Por Andrea Sosa Cabrios y
Denis Düttmann
DPA
El sociólogo alemán Heinz
Dieterich conserva una boina roja que le regaló Hugo Chávez en 1999. Eran
tiempos de cercanía entre el impulsor del “socialismo del siglo XXI” y el
entonces presidente venezolano, que adoptó esa idea como impronta. La boina
dedicada a Mirna, su pareja, luce intacta en su departamento de Ciudad de
México, donde vive desde 1976. La amistad con Chávez, en cambio, se resquebrajó
a partir de 2005, cuando Dieterich dijo que en Venezuela en realidad no había
socialismo en el sentido histórico del término. A Chávez le molestó. Hoy
Dieterich, de 74 años, es duro crítico del presidente Nicolás Maduro, al que
considera una “mala imitación” de Chávez, y vaticina para el país un “desenlace
catastrófico”.
- ¿Cómo describe lo que está
pasando ahora en Venezuela?
-Con la decisión de
estrangulamiento financiero de Donald Trump, la situación se acerca a un
desenlace catastrófico. Siendo Estados Unidos el centro financiero del mundo,
la medida de Trump tiene impactos mucho más allá de la simple posibilidad de
contraer nueva deuda vía nuevos bonos. Todas las corporaciones privadas se
orientan en lo que hace no sólo Wall Street sino el Tesoro de Estados Unidos.
Ni China ni Rusia tienen una logística mundial comparable. Esto es un regreso a
los años 60, a la Guerra Fría. Es lo que pasó con el bloqueo de Cuba: o estás
con nosotros o eres nuestro enemigo. Maduro y su tropa no entendieron que
tenían que buscar la solución negociada.
-¿Qué sigue?
-A mi juicio, esa medida
financiera, junto con algunas otras medidas que vemos en la reconquista conservadora
proestadounidense de América Latina, inician esa espiral de violencia en la
cual a Maduro no le va a salvar que trate de equilibrar geopolíticamente con
China y Rusia lo que Washington no le va a dar. No entendieron que si bien iban
a perder una elección, podían negociar con el futuro gobierno el control de la
fuerza armada y la policía, que quedara en sus manos para que no hubiese
violencia. Esa fue la solución en Nicaragua cuando los sandinistas perdieron
las elecciones. Esa era la única posibilidad de que la cosa en Venezuela no se
convierta en una guerra civil o de paramilitares, como los “contras” en
Nicaragua. Y ahora están a un paso del abismo.
-¿Qué es el abismo?
-Es la repetición de
Nicaragua. Fuerzas paramilitares organizadas en Colombia, en sectores de la
Amazonia de Perú y Brasil, que empiezan a destruir la infraestructura. Y eso
lleva entonces a una situación más represiva todavía. Ya está prácticamente
cerrada la Asamblea Nacional y la involución democrática interna en Venezuela
se enfoca cada vez más hacia un desenlace trágico, sangriento. Y con las
medidas de Trump ahora pienso que hemos pasado el rubicón y no veo cómo se
pueda arreglar esto pacíficamente. Se podría todavía, pero eso implicaría un
cambio de software del grupo en el poder. Y no hay ningún indicio de que estén
dispuestos a reconsiderar la situación.
¿El objetivo de las sanciones
financieras de Estados Unidos cuál es?
-El objetivo de la política de
Washington en Venezuela es romper la unidad monolítica de los militares, porque
como el gobierno sólo se sostiene por los militares, si logras dividir esto, el
gobierno cae de inmediato. Todos los factores se enfocan en los militares: el
gobierno tiene que mantener la unidad, la oposición tiene que lograr la
división de los militares, Washington también. Es el centro del poder del
sistema.
-¿No ve otra alternativa?
-Cuando tú analizas
científicamente una sociedad, en el centro del poder está el Estado. Y el
Estado es como una cebolla, que tiene diferentes estratos, pero en el núcleo
está la fuerza armada. Por eso, una revolución nunca ha terminado mientras no
se destruya al Ejército del enemigo. Y eso vale en tiempos de paz. El último
criterio del éxito es la fuerza armada. En Venezuela eso es muy característico
porque el Gobierno está ya con las manos vacías. Hay diferentes formas de poder
en una sociedad: las masas, los medios de comunicación, el carisma, los
dólares. ¿Pero con 20 por ciento de apoyo, a Maduro qué le queda? Sólo los
militares. Todo intento de cambiar al sistema, desde la izquierda, desde la
derecha, se dirige a ese punto.
-¿Hay alguien que esté
asesorando a Maduro?
-A mi juicio él no tiene un
equipo de calidad. Cuando encabezas una empresa o un gobierno lo que puedes
hacer depende de la calidad de tu equipo. El que realmente tiene el poder es
Diosdado Cabello (número dos del chavismo), que en el levantamiento de 1992 era
un teniente de la fuerza armada ideológicamente derechista. Pero luego se
convirtió en la eminencia gris, a través de sus dossiers que comprometían,
porque cuando era ministro del Interior espiaba a otros ministros. Es un mago
de la guerra sucia palaciega. Maduro ha sido la fachada cómica de la política
que Diosdado Cabello manda. Él tiene toda la información para comprometer a
gente, es magistral en intrigas. Un Montesinos, para usar el ejemplo peruano.
-Hace unos meses usted
escribió que si la crisis se agravaba el próximo paso sería la dictadura
militar. ¿Ve a Venezuela en esa ruta?
-A mí me parece que Venezuela
es una dictadura socialdemócrata. No es una dictadura fascista, pero se
justifica hablar de dictadura porque la voluntad de la mayoría es absolutamente
clara: que quiere un cambio en la política y un cambio de gobierno. El gobierno
ha bloqueado y saboteado sistemáticamente todas las fechas de elecciones, ha
bloqueado al Parlamento con mayoría opositora. Esto para mí es una dictadura
basada en las bayonetas. El paso a una dictadura militar abierta es muy corto.
-¿Y qué pasaría entonces?
-Los militares son muy
pragmáticos. Cuando vean que esto no tiene más futuro, entonces ellos mismos
van a dar el golpe. Es lógico porque ellos van a ser los salvadores de la
Patria. Toman el poder, convocan a elecciones y salvan el pellejo porque van a
decir: nosotros les devolvemos la democracia formal con la condición de que
nadie de nosotros va a la cárcel. Y Maduro va al exilio. Cuando la solución se
vuelva desesperada es el paso que van a dar, pero ese momento no ha llegado
todavía.
-Un golpe militar, pero no
para instalarse en el poder.
-La idea de una dictadura
militar estable sería absolutamente descabellada. Los militares sólo pueden
gobernar en determinadas condiciones y en Venezuela no hay condiciones. Ellos
saben que una prolongación de un régimen de facto no tendría posibilidad de
consolidarse porque el gran problema es la economía. ¿Qué saben los militares
de economía? Nada. No lo pueden arreglar. ¿De dónde consiguen el dinero? Ellos
no pueden resolver el problema de fondo, pero podrían ser el puente hacia el
regreso a la normalidad de la democracia burguesa.
-¿Eso es bueno o malo?
-Sería mejor la presión de
China, Rusia y Cuba para que se negociara la “solución sandinista” de 1990
cuando fueron las elecciones. Eso sería la solución óptima, pero si no, la
segunda, muy arriesgada y con desenlace poco previsible, es la división de los
militares y un golpe militar de una fracción. Al inicio, habrá muertos.
-Una “solución sandinista”
para Venezuela. ¿Qué significa?
-Cuando los sandinistas
pierden las elecciones, hay dos fracciones. Una que dice “nosotros no
entregamos el poder” y otra fracción, la de Daniel Ortega, que dice “eso no
tiene futuro, vamos a quedar aislados”. Ortega va con Violeta Chamorro y le
dice: “Ustedes, después de esta guerra criminal de agresión, ganaron. Pueden
tener el gobierno, pero nosotros controlamos la fuerza armada y la policía por
un tiempo”. Los contras tuvieron que aceptar porque los “gringos” aceptaron. Y
eso funcionó y no hubo más sangre. Ni de un lado ni de otro lado corre la
sangre. Es la única solución razonable en esta situación. En la medida que pase
el tiempo, en la medida que Washington se mete más, ya no puedes hacer esto
porque el próximo paso son los paramilitares.
-¿Qué opina del papel de la
oposición reunida en la MUD (Mesa de la Unidad Democrática)?
-La oposición está
fragmentada. Es un conglomerado heterogéneo, unido por un solo interés de
sustituir el gobierno de Maduro y quedarse ellos. Cuando ganan las elecciones
en 2015, piensan que lograron lo que querían. Subestimaron al grupo de Maduro.
Han perdido la iniciativa estratégica. Maduro y su grupo, a su vez, la han
tomado al inventarse la Asamblea Constituyente. Cuando Washington ve que va a
ganar Maduro arma una estrategia hemisférica para Venezuela a través de Brasil,
Argentina, México y algunos otros, para aislarlo políticamente y, cuando esto
no es suficiente, decide el estrangulamiento financiero.
-¿Se mantendría unida la Mesa
de Unidad Democrática en caso de llegar al poder?
-Eso depende de quién se
imponga. Si esa coalición ganara elecciones entonces tendría que negociar
internamente quién ocupa las posiciones de poder real. Lo demás es secundario.
No sabemos cuáles serían realmente las fuerzas decisivas dentro de la coalición
y no sabríamos cómo sería la correlación de fuerzas en Estados Unidos, porque a
Trump le importa un carajo Venezuela. Yo dudo inclusive que sepa dónde queda,
pero tienes una fuerza en el Congreso que es extremadamente reaccionaria,
fuerte y violenta, como Ted Cruz de Texas, Marco Rubio en Florida. Eso va a
decidir si esa transición puede ser medianamente pacífica o no.
-¿Hay espacio todavía para una
salida negociada?
-La gente solo negocia cuando
piensa que no puede ganar por otra vía, pero el gobierno de Maduro no ha
llegado todavía a la convicción de que su estrategia lo va a llevar al abismo.
Lo hemos visto en Colombia: 50 años de guerra hasta que todo el mundo aceptó
que militarmente nadie podía ganar. Y cuando llegan a esa conclusión, entonces
negocian. Los que podrían hacérselo entender serían los chinos y los rusos.
Pero China no está todavía con el software de una potencia mundial de ese tipo,
Rusia lo tiene, pero no tiene el poder que tiene China. A uno le falta el
poder, al otro le falta el software.
"Maduro es una mala
imitación de Chávez"
-Se dice que usted es el
ideólogo de Hugo Chávez. ¿Cómo se autodefine?
-Siempre definí la relación
con él como una amistad. Una noche en el Palacio de Miraflores tocamos el tema
de si uno es asesor o no. Y le dije: “Mira, un asesor cobra y un asesor es un
empleado. Yo soy tu amigo porque yo quiero decirte lo que yo pienso y eso no lo
puede hacer un empleado”. Y por lo tanto dejamos nuestra relación en el
concepto de amistad.
-¿Cuánto influyeron sus ideas
en Chávez?
-Él era teniente coronel y
tenía cierta cultura general. Lo que le faltaba era el contacto con la política
y la cultura global. En esto yo podía ser útil. La segunda cosa era algo más
inmediato: la política en cierto sentido es empresarial. Cuando lanzas un
producto, necesitas un “brand name” (marca) y un discurso de marketing. Le
encantó el concepto de socialismo del siglo XXI. Entonces se apropió de ese
concepto. La tercera aportación era que yo le advertía sobre ciertas ilusiones
de gente que lo rodeaba y que no sabía de economía y que pensaban que se podían
modificar sistemas tan complejos como la economía de mercado moderna
simplemente por deseo ideológico.
- ¿En qué son diferentes
Chávez y Maduro?
-La diferencia es que Chávez
era extremadamente inteligente. Y tenía una vitalidad que le permitía trabajar
18 horas, 20 horas al día. La tercera cosa es que aprendía muy rápidamente.
Hugo tenía un tipo de pensamiento dialéctico, veía un fenómeno desde distintos
puntos de vista. Maduro no tiene nada de esto. Tiene un pensamiento dogmático.
Es incapaz de aprender y eso tiene que ver con que no lee. Chávez igual que
Fidel (Castro) siempre estaba leyendo. Eso explica en gran modo la catástrofe
que estamos viendo. El dialéctico ve más allá de ciertas estructuras mentales.
Maduro es incapaz de abrirse a nuevas visiones de los fenómenos. Él se llama
maoísta porque, según su autodefinición, su ideología lo es, pero si algo
caracterizaba a Mao es el pensamiento dialéctico.
-Muchos dicen que Chávez tenía
más carisma.
-El carisma en la política es
fundamental. Cuando tienes carisma, puedes convencer y entusiasmar. Los grandes
líderes generalmente tienen ese atributo. Maduro no lo tiene. Es una mala
imitación de lo que era Chávez, pero es tan mala que es caricaturesco. Carisma
viene del griego y significa don. Y Chávez lo tenía, como Fidel lo tenía
también, Kennedy, George Washington. Ese atributo facilita la comunicación con
la gente y el respeto de la gente, que es fundamental para seguir las
orientaciones estratégicas del líder. Maduro, cuando imita a Chávez, y en todo
lo imita, enseguida ves que es “fake”, que es una falacia, que es una imitación
barata, una tira cómica. Es una gran hipoteca que él lleva consigo.
-¿No tiene otra fuente de
respaldo Maduro más que los militares?
-Si solo 20% de la población
te apoya y tienes una tasa de inflación este año como del 700%, si en los
últimos tres años el producto interno bruto ha caído un 35%, si la producción
de petróleo de 2016 a hoy ha caído 20%, en una situación así, donde tú no
tienes la mayoría contigo, en la cual la economía no está contigo, en la cual
tú gobiernas sobre una mentira, lo único que te mantiene en el poder son los
aparatos de seguridad. La gran narrativa de que el desastre es el resultado de
la agresión imperialista es como que el capitán del Titanic diga que no chocó
contra un iceberg porque todos estaban borrachos, sino que una potencia hostil
hundió el Titanic con un torpedo. Tal es la magnitud de la falsificación.
15-09-17
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