Por Fernando Luis Egaña
Venezuela está sumida en una
catástrofe humanitaria en medio de una bonanza petrolera. Es desgobernada por
una hegemonía cada vez más despótica, corrupta y envilecida. No es sencillo
identificar un cuadro más trágico. Hay gente respetable que todavía no acierta
en calibrar la magnitud del desastre, pero es un tema para otras líneas.
Teóricamente las cosas siempre
--o casi siempre, pueden empeorar, comenzando por la situación general de un
país como consecuencia del dolo y la negligencia de quienes lo depredan y
depauperan. En el caso de Venezuela la pregunta sobre si hay algo peor que
esto, es difícil de contestar. Cierto, que no hemos llegado al llegadero y el
margen de deterioro existe. Cierto, que el régimen que es responsable de todo
ello ha llegado a extremos mundiales de incompetencia, vandalismo y
manipulación de los hechos.
Desde algunos sectores de la
oposición se denuncia que Maduro y los suyos están haciendo todo lo posible
para estimular la abstención y así resguardar su continuismo a través de las
gobernaciones y alcaldías. Y sin entrar en consideraciones precisas al
respecto, también debe reconocerse que diversos factores de la oposición
política no se quedan muy atrás en el descrédito de sus ejecutorias. Lo que ha
acontecido con las polémicas primarias no es un acicate para la participación
popular.
Las cúpulas del oficialismo
son un azote para la nación, pero no tienen la exclusividad en la materia. En
la acera de enfrente, no pocos le hacen daño a las expectativas de cambio
democrático, con sus manejos de trastienda y la opacidad de su proceder. Por
ese camino no se construye una conducción política eficaz, sino exactamente lo
contrario.
Sí, estamos en una situación
que combina lo peor de todo. Y cuando la esperanza corre el riesgo de
desvanecerse, o al menos de debilitarse, quien sale ganando es el que detenta
el poder. En otras palabras, sale perdiendo el conjunto del pueblo venezolano.
La permanencia de Maduro sólo puede significar más penurias en los más variados
órdenes de la vida nacional.
Ahora bien, es probable que el
auto-denominado "gobierno bolivariano" ya no tenga más allá en
materia de improvisación, incuria, y afán destructivo de todo lo que no se le
subordine. Respondo pues: ¿puede haber algo peor? Quizá no.
flegana@gmail.com
21-09-17
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