Trino Márquez 11 de abril de 2018
@trinomarquezc
En
pleno proceso de globalización e interdependencia económica, Nicolás Maduro
tomó la insólita decisión de aislar a Venezuela del resto de América Latina,
enemistarse con los países de Norteamérica y con la Unión Europea. Optó por
pasar a formar parte de una geopolítica cuyos protagonistas son China, Rusia,
Irán, Turquía y, en un grado infinitesimal, Cuba. La apuesta es de alto riego.
Las relaciones entre China y Rusia nunca han sido muy fraternales. Hace casi
cincuenta años, por una pequeña isla fluvial, tuvieron un conflicto armado que
provocó una enorme tensión entre ambas naciones. Los rusos de Putin muestran
una voracidad expansionista que a los seguidores de Xi Jiping no les gusta. Los
chinos, siempre pragmáticos y calculadores, ven a Venezuela como una cabeza de
puente en América Latina. Sn embargo, de ningún modo han atado su presencia en
el continente a nuestro país. Su política desde hace décadas se ha basado en la
diversificación, de modo que poseen intereses industriales y comerciales en
Perú, Brasil, México y Panamá, cuyo crecimiento ha sido estable y creciente,
sin el desprestigio y el acoso internacional del gobierno de Maduro.
La
última decisión adoptada por el gobierno contra Panamá, especialmente contra
COPA, resulta de una insensatez e irresponsabilidad desbordante. La verdad es que
Venezuela necesita mucho más a Panamá que esta a Venezuela. En el país del
istmo, que apenas sobrepasa los tres millones de habitantes, hay cerca de
150.000 venezolanos, la inmensa mayoría emigrantes de los últimos cinco años.
Luego de la ida de diecisiete líneas internacionales importantes que operaban
en Venezuela, las cuales nos conectaban con el resto del mundo, COPA se
convirtió en el vehículo que distribuía a los venezolanos que necesitaban o
querían viajar al exterior. El aeropuerto de Tucumán, que le sirve a Ciudad de
Panamá, debido a la ceguera y estulticia del chavismo-madurismo, se convirtió
en el centro distribuidor de vuelos más importante de todo el Caribe, papel que
le correspondía jugar a Maiquetía por ser el puerto de entrada a Sur América y
por sus facilidades de conexión con Europa y toda América.
Por
cierto, la apertura comercial, al igual que la financiera, de Panamá comenzó
durante el régimen del general Omar Torrijos, uno de los símbolos de la
izquierda latinoamericana. Fue este caudillo quien entendió la importancia
estratégica de ese pequeño país y del Canal y se propuso obtener el máximo
provecho de este hecho para los panameños. Su izquierdismo siempre estuvo
afincado en un sólido nacionalismo, alejado de toda esa telaraña tejida por la
izquierda más atrasada contra la globalización. Con Torrijos, Panamá comienza
convertirse en ese centro financiero de proyección mundial que es hoy. Desde
luego, fue objeto de los dardos envenenados que siempre le lanzaron los grupos
más atrasados de la izquierda continental, entre cuyos herederos se encuentran
Maduro y el grupo que lo rodea, rígidos a la hora de criticar el capital
internacional y el neoliberalismo, pero ágiles cuando se trata de invertir las
grandes fortunas acumuladas en los paraísos fiscales que hasta hace muy poco
tiempo eran protegidos por los gobiernos panameños.
El
daño que Nicolás Maduro está ocasionándole al país con la ruptura de relaciones
económicas con Panamá es gigantesco. Según la Cámara de Integración
Venezolana-Panameña, de los pocos productos que llegan a Venezuela, cerca de
60% lo hacen a través de ese país. En el futuro cercano, se verán las
consecuencias del enorme disparate cometido por Maduro. Afortunadamente, Panamá
no puede tomar medidas contra los barcos con bandera venezolana que atraviesan
el Canal. Los acuerdos que le permitieron a Panamá asumir el control del canal,
les impiden a las autoridades de ese país adoptar medidas retaliativas de ese
tipo contra otras naciones. De lo contrario, Venezuela estaría metida en un
aprieto mayor al que ya tenemos.
Venezuela
posee todas las condiciones para incorporarse en condiciones ventajosas a la
globalización y obtener el máximo provecho de esa integración. Contamos con
abundante petróleo y distintas formas de energía, somos la puerta de acceso al
continente suramericano, disfrutamos de un clima envidiable y de una fuerza de
trabajo que, a pesar de la diáspora, sigue manteniendo un envidiable nivel de
calificación. La infraestructura, aunque se ha deteriorado de forma alarmante,
todavía representa una ventaja competitiva, pero hay que recuperarla para
volver a ser competitivos.
Las
medidas adoptadas contra Panamá se dirigen contra los venezolanos que
necesitamos salir con urgencia de la miseria, el atraso y el aislamiento en el
que nos hundió Maduro.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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