Por Carolina Gómez-Ávila
Si la ciudadanía fuera un
cargo público, el artículo 62 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela nos explicaría en qué consiste: en participar políticamente,
directamente o por medio de representantes, para formar, ejecutar y controlar la
gestión pública. Es cierto que el 63 dice que votar es un derecho, por lo tanto
no es obligatorio; pero si la ciudadanía fuera un cargo público, nos convendría
votar para ejercerlo y conservarlo, porque amarrarnos a lo que quede de
democracia es lo único que puede ayudarnos a traerla de regreso.
En todo caso, tenga presente
que la CRBV determina que los gobernantes serán elegidos por la mayoría de las
personas que voten; así que el índice de abstención no cambiará ni
deslegitimará al gobernante electo.
Si la ciudadanía fuera un
cargo público, sería requisito estar bien informado para ejercerlo y es posible
que usted -como yo- perciba que nunca lo estará suficientemente; que le abrume
admitir que no sabe cuánta información necesita -ni en cuáles áreas- para
considerarse idóneo como ciudadano. Le faltan horas al día y le sobran
angustias. Así, no es difícil que calculemos mal los costos y beneficios de
estudiar nuestra incidencia en la cosa pública. Y aunque nos digan -y
entendamos- que la nación se beneficiará de contar con ciudadanos cada vez
mejor informados, da igual, la mayoría calcula mal y decide peor.
En todo caso, si toma la
decisión de renunciar a sus derechos políticos (eso hace cuando se abstiene de
votar) debe sustentarla no sólo con motivos legítimos, sino que debe
acompañarla con la decisión de aceptar las consecuencias de su huelga
electoral. Incluya, entre ellas, el justo repudio de sus conciudadanos por
haberlos arrastrado a las consecuencias que su abstención produzca.
Sería útil que revisara sus
cálculos para evitar errores. Revisar, por ejemplo, qué tan cierto es que su
voto pueda incidir en el resultado que desearía y comparar ese resultado -sobre
todo- con lo que tendrá que vivir durante el próximo cuatrienio. Revise si
puede haber un error de cálculo en la creencia de que la abstención
deslegitimará a la dictadura cuando lo único que se deslegitima es el ejercicio
electoral.
Quizás haya un error de
cálculo al creer que una alta abstención gritará “no te quiero dictador”,
cuando en realidad, el mensaje será “no voté, así que puedes hacer lo que te dé
la gana fingiéndote demócrata, dictador”.
Creo que es un error de
cálculo desestimar las consecuencias de no participar en la solución de las
necesidades básicas. Precisamente por eso, las elecciones municipales suelen
contar con más participación que las estadales. El ciudadano ve su problema y
el proceso de solución. Puede hacer contraloría directa de la gestión y medir
sus resultados con mucha más propiedad que en cualquier otra instancia. En general,
las gobernaciones se perciben más lejanas. Sobre todo para quienes no han leído
el artículo 164 de la CRBV que, por estas fechas, nos grita todo lo que
estaríamos abandonando al abstenernos: la administración del dinero que asigne
el Gobierno central más el dinero que regionalmente se recaude por todo tipo de
impuestos estadales; el control de minerales no metálicos que no estén
reservados para el Poder Nacional, las salinas, los ostrales y -destaco su
importancia estratégica- la administración de tierras baldías; el control sobre
la policía en distintos niveles, el de servicios públicos como agua,
electricidad, mercados de alimentos, carreteras, autopistas, puertos y
aeropuertos. También es un error de cálculo argüir que la CRBV no se cumple o
que habrá fraude y, por eso no vale la pena votar, que no perderán las
gobernaciones o de hacerlo crearán instancias paralelas que conculquen estas
facultades; esperemos que lo hagan, eso provocará nuevas acciones del mundo en
defensa de la democracia.
Calcula mal si cree que sus
intereses no están representados en la oferta electoral, porque esta vez, su
interés es no perder el derecho al voto. También comete un error de cálculo
cuando omite que sus gobernantes estarán más comprometidos a atender a la
población que le llevó al poder, siempre que defienda intereses generales.
Destacado error de cálculo es
que usted se perciba a sí mismo como un cliente insatisfecho ante la oferta de
productos electorales. Claro que puede cambiar de marca (voto castigo) o
boicotear a todos los productos relacionados, dejando de comprarlos
(abstención). En ambos casos se estaría valiendo de un principio de mercado
para intentar forzar a un cambio, pero es menos probable que lo logre con la
abstención que con el voto castigo o inscribiéndose en el partido político para
promover y organizar tal cambio desde adentro.
Otro cálculo errado: No votar
creyendo que el número de abstencionistas equivale a una solicitud formal de
que se cambie de régimen por medio del uso de la fuerza nacional o extranjera,
resultando otra dictadura. Al respecto, tenga presente que la democracia debe
tolerar a todos menos a quienes pretendan el fin de la democracia.
Error de cálculo histórico:
apoyar a un grupo o coalición antipolítica o antisistema olvidando que fue así
como comenzó nuestra tragedia en 1998.
Ahora hablemos de las
consecuencias de las cuales sería responsable. La finalidad que persigue no se
puede alcanzar por medio de la abstención. No habrá un cambio de Gobierno, ni
un levantamiento militar, la abstención no autorizará una invasión extranjera,
no disolverá a un partido o a una coalición de partidos, no restituirá la
República, no restaurará la democracia. Hasta aquí, la abstención es un acto
retórico, sin efecto alguno. Ojalá fuera sólo eso. Sucede que con su abstención
-así, sin oponer resistencia- usted legitimará por los próximos 4 años, el
control de un gang. Al hacerlo perderá su condición ciudadana y también
comprometerá la mía. Finalmente, sólo herirá el ejercicio del voto. Está claro
que los males que provocará con su abstención son aún mayores que los que cree
combatir con ella. Un error de cálculo le hará culpable, si al usar su derecho
democrático a abstenerse, favorece a una opción que alejará el retorno de la
democracia y con ello, la restitución de la República.
Si la ciudadanía fuera un
cargo público, como los políticos deberíamos rendir cuentas y ser juzgados por
las consecuencias de lo que hacemos o dejamos de hacer durante el ejercicio del
mismo, aunque todo ello fuera producto de un error de cálculo.
23-09-17
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