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domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Rezar por los enemigos?, por @felixpalazzi



FÉLIX PALAZZI 23 de septiembre de 2017
@felixpalazzi

Cada vez es más común el hecho de pedirle a alguien que “rece por” otra persona, por una situación concreta o por el país. Esto ocurre, de modo especial, luego de experimentar acontecimientos dramáticos de índole natural, hechos de violencias u otras situaciones difíciles. Ya es común que los medios sociales se inunden con etiquetas que nos invitan a “rezar por”. La acción de “rezar por” se asocia a una actitud que permite manifestar nuestra solidaridad con quien sufre. Algunos entienden que están enviando “buenos deseos” a un colectivo o a una persona que atraviesa por circunstancias muy difíciles.

A pesar de los muchos modos como entendamos esta acción, la solidaridad expresada en la invitación a “rezar por” es un aspecto propio de la oración. La oración nos saca de nosotros mismos y nos coloca en una doble referencia: a un trascendente y a otras personas. La oración nos invita a ir más allá de nuestros límites y a no quedarnos encerrados en espacios cómodos y aislados. El gesto de “rezar por” no puede ser reducido a un simple envío de “buenas energías o vibras ”, de modo abstracto y sin compromiso alguno.

Recientemente se ha criticado al Papa Francisco por habernos invitado a rezar por nuestros gobernantes. Muchos se cuestionarán: “¿cómo rezar por alguien que tiene, sin duda alguna, un alto índice de impopularidad?, ¿cómo rezar por un político? ¿Cómo rezar por personas implicadas en hechos de violencia y represión de toda una sociedad?”. Visto así, pareciera que el Papa Francisco nos estuviera diciendo algo repulsivo y contrario a nuestro espíritu cristiano.  Sin embargo, como suele ocurrir en nuestro contexto, se descontextualizan las frases, sacándolas de la totalidad de su discurso.

Lo que el Papa dijo está arraigado en lo que es la praxis de Jesús y, por tanto, de los primeros cristianos: “si solo amas a los que te aman ¿qué recompensa hay en esto? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo” (Mt 5,46). El Papa Francisco nos quiso recordar que lo esencial del cristianismo no está en el hecho de amar al otro como a uno mismo. Cosa que muchas otras religiones también profesan. Lo esencial del cristianismo es “amar a nuestros enemigos”. Pero, ¿qué significa amar a nuestros enemigos? ¿Cómo se puede amar a aquellos políticos que rechazamos desde lo más profundo de nuestra existencia porque han arruinado el presente y el futuro de una nación?

La cita anteriormente mencionada del Evangelio de Mateo (Mt 5,46) nos ofrece la clave. Amar significa que no seamos réplicas del mal con nuestras palabras y acciones cotidianas, que no sigamos el pecado que otros iniciaron. Pero esto implica, ante todo, que lo frenemos. Para ello, hay que salir de la lógica deshumanizadora de quien lo genera y reproduce. De otro modo, las víctimas de hoy se convertirán en los victimarios de mañana. Por ello, sólo el amor que brota de la oración nos permite salir de las fronteras del egoísmo, la violencia y la división imperantes. Al rezar por otro, por el enemigo, encuentro mi recompensa: no actuar como los otros actúan. Esto es lo que el Papa Francisco nos recordaba.

Cuando un político no reza, o incluso si es agnóstico no se enfrenta con un criterio exterior a sí mismo, entonces corre el riesgo de “encerrarse en su propia auto-referencialidad, en la de su partido, y en aquel círculo del cual no puede salir”. La verdadera oración desideologiza y nos devuelve la esperanza, porque no considera a los otros, ni a nosotros mismos, como completamente perdidos. Cuando “rezamos por” manifestamos el genuino deseo por un futuro de bienestar y esperanza para todos.

Félix Palazzi
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi

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