Por Jesús Alexis González, 18/09/2017
Una moneda de
reserva, es aquella universalmente aceptada por los Gobiernos, Bancos
Centrales y Organismos Multilaterales (Banco Mundial y Fondo Monetario
Internacional) en pro de mantenerlas como parte importante de las reservas
internacionales, al tiempo de cumplir con las funciones de (1) Medio de intercambio, (2)
Alternativa de inversión, (3) Unidad
de cuenta, y (4) Mercado de renta
fija; siendo al propio tiempo la más utilizada para fijar precios a los
productos transados internacionalmente (petróleo y otros minerales, oro,
materias primas, alimentos y más) y de servicios (transporte internacional y
costos financieros), cumpliendo con facilitar las operaciones de comercio internacional.
A partir de Julio 1944, en la Conferencia de Bretton
Woods, EEUU, se estableció el dólar estadounidense como la principal moneda de
reserva haciendo referencia al oro para fijar su precio, lo cual se eliminó en
1973 luego de derrumbarse dicho sistema sin afectar la posición del US$, al
tiempo que las principales monedas pasaron a un régimen de cambio flotante. El
US$, mantuvo su posición habida cuenta de las bondades y ventajas que confiere
una sólida moneda de reserva a la seguridad
y continuidad del comercio internacional
al igual que propicia la liquidez
mundial. La intención de reemplazar el US$ como moneda de reserva (más por
razones políticas que económicas-financieras) ha estado siempre latente (el
euro y el yuan lo han intentado con logros muy parciales); y de igual modo se
han perfilado estrategias en ese sentido
como por ejemplo que los países petroleros cambien el precio y su moneda de
transacción a otra moneda (a fin de cuentas es su producto y están en su
derecho); e igualmente China, que cuenta con la gran mayoría de los Bonos del
Tesoro estadounidenses, intente de manera unilateral variar la composición de
monedas incluidas en sus reservas internacionales con una simple operación de venta de sus US$, lo cual obviamente
induciría una devaluación de dicha moneda y por ende de las reservas
estadounidenses.
Resulta pertinente recordar, que a partir del 1 de
Octubre 2016 el FMI incorporó el Renmimbi
chino (RMB) popularmente conocido como yuan a la cesta de monedas que
componen los Derechos Especiales de Giro (DEG) cuyas funciones son: activo
oficial de reserva, moneda de uso financiero y medida de valor, y pueden ser
intercambiados por monedas de libre uso para proporcionar liquidez al sistema
económico mundial siendo que a partir de ese
momento se considera al yuan como una moneda ampliamente utilizada y
activamente negociada conforme a la definición de moneda de libre uso contenida
en el Convenio Constitutivo del FMI; para sumarse al US$, al Euro (reemplazó en
1999 al Marco alemán y al Franco francés), al Yen japonés, y a la Libra
Esterlina británica en el entendido que el DEG es un activo de reserva complementario creado en 1969 a efectos de
complementar las reservas oficiales de los países miembros.El US$ se utiliza en
el 40% de los pagos a nivel mundial,
el Euro en un 30%, y el Yuan en un 1,78%.
Durante este Septiembre 2017, el gobierno venezolano
(¿?) asomó la pretensión de no seguir
haciendo uso del US$ en sus operaciones comerciales a nivel internacional en
favor del Yuan, al igual que reorientar
las subastas de divisas complementarias (DICOM) hacia esa misma moneda lo cual,
sin duda alguna, impulsará la tendencia alcista en el precio del US$ en el
mercado doméstico hacia niveles desorbitantes con evidente impacto
hiperinflacionario. Tal pretensión, aunque totalmente legitima, no deja de ser
a nuestro parecer una cínica bravuconada
(simulación de valor, fanfarronada) gubernamental que pudiere generar males
adicionales en un país como Venezuela que se encuentra aislado de potenciales
fuentes de financiamiento externo en momentos de aguda crisis; aunado a que
EEUU es el principal comprador de nuestro petróleo y por tanto el más seguro y
casi único “suministrador” de divisas, las cuales tendrían que ser convertidas
en yuanes sin la existencia de una cotización que emane de un promedio de
muchas transacciones (prácticamente no efectuamos), ni por equivalencia de
otras monedas con relación al yuan ya que muy pocos países utilizan la moneda
china en sus operaciones internacionales. Es claro, que Venezuela está en el
derecho de exigir a cualquier país el pago en yuanes (que con seguridad no
tienen) por el petróleo que les exporta, siendo una situación que puede
revertirse en: (A) Una contracción
en la ya disminuida demanda mundial de nuestro crudo; (B) Una dependencia hacia China, ya que los pocos yuanes que
recibirá el país solo podrán ser utilizados para efectuar operaciones
comerciales con ese país (¿imperio chino?); y (C) Un brusco descenso de las ya disminuidas reservas
internacionales venezolanas. Complementariamente, merece la pena acotar algunos
aspectos del acontecer chino como que teniendo una línea de swap que asciende a
unos US$ 430.000 millones casi nunca se
utiliza, que la posesión extranjera de Acciones chinas es de un 0,8% y la de Bonos de un 2%, que la tenencia de yuanes en los
Bancos Centrales del mundo como divisa
es de 1% (el US$ es de 64%), que
Australia su mayor socio comercial apenas
factura en yuan el 0,5% de sus exportaciones, que los extranjeros prácticamente no compran Bonos Corporativos
chinos, y que en Hong Kong apenas un 5%
de los depósitos bancarios están en yuan y más de un 38% en US$.
Es de recordar, que nuestras reservas internacionales
tienen su origen en las
exportaciones del sector público (fundamentalmente petróleo), y en las
inversiones extranjeras y los préstamos provenientes del exterior (inexistentes
en ambos casos); mientras que su destino
se vincula con las importaciones de bienes y servicios, pago de deuda
externa (pública y privada), y con los gastos de viajeros y turismo (al ritmo
que vamos se ausentarán las líneas aéreas); y su composición se estructura con oro (más del 76% del total sin saber
dónde se encuentran las barras), con Derechos Especiales de Giro por un
remanente de un 6% del total ( ya que el país no presenta
información ante el FMI), con efectivo un 14% aproximadamente, y con otros
activos como depósitos a la vista y a plazos en bancos extranjeros (del Estado
no de los corruptos y otros) por un 3,8% aproximado. Vale citar, que el manejo
eficiente de las reservas en función a procurar un adecuado desenvolvimiento
económico, ha de responder a tres criterios (1) Seguridad (activos de calidad), (2) Liquidez (activos que se puedan negociar fácilmente) y (3) Rentabilidad (activos que provean
un rendimiento adecuado); criterios estos que han venido siendo altamente
desatendidos y queahorapretendeneliminarlosensutotalidad.
Reflexión
Final: Muy simple, ¡¡Vamos de mal a peor!!
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