Luis Ugalde S.J. 15 de febrero de 2020
José
Gregorio Hernández, médico y profesor universitario, vivió ambas identidades
con un sentido cristiano muy profundo. Por encima de todo estaba su amor al
prójimo expresado en acciones concretas. A quienes carecían de recursos él
ofrecía sus servicios médicos gratuitamente. Por eso el corazón del pueblo
venezolano lo venera como santo y le atribuye muchas curaciones milagrosas.
Intuimos que por varias razones este año 2020 va a ser el año de José Gregorio.
Deseo que su milagro mayor sea la conversión de cientos de miles de venezolanos
en Voluntarios con José Gregorio. En su amor al prójimo encarnado en la
atención médica, el pueblo descubrió que se trataba de un verdadero “siervo de
Dios”. El bien también se contagia y José Gregorio nos puede inspirar para
transformar el mal de la indiferencia y de la indigencia en solidaridad con el
necesitado, donando de manera sistemática y comprometida tres horas semanales
de nuestro trabajo para llevar vida a nuestros hermanos.
Si
un profesor de economía dijera que Venezuela este año puede duplicar su PIB
(Producto Interno Bruto), luego de la escandalosa pérdida del 65% en 6 años,
nos alarmaría su salud mental. Pero no es descabellado pensar que en un año
millones de venezolanos podremos duplicar la Confianza (Trust) que pone a valer
las sociedades: La confianza en uno mismo y la confianza en los demás desatan
los sentimientos más positivos y transforma las sociedades con solidaridad y
nuevas instituciones confiables.
Venezuela
requiere y requerirá una gran solidaridad mundial y la articulación de un
vigoroso y múltiple movimiento de hombres y mujeres que, tocados por la
necesidad del hermano, descubren el tesoro escondido de su solidaridad.
Llamamos Voluntarios con José Gregorio los que vienen a formar un gran ejército
de miles de hombres y mujeres decididos a donar al menos tres horas semanales
de su tiempo y servicio. Las 40 horas laborales son apenas una parte de las 168
horas que tiene la semana. Pensemos en 10.000 venezolanos que deciden, de
manera inteligente, creativa, generosa y organizada, donar tres horas semanales
en una acción transparente que llega directamente al necesitado. Es un ejército
positivo infinitamente superior a los 4.000.000 de milicianos que infla la
tiranía para asustarnos. La donación de esos diez mil voluntarios con José
Gregorio suma millón y medio de horas al año. Pronto los diez mil se
convertirán en 100.000 y más, porque su manera de responder a la necesidad es
contagiosa y prende el fuego solidario en muchos, empezando por los propios
beneficiados.
Ese
renacer del compromiso espiritual de hombres y mujeres (católicos o no)
transforma indiferentes en solidarios que sienten al hermano necesitado como
una luz de Dios que ilumina su vida y los invita a cambiar; se levantan con
generosidad y caminan con alegría. Por ejemplo en el área de la salud
desarrollan una urgente cadena larga que asegura, dentro y fuera del país, la
donación de medicinas, vacunas, insumos médicos…, organiza de manera
transparente su distribución para que su acción llegue hasta el último rincón
salvando vidas. Ya hoy existen miles de médicos solidarios que donan más de
tres horas semanales de su trabajo, pero es importante que se reconozcan, que
se organicen, que conecten hospitales, clínicas, ambulatorios y centros de
salud primaria, con las comunidades. La mayoría de los “barrio adentro” cubanos
murió luego de cumplir con su función de propaganda política. Hoy es la hora
del encuentro de miles de médicos venezolanos y de decenas de miles de
estudiantes de medicina con las comunidades en operativos, campañas masivas de
vacunación, enseñanza de salud preventiva, que transforman a la población de
productora de enfermedades en productora de salud… No hablamos a la ligera sino
de los “milagros” que hemos visto y vivido. La gente no es indigencia, aunque a
veces parezca, sino talento productor de soluciones. Lo que decimos de la salud
vale para la educación, alimentación (tenemos ejemplos extraordinarios),
organización comunitaria, seguridad, microempresas…
La
Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en sus comunicados de los últimos 30
años es un ejemplo de claridad, coherencia y valentía cristiana frente a la
realidad en creciente deterioro, que el “Socialismo del siglo XXI” no la
corrigió, sino que la llevó a extrema gravedad. Pero, la Iglesia antes de
documentos es comunidad, vida y compromiso y nos debemos preguntar qué tenemos
que hacer millones de cristianos para que nosotros y el país pasemos de la
muerte a la vida. Es cierto que ya hay numerosas comunidades y núcleos de
acción en los que la solidaridad se ha activado en forma de comida para niños y
adultos que se acuestan y levantan con hambre, que hay miles de médicos,
abogados, amas de casa y de las más variadas profesiones que aportan
voluntariamente parte de su servicio solidario. Caritas es una institución
admirable que mueve mucha solidaridad y voluntariado.
Pero
falta mucho más y las “iglesias” con sus conexiones, templos, escuelas y
salones parroquiales, tienen que multiplicar un nuevo y vigoroso reverdecer.
Iglesias, sinagogas, mezquitas y otras inspiraciones espirituales
(explícitamente religiosas o no) que transforman las personas para el bien,
estamos llamados a demostrar nuestra autenticidad en las obras. Voluntarios con
José Gregorio (con nombre o sin él) será un movimiento amplio no partidista que
cambie el ánimo y la capacidad de producir soluciones en esta Venezuela que ha
sido llevada a la última humillación de indigencia y minusvalía.
Luis
Ugalde S.J.
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