José Luis Farías 24 de febrero de 2020
@fariasjoseluis
La
otra cara:
El
pasado 4 de febrero Donald Trump hizo retumbar las paredes del Capitolio de
Washington DC en medio de su discurso del Estado de la Unión, al tronar contra
Nicolás Maduro y a renglón seguido ensalzar la figura de Juan Guaidó, invitado
especial a la sesión. Se la comió.
La
severidad de las palabras del mandatario norteamericano afirmando que "el
dominio de la tiranía de Maduro será destruido y aplastado", dio la
impresión de que su posición frente a la inagotable tragedia venezolana había
llegado al punto de marcar una nueva etapa de presión, en apariencia
definitiva. ¿Fin de fiesta?
A
miles de kilómetros, en Caracas, el usurpador de Miraflores debió contener su
respiración al oír aquella amenaza y telefonear de inmediato al Kremlin en
busca de auxilio, mientras estallaba de ira al ver la ovación tributada al
unísono por republicanos y demócratas a quien se ha convertido en su máximo
dolor de cabeza: el ingeniero Juan Gerardo Guaidó Márquez, presidente interino
de Venezuela. El miedo es libre.
La
sanción contra la petrolera rusa Rosneft Traiding, anunciada este martes 18 de
febrero, por ayudar a evadir las sanciones contra PDVSA a cambio de fuertes
descuentos que multiplicaban sus ganancias, es sin duda prueba irrefutable de
que Trump iba en serio con lo expresado dos semanas atrás. Que no habla paja.
Sin
embargo, mismo día Elliot Abrams, representante de negocios de EE.UU para
Venezuela, fue explícito respecto a la medida contra Rosneft: "las
sanciones son reversibles y temporales".
Abrams
dijo "Nosotros seguiremos tratando de persuadir a esos países que
apoyan al régimen venezolano para que disminuyan sus actividades". La
jugada es clara.
Al
día siguiente, Mauricio Claver-Carone, alto funcionario estadounidense de
origen cubano, no se anduvo con remilgos con la dictadura de Maduro. Con la
dureza propia de los cubanos de Miami contra los regímenes comunistas, el
Director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU
regresó a las palabras de Trump en el Capitolio para precisar el sentido de lo
dicho: "cuando el presidente Trump dijo que vamos a aplastar y destruir
a la tiranía de Maduro, él lo sentía, lo dice y lo vamos a hacer", en
una entrevista para CNN en Español. Habló sin tapujos.
La
dura ofensiva diplomática no es solo expresión del interés reeleccionista del
mandatario norteamericano, como creen algunos. Pareciera más bien el producto
de una decisión inaplazable de ponerle punto final a la satrapía usurpadora del
poder en la empobrecida Venezuela, otrora el más rico país de América Latina,
trocado en un campamento somalizado por el hambre y dominado por grupos
terroristas haciendo de las suyas con sus riquezas naturales.
Trump
no logró el objetivo de sacar a Maduro en 2019 y ese fracaso sin duda lo
incomoda. La toma de decisiones más implacables pueden estar condicionadas por
su aspiración a reelegirse, pero no tomarlas también puede afectarlo en estados
decisivos como Florida donde el voto cubano y latino en general es
determinante. ¿Se sacará ese clavo?
Esa necesidad de acabar con Maduro explica el
reporte de Josh Wingrove para la agencia Bloomberg: "el presidente
estadounidense considera distintas opciones militares, frustrado ante lo que
considera una estrategia de presión sobre la dictadura que avanza con demasiada
lentitud". ¿Las cartas bajo la mesa de las que habló Guaidó?
Las
sanciones a Rosneft fueron una clara señal del apoyo de Trump a Juan Guaidó, un
gesto de respaldo más allá de la ovación en el Congreso de EE.UU y el
recibimiento en la Casa Blanca que pasó
a acciones concretas de envergadura, una demostración de disposición a ayudar
en la recuperación de la democracia en Venezuela.
Sobre
el impacto de las sanciones a Rosneft en los venezolanos no hay señales claras
distintas a la espera cautelosa de sus resultados. La desesperanza sigue siendo
lo dominante en el ánimo general.
"Ellos
(los funcionarios de EE.UU.) habían estado ladrando pero sin morder, y este es
el primer mordisco. Hay que ver qué tan fuerte es el mordisco, cuánto afecta
de verdad a Rosneft y cómo responde". señaló Francisco Monaldi, un
experto en petróleo venezolano de la Universidad Rice, en Houston, a BBC
Mundo."
Sin
embargo, todo indica que continuarán las medidas del gobierno norteamericano
contra el régimen de Maduro. Elliott Abrams dijo el martes que "habrá
más pasos y más presión en las próximas semanas y meses” hasta lograr la
salida a la crisis venezolana mediante elecciones presidenciales libres. Aunque
admitió que "todavía no hay indicios" serios de esa
posibilidad en el régimen de Maduro.
Serguei
Lavrov, el canciller ruso, no perdió tiempo en afirmar su apoyo a Maduro y
rechazar de inmediato las sanciones contra Rosneft Traiding. La filial de
Rosneft que maneja entre el 50 y 70 por ciento del petróleo venezolano, con un
fuerte descuento a favor de la empresa rusa por evadir las sanciones
norteamericanas contra PDVSA. Los rusos no están dispuestos a aflojar
fácilmente su presa.
El
impacto de las sanciones norteamericanas está todavía por verse más allá de la
caída bursátil de 3.500 millones de dólares. Las dudas están en el ambiente.
El
último reportaje de Bloomberg ha informado que TNK Trading, empresa rusa
también afiliada a Rosneft, se habría
encargado de los envíos petroleros venezolanos desde el 29 de enero,
veinte días antes de que se conociera las sanciones contra Rosneft Traiding.
Los rusos también juegan.
El
turno en el juego geopolítico es para el presidente Donald Trump ahora que
Putin mostró su carta bajo la manga: la TNK Traiding.
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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