AP 27 de febrero de 2020
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Un
sondeo de alcance nacional, basado en 8.375 cuestionarios, revela el
sorprendente panorama de más de 9 millones de venezolanos que sobreviven con
una dieta basada en tubérculos y frijoles, ya que la hiperinflación volatiliza
cada vez más los salarios.
Una de cada tres
personas en Venezuela pasa dificultades para poner sobre la mesa comida
suficiente, que cumpla con el mínimo de nutrientes requeridos debido a la
severa contracción económica del país y a la persistencia de su crisis
política, según un reciente estudio del Programa Mundial de Alimentos de la
ONU.
Un sondeo de alcance nacional basado en 8.375
cuestionarios revela el sorprendente panorama de un gran número de venezolanos
que sobreviven con una dieta formada principalmente por tubérculos y frijoles
debido a que la hiperinflación en Venezuela ha vuelto inservibles muchos
salarios.
En total, 9,3 millones de personas – prácticamente la
tercera parte de la población – padecen inseguridad alimentaria moderada o
severa, indicó la ONU en su reporte, realizado a invitación del régimen de
Venezuela. La inseguridad alimentaria se define como la incapacidad de una
persona para obtener los requerimientos dietéticos básicos.
El estudio dice que dicha inseguridad es una
preocupación nacional, aunque algunos estados como Delta Amacuro, Amazonas y
Falcón tienen niveles particularmente elevados. Incluso en las regiones más
prosperas, se calcula que una de cada cinco personas padece dificultades para
comer bien.
“La realidad que presenta este informe evidencia la
gravedad de la crisis social, económica y política en nuestro país”, dijo el
dirigente opositor Miguel Pizarro.
El líder chavista Nicolás Maduro se ha mostrado
mayormente renuente en los últimos años a invitar a las organizaciones internacionales
a evaluar la situación humanitaria en su país, aunque el PMA aseguró que se le
brindó “completa independencia” y recabó los datos en todo el país “sin ningún
tipo de impedimento u obstrucción”.
Dialogo con el régimen
El organismo de la ONU “espera continuar su diálogo
con el gobierno venezolano y proseguir conversaciones que se enfocarán en el
camino a seguir para brindar asistencia a aquellos en inseguridad alimentaria”,
indicó en un comunicado.
El régimen de Maduro no hizo declaraciones sobre los
resultados del estudio.
El sondeo de la ONU reveló que 74% de las familias han
implementado estrategias alimenticias para hacer frente al problema, como la
reducción en la variedad y calidad de la comida que consumen. 60% de las
familias reportaron haber reducido sus porciones, 33% indicó que han aceptado
alimento en pago a su trabajo y 20% reportó haber vendido bienes familiares
para cubrir sus necesidades básicas.
El problema parece centrarse más en la dificultad para
obtener alimentos que en su disponibilidad. Siete de cada 10 personas
reportaron que siempre es posible localizarlos, pero indicaron que es
complicado adquirirlos debido a los altos precios. 37% reportó que han perdido
su trabajo o su negocio debido a la severa contracción económica de Venezuela.
«Culpa de las sanciones»
El país ha estado sumido en una crisis política y
humanitaria que ha obligado a más de 4,5 millones de personas a irse en los
últimos años. Maduro ha logrado mantenerse en el poder a pesar de los intentos
del líder opositor Juan Guaidó por derrocarlo y de las crecientes sanciones de
Estados Unidos.
Maduro culpa frecuentemente al gobierno del presidente
estadounidense Donald Trump por la situación en su país, y su gobierno ha
instado a la Corte Internacional de Justicia a iniciar una investigación,
argumentando que las sanciones financieras están provocando sufrimiento e
incluso la muerte. Sin embargo, los problemas del país para alimentar a sus
ciudadanos y brindar atención médica adecuada ya existían antes de las
sanciones de Washington.
Además de la situación alimentaria, el sondeo también
indagó sobre las interrupciones a los servicios de luz y agua, encontrando que
cuatro de cada 10 familias sufren cortes diarios en el servicio eléctrico.
Igualmente, 40% reportó interrupciones recurrentes en el abasto de agua, lo que
complica aún más la vida diaria.
La situación empeora
Haciendo notar que el estudio se realizó de julio a
septiembre, Carolina Fernández, una activista venezolana por los derechos humanos
que trabaja con mujeres vulnerables, dijo creer que la situación ha empeorado.
Mientras muchas familias solían sobrevivir con las remesas que recibían de
familiares en el extranjero, dijo que eso se ha vuelto más difícil ahora que
buena parte de la economía se ha dolarizado y los precios suben.
“No es suficiente para una familia tener a una persona
afuera”, declaró.
Fernández dijo que es posible que la inseguridad
alimentaria tenga un impacto permanente en una generación de jóvenes que
padecen hambre durante sus años formativos.
“Estamos hablando de niños que van a tener problemas a
largo plazo porque no se están alimentando”, puntualizó.
Entre aquellos que sufren hambre hay personas como
Yonni Gutiérrez, de 56 años, quien esperaba el domingo frente a un comercio de
pollos rostizados de Caracas.
El hombre desempleado se acercaba a la puerta del
restaurante cada vez que un cliente salía con una bolsa de comida, con la
esperanza de que le compartieran algo. Dijo que previamente lograba sobrevivir
ayudando a descargar camiones en un mercado, pero los comercios que le daban
trabajo tuvieron que cerrar.
“Con suerte, a veces llevo algo bueno”, dijo.
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