Por Luisa Pernalete
Practicar la amabilidad y la
bondad es beneficioso para la salud y para las relaciones personales. Hay
investigaciones que le certifican. Luisa Pernalete reseña el libro de David
Hamilton sobre el tema.
¿Usted es de las personas
amables, que saluda, que da las gracias, que no grita, que cede el puesto a
personas mayores, o a madres con hijos en los brazos? ¿No le han dicho, para descalificarla, comeflor?
Pues a mí me lo han dicho, en vivo, con palabras, o con miradas en más de una
oportunidad. Eso no me quita el sueño, pero pienso que en esta emergencia
humanitaria compleja que vivimos los venezolanos, ser amable y bondadoso es una
necesidad, requerimos fraternidad porque le sufrimiento abunda, maldad ya hay
bastante de parte de ciertos actores.
La novedad que quiero tratar en estas líneas es que las buenas acciones tienen grandes beneficios, no es comeflorismo etéreo. Y me baso los argumentos que expone el doctor David Hamilton, Los cinco beneficios de ser amable (*), el cual, es doctor en química orgánica, que dedicó varios años de su carrera profesional a la investigación en la industria farmacéutica. Hamilton desarrolló medicamentos para combatir el cáncer y enfermedades cardiovasculares. Dejó la industria para divulgar conocimiento sobre cómo las personas pueden fortalecer sus emociones y pensamientos para mejorar su salud. Ha escrito más de 10 libros, y es un promotor de la amabilidad como terapia y trabaja con pasión para ayudar a construir un mundo más amable. El libro es una delicia, y en realidad no sólo habla de ser amable sino también de ser bondadoso.
No puedo en una columna extenderme en los cinco beneficios destacados por Hamilton, pero los enumero y me detengo en algunos detalles: primero nos hace ser más felices; segundo, es contagioso; tercero, es saludable; cuarto, retarda el envejecimiento; quinto, mejora nuestras relaciones. Yo añado un valor agregado: es gratis, usted no necesita ni carnet especial, ni cédula -tan difícil de sacar por estos tiempos- ni Código QR para ser amable y bondadoso, sólo requiere que usted esté convencido de lo bueno que es hacer algo bueno por los demás. Eso sí, dice el autor en varias a partes de su libro, la acción debe ser genuina. En primer lugar, no espera nada a cambio, debe ser desinteresada. Así nos dice que ser bondadoso reduce el envejecimiento -retarda la aparición de arrugas, por ejemplo- si usted es amable y bondadoso con el objetivo de no arrugarse, no generará su organismo más oxitocina por esas acciones (p. 107), así que si su acción es calculada y premeditada, es egoísmo disfrazado. No se puede hacer trampas.
La novedad que quiero tratar en estas líneas es que las buenas acciones tienen grandes beneficios, no es comeflorismo etéreo. Y me baso los argumentos que expone el doctor David Hamilton, Los cinco beneficios de ser amable (*), el cual, es doctor en química orgánica, que dedicó varios años de su carrera profesional a la investigación en la industria farmacéutica. Hamilton desarrolló medicamentos para combatir el cáncer y enfermedades cardiovasculares. Dejó la industria para divulgar conocimiento sobre cómo las personas pueden fortalecer sus emociones y pensamientos para mejorar su salud. Ha escrito más de 10 libros, y es un promotor de la amabilidad como terapia y trabaja con pasión para ayudar a construir un mundo más amable. El libro es una delicia, y en realidad no sólo habla de ser amable sino también de ser bondadoso.
No puedo en una columna extenderme en los cinco beneficios destacados por Hamilton, pero los enumero y me detengo en algunos detalles: primero nos hace ser más felices; segundo, es contagioso; tercero, es saludable; cuarto, retarda el envejecimiento; quinto, mejora nuestras relaciones. Yo añado un valor agregado: es gratis, usted no necesita ni carnet especial, ni cédula -tan difícil de sacar por estos tiempos- ni Código QR para ser amable y bondadoso, sólo requiere que usted esté convencido de lo bueno que es hacer algo bueno por los demás. Eso sí, dice el autor en varias a partes de su libro, la acción debe ser genuina. En primer lugar, no espera nada a cambio, debe ser desinteresada. Así nos dice que ser bondadoso reduce el envejecimiento -retarda la aparición de arrugas, por ejemplo- si usted es amable y bondadoso con el objetivo de no arrugarse, no generará su organismo más oxitocina por esas acciones (p. 107), así que si su acción es calculada y premeditada, es egoísmo disfrazado. No se puede hacer trampas.
Quisiera respaldar el título que le di a la columna: no son buenas palabras, “la ira nos estresa, la amabilidad nos hace sentir bien (…) la bondad nos hacer ser más felices, es la conclusión de un gran cúmulo de investigaciones científicas” (p. 29) Y así, en cada capítulo va citando trabajos de investigación que se han hecho que dan fuerza a lo que uno en la práctica conoce.
Suelo decir que hay tanta gente buena en este país, que cuando uno le pide un favor, por ejemplo entre Madres Promotoras de Paz de colegios de Fe y Alegría, no solo te extiende la mano, sino que además te dan las gracias porque le diste la oportunidad de hacer alguna actividad generosa de voluntarios.
El autor nos comenta también que la amabilidad y la bondad son cardioprotectores, pues benefician el corazón y limpia las arterias al producirse sustancias positivas para nuestro organismo, como la oxitocina, que a su vez favorece la producción de óxido nítrico y la oxitocina, ya mencionada. En esta época de dificultad para conseguir medicamentos no vendría mal una buena dosis de bondad entre los venezolanos.
También reduce el estrés y la ansiedad y parece que favorece el sistema inmunológico (p. 115). Y repito, ¡es gratis! No hay que hacer colas.
Creo que toda la obra de Hamilton la deberíamos leer los venezolanos hoy, y subrayo esta idea: “La bondad une a la gente (p. 22), mantiene el tejido social”. Reconstruir el tejido social, roto por la violencia, por la angustia de estar cada día viendo de dónde se saca para comer es tarea urgente para los venezolanos.
Uno piensa en la insistencia
del mensaje evangélico de vencer el mal con el bien; piensa en la sonrisa de
tanta gente buena que uno conoce de esos que están sin respiro trabajando para
mitigar las secuelas de la emergencia humanitaria que nos aqueja y lo que se me
ocurre es que esa gente se mantiene a fuerza de hacer cosas buenas, de otra
manera ya hubiesen tirado la toalla.
En fin: aproveche los beneficios de practicar la bondad y la amabilidad por el bien suyo, mío y de todos. Y si le dicen comeflor, piense que es mejor ser comeflor que comecandela.
(*) Hamilton, David, Los cinco beneficios de ser amable, Editorial Planeta Mexicana, México 2020
En fin: aproveche los beneficios de practicar la bondad y la amabilidad por el bien suyo, mío y de todos. Y si le dicen comeflor, piense que es mejor ser comeflor que comecandela.
(*) Hamilton, David, Los cinco beneficios de ser amable, Editorial Planeta Mexicana, México 2020
22.02-20
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