Por Gisela Ortega
El próximo año 2020, el mes
de febrero tiene la excepción de contar con 29 días. Es año bisiesto, una
expresión que se deriva del latín his sextus dies ante calendas martii –sexto
día antes del mes de marzo repetido– que correspondía a un día extra intercalado
entre el 23 y 24 de febrero por Julio César. En el calendario gregoriano, hecho
por el Papa Gregorio XIII, este día extra se colocó a final del mes –29
de febrero–. El 24 de febrero era el sexto día antes de las calendas –primer
día del mes de marzo. Los romanos no contaban los días del mes del 1 al 31,
sino que tomaban tres fechas de referencia: calendas, nonas e idus. Para
calcular se incluía el día de referencia en este caso, el 1 de marzo.
Transcurría el año 49 a.C.
cuando el dirigente Julio César llegó a Egipto. Hasta entonces el calendario
romano cargaba con siglos de desfases debido a su imprecisión. Fue entonces
cuando delegó a Sosígenes de Alejandría, astrónomo, matemático y filosofo, la
tarea de diseñar un nuevo calendario a la altura y exactitud que el imperio
necesitaba.
Según los cálculos de este
astrónomo, la revolución solar fue fijada en 365 días y seis horas, resultado
de alta aproximación, con un pequeñísimo margen de error, dados los
rudimentarios instrumentos de la época, ya que el error absoluto fue sólo de 11
minutos y 9 segundos al año. Es decir, menos de un segundo por día.
Sosígenes entrego a Julio su
calendario entre el 48 y el 46 a.C basado principalmente en el calendario
egipcio, pero conservando los nombres de los meses romanos.
Así nació el llamado
Calendario Juliano, ya de ciclo solar, con una duración de 365 días y ¼ -6
horas-, que cada cuatro años intercalaba un día extra, para ajustar el cómputo,
entre el 25 y 24 de febrero, y por ser el 24 el “sextus kalendas martii” el día
se llamo “bis sextus” de donde viene el nombre de año bisiesto.
Ya los egipcios sabían que
cada cuatro años la salida helíaca de la estrella Sirius se retrasaba un día,
dando inicio al año nuevo. Sin embargo, doscientos años antes, en el concilio
de Cánope, cuando pudieron hacer la reforma, los egipcios no la hicieron debido
a pugnas entre las castas sacerdotales y la clase política.
Aproximadamente seis siglos
antes el rey Numa Pompilio había agregado los meses de januarius y februarius
al ya maltratado año romano y fue a este último, a februarius, al que se sumo
el día adicional. Los romanos solían llamar kalendas al primer día de cada mes
y contaban hacia atrás los días que hacía falta. El día primero de marzo se
llamaba “calendas de marzo”. En el calendario Gregoriano, utilizado
actualmente, el 28 de febrero sería el día anterior a las calendas de marzo.
Este calendario fue oficial
en Roma durante los siguientes siglos, incluso en el Concilio de Nicea se
advirtió que había un error de Sosígenes, pero no hicieron nada por corregirlo,
hasta 1582, cuando se adoptó el calendario Gregoriano. El Papa Gregorio XIII,
asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius, el 24 de febrero de
1582 promulgó la bula Inter Gavissimas, en la que establecía que tras el jueves
4 de octubre de 1582, seguiría el viernes 15 de octubre de 1582.
Con la eliminación de estos
diez días desaparecería el desfase con el año solar. Para que no volviera a
ocurrir, en el nuevo calendario se eliminaron tres años bisiestos cada cuatro
siglos. Con lo anterior, el 4 de octubre de 1582 fue el último día del
calendario juliano y el 15 de octubre de 1582 constituyó el primer día del
calendario gregoriano. Por tal razón no existieron las fechas del 5 al 14 de
octubre de dicho año.
Hoy en día todos los
pobladores del planeta funcionamos bajo un mismo calendario, el gregoriano.
Según la supertición popular
los años bisiestos son años de cuidado, de mala fortuna, de poca siembra y
catástrofes. Dice el refrán: “año bisiesto, año de mal gesto, año bisiesto,
pocos pollos al cesto, año bisiesto, año siniestro”.
Lo cierto es que a lo largo
de la historia son muchas catástrofes, que casualidad o no, han sucedido en año
bisiesto: el hundimiento del Titanic, el inicio de la Guerra Civil Española, o
los sonados asesinatos de Gandhi,-1948-; Robert Kennedy y Luther King -1968-,
John Lenon -1980- o Indira Gandhi -1984-.
Otros acontecimientos
posible a la buena “fortuna” en años bisiestos son los ocho Oscares obtenido en
1940 por la famosa película “Lo que el viento se llevó”. En 1968, The Beatles
se adjudicaron un Grammy y en 1984 Michael Jackson, ganó 8 Grammys.
Se cree que quienes nacen en
año bisiesto, tienen facultades curativas, son más saludables y tienen mejor
suerte.
30-12-19
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