan abandonado la escuela en lo que
va del nefasto gobierno de Maduro. Se dice fácil, pero estamos en presencia de
un fenómeno que tenemos que cambiar cuanto antes, porque la educación es el
arma más poderosa para derrotar la pobreza.
Mientras Maduro hace cadenas
para hablar de un magnicidio que solo vive en su cabeza, los venezolanos buscan
entre la basura algo que llevarse a la boca para no morir de inanición. Esto
nos parte el alma y más hablando de todas las riquezas naturales mal
administradas o desaprovechadas que tenemos.
Y hablando de mala
administración, tras años de controles, el gobierno ya debería tener claro que
cuando las cosas escasean su precio sube y para algunos esto significa también
la oportunidad de hacer negocio con tal escasez. Por eso, que el gobierno trate
de voltear la causalidad y diga que supuestos revendedores de efectivo son la
causa de la escasez de billetes, es una vulgar mentira.
Aunque el gobierno insista en
seguir mintiendo para justificar su mediocridad y falta de interés, e invente
excusas como la existencia de mafias de billetes y el sabotaje económico para
justificar la ausencia de efectivo, la verdad cae por su propio peso, el Banco
Central de Venezuela (BCV) es el único responsable de la escasez de billetes.
Las razones por las cuales al
intentar sacar dinero, el cajero electrónico cada vez nos dispense menos, se
deben en primer lugar a que el BCV tardó demasiado en actualizar el cono
monetario e imprimir billetes de mayor denominación.
La liquidez monetaria, los
precios, y el tipo de cambio han crecido tan rápidamente que se han
comido la emisión de billetes del BCV, y en consecuencia el valor real
del efectivo simplemente no alcanza.
Hoy más que nunca hace falta
efectivo con poder de compra, y el inconveniente es aún peor para los
venezolanos que no tienen cuenta bancaria ni tarjetas de débito o crédito. Para
esta población, que suele ser la más pobre, el efectivo es absolutamente
esencial.
Aunque el gobierno imprima
billetes aceledaramente para financiar el gasto público, se diluye el valor del
efectivo. La mala gestión del BCV no solo dejó a Venezuela sin efectivo, sino
que la gracia costó 1.500 millones de dólares en importaciones a los
venezolanos.
Sería absurdo pensar que
cualquier cono monetario, actualizado o no, pudiera aguantar una inflación de
1000% o más. Cuando los precios se multiplican por diez o más en un año, el
efectivo nominal en la economía tiende a aumentar en la misma proporción de
modo que se mantenga la cantidad de efectivo real. Para lograr eso, el BCV ha
introducido billetes de mayor denominación o gasta los dólares que no tiene
imprimiendo más y más billetes sin valor.
El billete de 20.000 bolívares
que acaba de salir ya vale menos de un dólar al cambio paralelo. Ante esto y
para adelantarse a la inflación, la única solución es introducir cuanto antes
los billetes de 50.000, 100.000, 200.000 y 500.000 a la economía, o la escasez
de efectivo se agudizará aún más.
Pareciera que todo este caos
en el que se convirtió el país tomó por sorpresa a un grupo de improvisados que
perdieron contacto con la realidad hace mucho tiempo y hoy además están
cercados internacionalmente, están ahogados financieramente, motivo por el cual
los venezolanos día tras día nos vemos forzados a soportar más penurias.
La situación de Pdvsa, tanto
financiera como de producción, se ha agravado en los últimos meses, lo que ha
repercutido en el desabastecimiento del mercado interno (gasolina, gasoil,
diésel y gas licuado de petróleo). Por eso estos días hemos visto largas colas
en las bombas de gasolina para surtir los vehículos con la única opción que
hay: la de 91.
El sistema de refinación de
Pdvsa, que estaba funcionando por debajo de 50% de su capacidad, debe estar muy
por debajo del índice. Son varios los buques con productos terminados (gasolina
y otros) y con componentes indispensables para el combustible, que han sido
fondeados, devueltos o desviados a otros destinos, por la incapacidad de Pdvsa
de pagar a las navieras.
Sabemos que la crisis es como
un efecto dominó que amenaza con acabar con todo, pero esto puede cambiar en
cuestión de meses si seguimos remando juntos como pueblo unido en la
recuperación de nuestra amada Venezuela. Tenemos cerca una prueba que superar
que son las elecciones regionales, ese es un paso más hacia el rescate de
nuestra Venezuela. Debemos seguir demostrando nuestra irrenunciable vocación
democrática de cambiar este escenario en paz y con la voluntad
mayoritaria de los venezolanos. Un nuevo país nos espera, vamos a todos a su
encuentro.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela y nos fortalezca el espíritu con fe!
24-09-17
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