Julio César Arreaza B. 23 de diciembre de 2019
@JulioCArreaza
Es
tiempo propicio para sacar saldos de las luchas libradas en el año que concluye
con un fracaso de las expectativas. Es más apropiado hablar de resistencia y no
de oposición en medio de un régimen que pisotea todos los derechos humanos.
El
no haber alcanzado este año el cese de la usurpación demanda la revisión a
fondo de todas las estrategias y caracterizar, con precisión, la monstruosidad
de quienes enfrentamos.
No
es pecaminoso ser exigentes con el liderazgo de la resistencia; sabemos que una
sociedad sumisa y pusilánime condiciona un liderazgo mediocre. Resulta natural
ser demandantes con quienes conducen el rescate de las libertades públicas. No
es tiempo para complacencias cómplices.
Nunca
estaremos dispuestos a tirar el país a perdida, porque formamos parte de la
legión luminosa de la nación que persevera en la lucha, enseña, trabaja y
aprende, llamando las cosas por su nombre y practicando la integridad. Jamás
hablaremos de normalización en esta anormalidad; la unidad es un propósito
común y no una mercancía en manos de un cogollo.
La
terrible realidad muestra una hemorragia de venezolanos saliendo del país, en
un insólito proceso de emigración mayor que el de Siria, proporcionalmente peor
a lo sucedido en la guerra federal de 5 años. Consecuencia de la gestión del
andamiaje criminal, el país ha perdido la capacidad de producción en un 60% de
los bienes y servicios producidos en 5 años. Una moneda muerta como el bolívar,
es indicativa de la mayor destrucción del Estado y de la sociedad. Llamamos a
la configuración de un liderazgo que exhiba claridad de propósitos, firme e
integro.
La
única forma de sacar la usurpación es de raíz; en el ínterin lesionan
gravemente, día a día, la soberanía nacional en comandita con los forajidos del
eje del mal manteniendo el control absoluto sobre el territorio y sus recursos.
La
reincorporación al parlamento de los diputados del oficialismo que dejaron de
serlo fue un grave error que afectó la credibilidad de la dirección política. A
pesar de lo rudo de la situación, nos negamos a la resignación, apaciguamiento
y normalización a juro.
Los
electores no acudirán a unos comicios parlamentarios organizados por un CNE
dominado por los rojos y apuntalado por la corrupción, el control de la fuerza
armada y la justicia. Descartamos la cohabitación. De las primeras cosas que ha
debido asegurarse la junta directiva del Parlamento, es la integración de una
Comisión de Contraloría dinámica, transparente y volcada a la investigación de
cualquier cantidad de escándalos de corrupción. Manteniendo siempre el control
de sus integrantes como hacen los buenos managers de equipos.
Cada
paso que demos debe orientarse al avance, sin esguinces, en la construcción de
fuerzas que lleven al cese de la usurpación.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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