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domingo, 24 de septiembre de 2017

Maduro y sus candidatos, más miseria por @hcapriles


Por Henrique Capriles


“Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia, defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad”, son palabras muy sabias del Santo Juan Pablo II que nos recuerdan que solo quien se abraza a la verdad puede construir un camino sólido de progreso y esperanza, mientras que quienes viven ocultándose entre las sombras de la mentira solo nos llevarán al camino de la miseria.

Y eso es lo que estamos viviendo en nuestra Venezuela. Con el pasar de los días más problemas estallan por todos lados, mientras que las soluciones no llegan. Ante la creciente crisis que se vive en el país, el gobierno solo sabe responder con mentira tras mentira, generando cada vez más desequilibrio en nuestra economía y angustia en los venezolanos, lo que también hace que la situación de la narco cúpula corrupta se ponga cada vez peor.

Esto se agudizará en el último trimestre del año, que será el peor de la historia de toda Venezuela, ya que debido al constante incremento del nivel de precios y la escasez, los hogares se someten cada día más a cambiar los patrones de consumo y de vida. Lamentablemente, la galopante inflación es un acelerador de la pobreza.

Se estima que el país cierre el año 2017 con 60% de pobreza extrema, producto de las nefastas políticas económicas y sociales del gobierno de Nicolás Maduro. No estamos hablando de una simple cabeza de ajo, son 18 millones de venezolanos que están en situación de pobreza extrema.

Por primera vez la FAO alerta sobre la situación de hambre en nuestro país. La Fao advierte que 4,1 millones de venezolanos pasan hambre, es decir, que no tienen nada que comer. Estamos hablando de que estamos ante el mayor índice de desnutrición que presenta la población venezolana en años recientes. Y es que Venezuela pasó a convertirse en la segunda nación de nuestra América Latina con la mayor prevalencia con personas subalimentadas, es decir, que la alimentación en insuficiente por las cantidades ingeridas o la escasez de nutrientes, saltando de 2,8 millones de personas entre 1990 y 1992 a 4,8 millones de personas entre 2014 y 2016.

Y es que de acuerdo con un estudio realizado por Cáritas, 71% de los hogares reportan haber tenido que deteriorar su alimentación producto de la crisis alimentaria. El 38% de los hogares ha tenido que desincorporar a algún miembro familiar para bajar la presión de consumo de alimentos y paliar la inseguridad alimentaria. El 41% dijo haber tenido que pedir o “mendigar” por alimentos.


En 4 meses la desnutrición en niños pasó de 54% a 68%, y el 14,5% presentó desnutrición aguda global, que abarca las variaciones moderada y severa. Esa terrible crisis alimentaria influye sin duda en que 708.349 alumnos hayan abandonado la escuela en lo que va del nefasto gobierno de Maduro. Se dice fácil, pero estamos en presencia de un fenómeno que tenemos que cambiar cuanto antes, porque la educación es el arma más poderosa para derrotar la pobreza.

Mientras Maduro hace cadenas para hablar de un magnicidio que solo vive en su cabeza, los venezolanos buscan entre la basura algo que llevarse a la boca para no morir de inanición. Esto nos parte el alma y más hablando de todas las riquezas naturales mal administradas o desaprovechadas que tenemos.

Y hablando de mala administración, tras años de controles, el gobierno ya debería tener claro que cuando las cosas escasean su precio sube y para algunos esto significa también la oportunidad de hacer negocio con tal escasez. Por eso, que el gobierno trate de voltear la causalidad y diga que supuestos revendedores de efectivo son la causa de la escasez de billetes, es una vulgar mentira.

Aunque el gobierno insista en seguir mintiendo para justificar su mediocridad y falta de interés, e invente excusas como la existencia de mafias de billetes y el sabotaje económico para justificar la ausencia de efectivo, la verdad cae por su propio peso, el Banco Central de Venezuela (BCV) es el único responsable de la escasez de billetes.

Las razones por las cuales al intentar sacar dinero, el cajero electrónico cada vez nos dispense menos, se deben en primer lugar a que el BCV tardó demasiado en actualizar el cono monetario e imprimir billetes de mayor denominación.

La liquidez monetaria, los precios, y el tipo de cambio han crecido tan  rápidamente que se han comido la emisión de billetes del BCV, y en consecuencia  el valor real del efectivo simplemente no alcanza.

Hoy más que nunca hace falta efectivo con poder de compra, y el inconveniente es aún peor para los venezolanos que no tienen cuenta bancaria ni tarjetas de débito o crédito. Para esta población, que suele ser la más pobre, el efectivo es absolutamente esencial.

Aunque el gobierno imprima billetes aceledaramente para financiar el gasto público, se diluye el valor del efectivo. La mala gestión del BCV no solo dejó a Venezuela sin efectivo, sino que la gracia costó 1.500 millones de dólares en importaciones a los venezolanos.

Sería absurdo pensar que cualquier cono monetario, actualizado o no, pudiera aguantar una inflación de 1000% o más. Cuando los precios se multiplican por diez o más en un año, el efectivo nominal en la economía tiende a aumentar en la misma proporción de modo que se mantenga la cantidad de efectivo real. Para lograr eso, el BCV ha introducido billetes de mayor denominación o gasta los dólares que no tiene imprimiendo más y más billetes sin valor.

El billete de 20.000 bolívares que acaba de salir ya vale menos de un dólar al cambio paralelo. Ante esto y para adelantarse a la inflación, la única solución es introducir cuanto antes los billetes de 50.000, 100.000, 200.000 y 500.000 a la economía, o la escasez de efectivo se agudizará aún más.

Pareciera que todo este caos en el que se convirtió el país tomó por sorpresa a un grupo de improvisados que perdieron contacto con la realidad hace mucho tiempo y hoy además están cercados internacionalmente, están ahogados financieramente, motivo por el cual los venezolanos día tras día nos vemos forzados a soportar más penurias.

La situación de Pdvsa, tanto financiera como de producción, se ha agravado en los últimos meses, lo que ha repercutido en el desabastecimiento del mercado interno (gasolina, gasoil, diésel y gas licuado de petróleo). Por eso estos días hemos visto largas colas en las bombas de gasolina para surtir los vehículos con la única opción que hay: la de 91.

El sistema de refinación de Pdvsa, que estaba funcionando por debajo de 50% de su capacidad, debe estar muy por debajo del índice. Son varios los buques con productos terminados (gasolina y otros) y con componentes indispensables para el combustible, que han sido fondeados, devueltos o desviados a otros destinos, por la incapacidad de Pdvsa de pagar a las navieras.

Sabemos que la crisis es como un efecto dominó que amenaza con acabar con todo, pero esto puede cambiar en cuestión de meses si seguimos remando juntos como pueblo unido en la recuperación de nuestra amada Venezuela. Tenemos cerca una prueba que superar que son las elecciones regionales, ese es un paso más hacia el rescate de nuestra Venezuela. Debemos seguir demostrando nuestra irrenunciable vocación democrática de cambiar este escenario en paz y con  la voluntad mayoritaria de los venezolanos. Un nuevo país nos espera, vamos a todos a su encuentro.

¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela y nos fortalezca el espíritu con fe!

24-09-17




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