Laureano Márquez 05 de septiembre de 2019
@laureanomar
El paso del huracán Dorian por las Bahamas ha sido
terriblemente devastador. La solidaridad internacional debe manifestarse, sin
lugar a dudas. Sin embargo, el leer que el gobierno de Venezuela ofrece su
apoyo, no deja de producir cierta perplejidad para los venezolanos. El huracán
que azota a nuestro país es también de categoría 5, pero no solo devasta,
arruina y destruye todo lo que encuentra en su camino, sino que, además, el
nuestro se devuelve cuando su ojo detecta algo que aún se le quedó en el camino
por arrasar. Está dotado, en tal sentido, de inteligencia destructiva y -como
si fuera poco- se detuvo en el país y se niega a moverse.
He aquí algunos de los efectos devastadores de nuestro
huracán:
- Ha dejado a su
paso miles de muertos, no solo como consecuencia de la delincuencia sin
control y exacerbada, sino también -cosa que es mucho más grave- por la
acción de los organismos públicos cuya misión debería de ser la defensa de
los ciudadanos y que se han dedicado a la violación sistemática de los más
elementales derechos humanos.
- Otros miles han
quedado atrapados en prisión sin ninguna posibilidad de recibir ayuda ni
asistencia.
- Ha
destrozado centenares de miles de hogares, desde sus cimientos, cuyos
integrantes se encuentran refugiados en los más remotos lugares del
planeta (se habla de más de 4 millones de desplazados).
- Ha destruido
extensas zonas selváticas en el arco minero, arrancando árboles de raíz y
acabando con el frágil equilibrio ecológico.
- Miles de
empresas desaparecieron al paso de este huracán, dejando a muchos sin
empleo y en la más precaria pobreza.
- Vías de
comunicación destruidas, transporte público colapsado y amplios sectores
del país se encuentran sin suministro eléctrico, como Bahamas tras el paso
del Dorian.
- Tampoco hay
suministro regular de agua ni de combustible.
- Los
hospitales están colapsados, no se consiguen medicinas ni alimentos de
primera necesidad.
- Para colmo
de males, nuestro huracán impide la llegada de la ayuda humanitaria que la
población necesita.
Todos estos efectos se han hecho sentir en Venezuela
con la misma dureza que el Dorian, solo que, en veinte años que lleva
estacionado sobre nosotros, fue aumentando de categoría. Bahamas volverá pronto
a ser un lugar floreciente, se repondrá con el espíritu de la gente y la ayuda
de buena voluntad. Nosotros sin embargo, seguimos sin poder contabilizar la
magnitud de los daños, porque nuestro huracán no termina de pasar.
Mientras, tenemos el descaro de ofrecer ayuda a
Bahamas. Más o menos qué podemos ofrecer: ¿agua?, ¿combustible?, ¿plantas
eléctricas?, ¿alimentos?, ¿medicinas? Vaya descaro el de nuestros vientos. El
primer ministro de Bahamas habla de una destrucción sin precedente, la nuestra
es con presidente, usurpador, claro.
Laureano Márquez
@laureanomar
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico