Ismael Pérez Vigil 20 de septiembre de 2017
@Ismael_Perez
Tras
cuatro meses de intensas protestas la pregunta que ahora muchos se hacen es
¿Por qué se “enfrió” la calle? En política es conveniente aclarar los
acontecimientos, tratar de explicarlos, aunque sea con hipótesis, porque una
correcta interpretación de los hechos ayuda a evitar que se cometan los mismos
errores en el futuro, aunque eso no siempre es posible.
No fue
que se dejó de hacer convocatorias a actividades de “calle”, como algunos
señalan, culpando de ello a la MUD. Entre el 16 de julio y el 13 de agosto se
realizaron más de 10 convocatorias, cada dos días, a diversos eventos por parte
de la MUD –que por cierto es la única que convocaba, organizaba y se
responsabilizaba por cualquier tipo de evento– que fueron languideciendo, hasta
desaparecer.
Avanzo
entonces mi hipótesis señalando lo que para mí es obvio: La calle se enfrió
porque no estaba suficientemente caliente. Tal como ocurrió 2002/2003 y en el
2014, cuando también vimos manifestaciones “masivas”, las grandes
concentraciones, sobre todo en Caracas y otras grandes ciudades, se realizaban
solo en ciertos sectores, geográficos y sociales, de clase media o media baja y
ciertas zonas de las ciudades, pero en el área central y en áreas populares la
vida transcurría con cierta “normalidad”; en 2017 fue igual, aunque es cierto
que vimos –hablo solo de Caracas– algunas manifestaciones importantes y actividades
de calle significativas en sectores populares del oeste y del centro de la
ciudad.
Eso no
quiere decir que no exista apoyo popular a la oposición, como anhela y pretende
señalar la dictadura, simplemente significa que ese apoyo busca manifestarse de
otra manera. Esa es la lectura política que tenemos que hacer y que algunos se
niegan a ello, porque deja muy mal parada la idea pro abstención o contra la
participación electoral. Me explico.
De los
procesos de manifestaciones y paros de 2003/2004, que igualmente fueron
mermando, “salimos” con un evento masivo de recolección de firmas –el llamado
“firmado”– para lograr el RR del 15 de agosto de 2004, del cual salimos
derrotados, gritando un fraude que nunca pudimos probar y con la inercia de una
política que resultó inoportuna e inmanejable ya que apelar a esa política del
fraude sin resolverlo, sin tener una respuesta alternativa y contundente, trajo
graves consecuencias en desmotivación que aun pagamos. Pero ya sabemos lo poco
propensos que somos a admitir los errores que cometemos.
Tras
la llamada “salida” o manifestaciones de “calle” en el año 2014, se inició un
proceso de discusión que concluyó en un proceso de primarias para elegir los
candidatos a diputados a la Asamblea Nacional, elección que se realizó en 2015
y en la cual obtuvimos la mayoría de los votos y 2/3 de los diputados.
Del
proceso de protestas de 2017 “salimos” con el plebiscito del 16 de julio en el
cual recogimos más de 7 millones de firmas, legales, mostrables, que todo el
mundo vio en las calles y no como en el “fraude” masivo del 30 de julio para la
elección de la inconstitucional ANC.
Cuando
se convoca un “trancazo” o cierre de calles, participan cientos, escasamente
miles de personas. Cuando se convocan “manifestaciones” o “marchas”, participan
cientos de miles. Cuando se convocan eventos electorales o parecidos,
participan millones de personas. El análisis de estos procesos a mi me dice que
la gente está dispuesta a participar masivamente en eventos en los cuales se
pueda expresar pero que le garanticen una cierta seguridad. Otras actividades
de mayor riesgo y acción quedan para las “elites”; no en balde los pensadores
de principios del siglo pasado decían que la política la practican las
minorías, el “control” de la política es el que debemos hacer las mayorías,
papel al que muchas veces hemos renunciado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico