Por Simón García
No se puede pedir a los
políticos de hoy que hagan su trabajo a la manera de los de ayer. Las grandes
concentraciones o las visitas de hogares carecen del alcance de una breve
declaración de TV. La eficacia comunicacional no está en pintar paredes sino en
manejar las redes.
Pero en materia de sostener
principios y ser inspiradores de una causa con sentido país la vieja manera de
hacer política conserva muchos de sus valores. Américo Martín me confiesa, que
si a eso nos referimos, prefiere la vieja política, su densidad, su
consistencia y la coherencia entre sus ideas y las luchas para llevarlos a
cabo.
Todo esto se trastocó con la
llegada al poder de un proyecto pensado desde el inicio en capturar el poder
para no dejarlo; quebrar las bases capitalistas de la economía y desmantelar la
democracia. Un plan para falsificar el pasado y controlar el presente a nombre
de un futuro de mentiras.
Un imperativo de eficacia de
la MUD es decir la verdad y construir confianza en una dirección política,
colectiva y plural. Mientras el mundo sabía la reunión de Santo Domingo, aquí
hubo quienes pretendieron negarla. Actitud indeseable por no democrática,
aunque se diga que al tratar con gente tan mañosa hay que aplicar el precepto
de Cicerón, en el tratado Sobre los deberes que escribió para su hijo Marcos,
sobre “….ocasiones en las que transgredir la lealtad y la sinceridad puede ser
justo”. Justificación que no da para extenderla a regla.
El eufemismo exploración elude
el deber de informarle al país, indignado y desconfiado ante el gobierno, que
cuando la presión internacional obliga a Maduro a sentarse a negociar, la MUD
no puede voltear la cara, así los calle/calle griten y prefieran dejar las
gobernaciones a quienes van a perpetuar este régimen y ayudar a que burlen la
exigencia, nacional y mundial, de realizar elecciones presidenciales libres.
La MUD debería señalar los
puntos innegociables y las concesiones que está dispuesta a hacer en una
negociación. A pesar de las dudas y alertas que hay que mantener frente a
quienes incumplen los acuerdos, hay que acompañar a la comunidad internacional
en la determinación de que los venezolanos encontremos pacíficamente el restablecimiento
de la democracia y la reconstrucción de la sociedad arruinada.
Esta vez el gobierno no se
saldrá con las suyas para ganar tiempo o enfriar una campaña electoral que debe
levantar en la calle los derechos y reivindicaciones de un pueblo sin pan, sin
medicinas y sin derechos. El régimen sólo podría ganar si la prédica
abstencionista le resta votos a los candidatos de la Unidad o donde ésta se
enrede en nocivos resquemores.
Es hora de decir la verdad,
porque sólo con ella superaremos las confusiones y las incomprensiones acerca
de un camino democrático y constitucional para salir de esta pesadilla. Hora de
asumirla sin miedos.
24-09-17
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