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sábado, 28 de diciembre de 2019

Las complicadas navidades venezolanas por @mherreradef @nutricionencrisis



Por Marianella Herrera Cuenca


A los venezolanos desde hace tiempo todo nos ha tocado difícil, nos ha tocado una verdadera carrera de obstáculos y en particular en época de fiestas. Más aun, cuando la fragmentada familia que tenemos no está cerca sino a miles de kilómetros de distancia. En otras partes del mundo las navidades huelen a pino y a canela, pero en Venezuela, las navidades huelen a hojas de plátano, eso hace que si estás lejos de casa hay olores ancestrales que puedes no conseguir.

Como a muchas madres, a mí me tocó este año viajar y convertirme en la “fábrica” de las navidades venezolanas del otro lado del charco. Mis hijos me pidieron hallacas, y así con la resolución de madre venezolana en el corazón, me di a la tarea de conseguir los ingredientes. Para el guiso, no tuve problemas pues España, la madre patria, lógicamente también es la madre de algunos de los ingredientes ancestrales multiculturales que dieron origen a nuestro plato navideño.

Para la masa, tampoco hubo problemas, gracias a la gran marca de exportación de nuestra harina de maíz precocida que hoy en día se consigue en muchas partes del mundo. Pero el problema: las hojas de las hallacas, y el onoto. Las hojas de plátano si, se consiguen, pero el olor que distinto!!! Las hojas de plátano del África Central como me dijo el que me las vendió luego de dar unas cuantas vueltas por la región de Andalucía, son las que hay, pero el aroma es tan distinto! Lo que llamamos el terruño o el terroir es lo que da el sabor a tantos alimentos, por eso frente al mar la mineralidad se siente en los alimentos, otro tipo de suelos dan otros sabores en lo que se cultiva.


De esta manera, los sabores y colores cambian, al “pintar” la masa de las hallacas, con otros pigmentos distintos al onoto, obtuvimos una masa de un color parecido a la paella. Así pues, nuestras hojas de plátano, cultivadas en Barlovento, tienen una aroma muy especial que al cocinar las hallacas impregna totalmente la cocina y el hogar en el cual se las cocina, con las hallacas envueltas en hojas africanas apenas podía percibirse el olor a navidad venezolana, y al abrir la hallaca realizada del otro lado del “charco” la sorpresa es un color amarillo intenso tipo pollito!

A pesar de eso, los hijos agradecen el esfuerzo, se las devoran como intentando degustar las entrañas de un país del cual salieron un día sin saber cuándo volverán. Las hallacas quedan como reminiscencia del ancestro, de las tradiciones, de la infancia. Y así, no solamente con los sabores y aromas, es también el compartir que se vuelve bizarro entre pantallas de dispositivos grandes y pequeños gracias al Skype, al Whatsapp y al Face Time, el abrazo virtual que a través del Skype se conserva entre los de aquí, los de allá y los de por allá también.

Así ahora somos los venezolanos, un pueblo global, “regado” por el mundo y con afectos virtuales, de esos que agradecemos, pero que también preocupan ante la imposibilidad de contacto físico, de verse realmente a los ojos, de disfrutar un plato tradicional en buena compañía familiar o un buen dulce criollo. Y es que a los venezolanos de ultramar tocará conservar las tradiciones culinarias, pues en otros lugares tienen los ingredientes, quizás no exactos como hemos dicho, pero la mayoría de ellos sí, entonces las tradiciones deben ser escritas, documentadas, trabajadas y conservadas. Solo así perduraremos en el tiempo de los aromas y de los sabores.

Lo bueno? Lo positivo? Antes nadie sabía lo que era una hallaca, una arepa, una cachapa. Ahora una gran cantidad de personas conocen nuestra comida, nuestras tradiciones, nuestros aromas. Por un 2020 lleno de esperanza, paz y tranquilidad, con la recuperación de nuestras tradiciones culinarias.

28-12-19




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