Por Maritza Izaguirre
Al inicio de un nuevo año
escolar –ante la situación que vivimos, en un entorno caracterizado por el
deterioro creciente en las condiciones y calidad de vida de la población,
resultado de la deficiencias en la gestión pública–, preocupa en especial la
calidad de la oferta educativa, la cual se ve afectada seriamente por las
limitaciones derivadas de los recursos destinados a financiar las tareas
relacionadas con una educación de calidad en un mundo donde es imprescindible
asegurar a la población el acceso a las capacidades y habilidades requeridas
para desempeñarse en un ambiente en el que cada vez se exigen habilidades
asociadas al pensamiento crítico, que abra la mente a una mayor creatividad, al
trabajo en equipo, a la comunicación oral y escrita. Abiertos a la innovación
tecnológica, que los capacite para afrontar los problemas asociados a las
nuevas prácticas y a los múltiples problemas que enfrentaremos en un futuro
mediato, consecuencia, entre otros, del cambio climático.
De allí la importancia de
contar con un sistema educativo capaz de incorporar desde el preescolar hasta
la educación superior a los niños, adolescentes y jóvenes que integran la
generación de relevo, hoy maltratada por la inseguridad, la inflación, que
deteriora el salario real, y los controles que inciden fuertemente en la
economía productiva.
La educación de calidad
facilitará la inserción de los recursos humanos en formación a un mercado de
trabajo en continuo cambio, resultado de la incorporación de tecnologías que
demandan nuevos conocimientos, actitudes y valores, en cuya formación deben
participar activamente la familia, la comunidad educativa, en especial
docentes, directores y supervisores, para lo cual es imprescindible la calificación
y formación del personal, que debe ser preparado para las nuevas tareas
destinadas a introducir cambios profundos en la gestión educativa. Para ello es
preciso contar con las instalaciones equipadas adecuadamente, que disfruten de
un ambiente seguro, lejos de asaltos y robos, y con servicios de calidad,
incluido baños y agua corriente. Igualmente se debe asegurar al personal
docente una carrera bien remunerada que le permita concentrarse en su
responsabilidad central: la formación de las futuras generaciones.
Proceso que debe prolongarse a
lo largo de la vida laboral, incorporando al sector productivo en la industria,
el comercio y los servicios con el fin de optimizar continuamente la capacidad
de la fuerza de trabajo. Mejorar su productividad y cuidar, por otra parte, las
condiciones del desempeño laboral; por tanto, el gran desafío es construir un
sistema de calidad que facilite la inserción social y productiva de las nuevas
generaciones, para lo cual se requiere la aplicación de las políticas adecuadas
en un marco de desarrollo basado en el respeto a los derechos humanos y a la
libertad individual.
19-09-17
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